«La revisión de los archivos de la CIA ha revelado que la información identificada oficialmente por la CIA como la más crucial y valiosa sobre Abu Ahmad al Kuwaiti [el mensajero de Bin Laden que fue su único vínculo con el mundo exterior mientras vivía en Pakistán] no estaba relacionada con el uso de técnicas de interrogación forzosa», sostiene el polémico informe publicado por el Comité.
De acuerdo con el documento citado por ‘International Business Times‘ a finales de 2002 la CIA ya sabía que al Kuwaiti formaba parte del círculo cercano de Bin Laden: tenía su teléfono, su correo electrónico, conocía su edad, descripción física e información sobre su familia. Otro detalle: un tal Hassan Ghul, militante paquistaní de Al Qaeda, capturado y entregado a la CIA en 2004, sí proporcionó información sustancial sobre al Kuwaiti, pero lo hizo antes de que se le aplicara tortura.
«Al Kuwaiti probablemente gestionó todas las necesidades de Bin Laden, incluido el traslado de sus mensajes», comunicó Ghul a un interrogador de la CIA. Al día siguiente le cortaron la barba, le desnudaron e hicieron mantenerse en pie contra una pared con sus brazos levantados durante 40 minutos. Debido a la postura de esfuerzo, sufrió una leve parálisis. Le privaron de sueño durante 59 horas, hasta que empezó a alucinar. No proporcionó «ninguna inteligencia procesable» durante o después del tratamiento, según el informe del Senado.