Los plásticos son uno de los mayores contaminantes de nuestro siglo por dos motivos. El primero es que al producirlos se generan gases de efecto invernadero y el segundo es que son perecederos y no son biodegradables (tardan décadas en descomponerse). En realidad, muchos de ellos acaban en el mar perjudicando tanto a las especies de su hábitat como impactando negativamente en la apariencia del entorno.
Ante este problema, Elif Bilgin una joven de 16 años de Turquía, decidió aportar su granito de arena. Consciente del impacto por la producción del material comenzó a estudiar los bioplásticos, o plásticos naturales biodegradables, donde uno de los más famosos era el obtenido de la patata. Pero ella quiso dar un paso más y probar con las cáscaras de plátano. Tras varios intentos dio con el buscado material.
Se denomina bioplástico a un tipo de plásticos derivados de productos vegetales, tales como el aceite de soja, el maíz o la fécula de patata, a diferencia de los plásticos convencionales, derivados del petróleo. Los plásticos tradicionales (polietileno, polipropileno, abs, PET, entre otros) están sintetizados a partir del petróleo por la industria petroquímica.
Los bioplásticos son polímeros que provienen de fuentes naturales y renovables. La mayoría presentan mejor biocompatibilidad, y todos son biodegradables por microorganismos como bacterias, hongos, algas. Además los bioplásticos emiten entre 0,8 y 3,2 toneladas menos de dióxido de carbono por tonelada que el plástico derivado del petróleo y pueden se eliminados como residuos orgánicos.
Original: Google Science Fair
Fuente: Muhimu