El Feminismo Islámico, viene a poner en evidencia prácticas culturales patriarcales ajenas al mensaje equitativo emanado de las Sagradas Escrituras.
Al hablar abiertamente sobre Feminismo Islámico se suceden toda una serie de reacciones y posicionamientos dispares, englobados básicamente en quienes se muestran partidarios y detractores de este movimiento.
Para algunas personas, especialmente entre la población no musulmana, feminismo e islámico, son dos términos incompatibles, presuponiendo que el islam es el causante de las injusticias que se cometen contra las mujeres.
Desde esta óptica, si se define el islam como el conjunto de actitudes y comportamientos de una gran parte de los musulmanes en aquellas sociedades autoproclamadas como islámicas, entonces es acertado afirmar que el islam discrimina a las mujeres, coarta su libertad y oprime el desarrollo de sus derechos más fundamentales. Pero ¿es verdaderamente el islam el causante de estas realidades? Evidentemente, no.
En definitiva, se afirma con rotundidad que el islam es una religión patriarcal, y por lo tanto a de ser combatida y por qué no, abolida. Bajo este prisma, es inaceptable que una mujer (u hombre) pueda considerarse musulmana y feminista al mismo tiempo.
Para otras personas, de religión musulmana, no puede aceptarse el feminismo islámico como algo legítimo del islam, ya que el surgimiento del término “feminismo”, surge en Occidente en un contexto secular de carácter antirreligioso, donde la creencia divina es un estorbo para la liberación de las mujeres.
De esta forma, el “feminismo” se vincula al colonialismo e imposición occidental, debiendo defender el islam como signo de identidad de las sociedades musulmanas contra toda corriente “externa”, como si la justicia para las mujeres fuera una causa ajena al islam.
Se rechaza el “feminismo”, en definitiva, por no estar explícitamente señalado en el Corán, la Sunna o Hadices. Vale señalar con curiosidad que esta reacción no mantiene el mismo grado de rechazo a términos simplificadores que traducen la “Sharia” como ley islámica o “Fiqh” como jurisprudencia islámica, interpretaciones surgidas también en Occidente y que no hacen justicia al significado real de ambos términos.
No cabe duda que quienes más reacios se muestran a aceptar el término, suelen llevar consigo una extensa carga subjetiva de estereotipos y prejuicios relacionados al “feminismo” y por ende a las feministas, haciendo incluso en ocasiones comentarios despreciativos hacia quienes defienden la misma causa que el islam: la justicia hacia las mujeres.
Es por ello que existen otras personas, en su mayoría musulmanas, que, aun siendo conscientes de que el término “feminismo” surgió en Occidente en un contexto distinto al actual, les ha servido de base para ser reinterpretado en diferentes contextos culturales y dar nombre a prácticas igualitarias existentes en otros pensamientos siglos atrás. Ese es, como es lógico, el caso del islam.
Mujeres Musulmanas realizando el salat en el Centro Cultural Islámico de Valencia. FOTO: M. LAURE RODRIGUEZ QUIROGA
No son pocas las aleyas en el Corán que reflejan y apoyan la igualdad entre hombres y mujeres. De la misma forma, numerosos hadices demuestran la ejemplar conducta del Profeta Muhammad (PyB) con respecto al trato hacia las mujeres y donde enseñaba a no situar a las féminas en un segundo plano, sino más bien a elevar su posición social en una sociedad de iguales.
Desde la cosmovisión islámica, cualesquiera que sean los atributos humanos, todas las personas son iguales porque se constata que a través del Corán se pretende eliminar cualquier noción de inferioridad de la mujer con respecto al hombre. Para el islam, la única base de distinción entre seres humanos radica en su práxis moral.
Así pues, el feminismo islámico toma como base el Coran, para desafiar y poner en cuestión las interpretaciones patriarcales, ofreciendo lecturas alternativas que posibilitan la consecución de la tan ansiada igualdad de derechos.
Cualquier persona que se proclame musulmana y que crea en las palabras de las Sagradas Escrituras, debería sumarse a este movimiento de protesta que defiende el espíritu igualitario del islam. En consecuencia, cualquier musulmán/musulmana podría autodefinirse como feminista. Incluso, me atrevería a decir que el ser feminista es una característica más de un individuo musulmán que intenta llevar el camino correcto, como lo es, el ser respetuoso con el medio ambiente, con los seres vivos, con las personas de otras religiones, con las personas mayores…
Desde las sociedades del norte, se hace especial hincapié en resaltar aquellas prácticas culturales de opresión hacia las mujeres y en las implantaciones de visiones actuales de la sharia, que no son más que traducciones de castigos corporales, justificaciones de la violencia doméstica y códigos de familia misóginos y desiguales.
Se están validando estos discursos discriminatorios como representantes legítimos del islam, silenciando a las musulmanas y musulmanes que se enfrentan a corrientes integristas, gobiernos dictatoriales y a interpretaciones equívocas de la equidad otorgadas por Allah hacia toda la humanidad.
Utilizar el discurso del feminismo islámico, supone reconocer situaciones de discriminación y opresión que se hacen en nombre de la religión, por lo que se reivindica la posibilidad de liberarse de toda desigualdad en el marco del islam.
Hay quienes consideramos que se ha producido una degradación de la tradición islámica y una tergiversación de los textos sagrados en beneficio del género masculino. Desgraciadamente, el modelo ejemplar de Medina, en vida de Muhammed (PyB), fue perdiendo su peso paulatinamente, a escasos años de la muerte del Profeta, por lo que esa visión igualitaria duró pocas décadas. Reflejo de ello, es la situación actual de los países que no pierden la ocasión de autoproclamarse islámicos, cuando corrompen el sentido de equidad que emana del Coran.
La mujer, junto al hombre, constituye un pilar fundamental de la humanidad, por lo que privarlas a ellas de sus derechos (legítimamente reconocidos por Allah) impide que la sociedad evolucione.
Tomaré como ejemplo las valiosas palabras del monarca marroquí, Mohamed VI en su segundo discurso dirigido a la nación el 20 de agosto de 1999:
«¿Como se puede garantizar progreso y prosperidad a una sociedad cuando sus mujeres, que constituyen la mitad de la misma, ven sus derechos pisoteados y sufren injusticia, violencia y marginación, sin tener en cuenta el derecho a la dignidad y a la igualdad que les confiere nuestra religión?»
Y es precisamente desde el interior de las sociedades musulmanas, desde donde se debe empezar a realizar un autoanálisis y autocrítica de las realidades presentes en la actualidad y que destruyen el reconocimiento a una serie de derechos que en la práctica han sido abandonados. La herramienta es fácil, ampararse en el verdadero mensaje de Medina (primera sociedad islámica) y aferrarse al islam como verdadero garante de liberación de la mujer y que permita cambiar su estatus actual.
Es por eso que muchas mujeres musulmanas, luchan por una recuperación del islam en su mensaje más progresista e igualitario, trabajando por deconstruir las interpretaciones erróneas del Corán, para recuperar ese mensaje ideológico que hace 15 siglos garantizó un estatus social, económico y legal de pleno desarrollo de mujeres y hombres.
por M. Laure Rodríguez Quiroga
M. Laure Rodríguez Quiroga es Trabajadora Social y Presidenta de la Unión de Mujeres Musulmanas de España. Asimismo, ostenta el cargo de Directora de Torre de Babel.
Foto portada de Olivier Laban-Mattei
Fuente: Webislam