La apertura de Arrojo y Molestia con “409” basta para hacerse una buena idea, aunque no suficiente, de lo que encontraremos a lo largo del sucesor de Lazo y Oxicorte, disco en vivo de 2011 de esta subterránea e intermitente banda santiaguina, que contuviera las canciones de su disco del mismo año Variadas Crisis. Lo de CAL puede alinearse a lo que conocemos como post hardcore o rock matemático, aunque la particularidad del trio radica en cómo organizan el material sonoro, tanto sus aspectos formales como de contenido, lo que dota su propuesta de una sensibilidad particular, contradictoria e intrigante.
Siguiendo la línea lo-fi iniciada con Puede fallar, Arrojo y Molestia tiene un sonido en el que todas las cosas parecen dispuestas en el mismo plano. La batería suele machacar intensamente polirritmias, el bajo aterriza y da cuerpo a las canciones, mientras la guitarra es diversa y muy expresiva, tejiendo texturas, ruidos y arpegios disonantes, como en el lamento “Lo normal es reventar”. La voz, por su parte, adquiere cada vez más carácter, bebiendo su entonación de lo telúrico.
Lo de CAL es una música rabiosa, lo que no es sinónimo de veloz o ruidosa. De hecho existe una interesante relación entre letras y música. CAL es una banda de contenidos políticos, aunque crípticos (tanto que en Variadas Crisis añadieron una –a mi juicio muy prescindible- explicación de cada una de las letras), cuyo vehículo es una música taciturna, que se arrastra, da vueltas, da espacio y vuelve a explotar (en “Social Kombat”, por ejemplo). No obstante, es en la breve “Liceo en Toma”, donde más altas cuotas compositivas alcanza el trío, con diálogos rítmicos entre la batería y la guitarra, y una extraña energía.
Arrojo y Molestia no tiene canciones redondas como “Esgrima” o “Derroche” de Puede Fallar, pero representa un ladrillo más de tensión para la discografía de CAL, banda donde contenido y soporte están en una fructífera relación dialéctica, porque ambas son significantes.
CAL
“Arrojo y Molestia”
HVF
2014
Por Cristóbal Cornejo
Publicado en ‘Onda Corta: sonidos locales’, El Ciudadano noviembre de 2o14