Este lunes se realizó la novena marcha dentro una serie de manifestaciones contra el Islam en la ciudad de Dresde, al este de Alemania. Se unieron aproximadamente 15,000 personas a la marcha xenófoba, cantando el lema “Somos el pueblo”, una consigna que se usaba contra la dictadura durante los años 80. Pero las manifestaciones en el este tienen un componente peculiar: son muy pocos los musulmanes que viven en la ex-República Democrática Alemana.
“Se trata de lo que pueda venir,” dijo una manifestante al diario DN, un medio de comunicación europeo. “No soy nazi, pero sí nacionalista,” agregó.
Otro participante señaló al periódico europeo que él sigue marchando todos los lunes para mantener “la cultura alemana”.
“Soy taxista y muchos de los turistas que llevo al aeropuerto dicen que están muy felices sobre el hecho de que Dresde sigue siendo una ciudad alemana,” expresó el manifestante. “Aca no se ve nadie que ande vestido en burka, y aquí en los restaurantes todavía trabajan alemanes.”
La marcha fue coordinada por la organización “Pegida” (Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente), y el hecho que se realicen marchas todos los lunes es algo muy simbólico: durante el último año de la RDA, la gente también se tomó las calles en protesta contra la dictadura el primer día de cada semana.
Lo distintivo es que, aparte de que ya no hay dictadura, el pueblo de Dresde, junto a otras ciudades al este de Alemania, se relacionan muy poco con los musulmanes. Al parecer, la gente le teme a lo desconocido. En una encuesta realizada por Statista este año, se demostró que en relación a los habitantes del oeste del país, los pueblos de la ex-dictadura tienen bastante menos interacción con los musulmanes en su vida cotidiana. En el este, el 63% de la población respondió que no tienen encuentros personales con musulmanes, al otro lado, en el oeste, sólo el 33% dieron la misma respuesta.
En un estudio publicado por la revista Deutsche Welle el año pasado, se presentó una diferencia similar sobre relaciones con inmigrantes en general. En el oeste, un 61% dijeron que tenían contacto cotidiano con personas de origen extranjero en su barrio, y en el este solo 29% respondieron que se encuentran regularmente con inmigrantes cerca de su hogar. Además, el estudio demostró que el 21% de las personas que viven en el oeste tienen relaciones familiares con inmigrantes, mientras que el 6% de los encuestados en las provincias de la ex-RDA tienen familiares extranjeros.
El informe preparado por la Universidad de Leipzig destacó que los niveles de racismo entre jóvenes del este, alcanzaban grados de xenofobia equivalentes a la generación antigua del oeste, los que crecieron durante el régimen de Hitler. En la encuesta, casi el 11% respondieron que el nacionalsocialismo también tenía sus “puntos positivos”.
Las explicaciones de las raíces del racismo varían entre factores como la economía, la imagen del islam que se emite por los medios de comunicación, la política de la Unión Europea y el contacto cotidiano con personas de “otras culturas”. Un argumento común entre los partidos y organizaciones racistas en Europa es que los inmigrantes solo viven de beneficios estatales que el gobierno podría usar para mejorar las pensiones. Como ejemplo, el partido sueco de ultraderecha, antes de que obtuviera asientos en el parlamento por primera vez, emitió un video de una campaña política que muestra justamente estas discrepancias, donde mujeres vestidas en burka y una abuela rubia rivalizan sobre un freno de emergencia.
Estos fueron los mismos argumentos que señalaron los participantes de la marcha en Dresde. Ellos dijeron que Alemania tiene demasiados jubilados en condiciones de pobreza, y que los inmigrantes que vienen por razones económicas no son bienvenidos. De todos modos, parece que la organización Pegida trató de remediar su mala reputación mediante opiniones más livianas durante la última protesta, en el fondo marchan contra una amenaza que se percibe de lejos.
Sin embargo, la teoría del vínculo aún se encuentra en disputa. Hay otros casos en Europa donde partidos de la extrema derecha marcan triunfos, aunque los países donde operan reciben muy pocos inmigrantes. A modo de ejemplo, en la última elección de Finlandia el partido nacionalista logró volverse en el tercer partido más grande, a pesar de que es uno de los países europeos con menos porcentaje de extranjeros.
En el año 2013, las personas de origen extranjero constituyeron un 9,3% de la población total de Alemania. Se estima que el país recibirá cerca de 200,000 solicitudes de asilo durante el próximo año.
Sandra Segall
El Ciudadano