Jamás he sido muy bueno para las matemáticas, pero el siguiente cálculo es bastante sencillo: súmense 10.000 nuevas tropas a Afganistán, sistemáticas violaciones en las ocupaciones de este país y de Irak, silencio cómplice ante dos genocidios, uno en Gaza, el otro en Sri Lanka (donde aún hay 300.000 seres humanos en campos de concentración), un golpe de Estado en Honduras donde la participación norteamericana ha sido un secreto a voces (aunque les haya salido el tiro por la culata), siete nuevas bases militares en Colombia y ¿qué tenemos de resultado? Un premio Nóbel de la “Paz” para el presidente de EEUU, Barack Obama.
En realidad, no me quita el sueño lo que hagan o dejen de hacer con un premio que vale bien poco, y que el único mérito que cuenta para obtenerlo es el cálculo político. Es verdad que este premio lo han recibido gentes de indudable valor como Pérez Esquivel, Rigoberta Menchú, Martin Luther King o Desmond Tutu. Pero estos casos en verdad son más bien excepcionales. La lista de quienes lo han recibido está de testigo. En esta lista, encontramos gente como Theodore Roosevelt (1906), quien popularizara la fórmula de la zanahoria y el garrote al referirse a las relaciones internacionales de los EEUU en los inicios de su fase imperialista, quien aplaudiera el asesinato judicial de los Mártires de Chicago en 1886 (por atreverse a luchar por la jornada de ocho horas) y quien se caracterizó por su trato brutal a todo el movimiento obrero de su época.
Woodrow Wilson, otro presidente norteamericano, también recibió el Premio Nóbel de la Paz en 1919. ¿Sus méritos? Haber participado en la creación de la Liga de las Naciones. Ciertamente no se tomaron en consideración los siguientes “detalles”: fue el presidente que declaró a los EEUU en guerra durante la Primera Guerra Mundial, invadió, durante su gobierno, el México de Zapata, Cuba, Haití, República Dominicana, Nicaragua y Panamá. Como si esto fuera poco, fue abiertamente racista y defensor de las virtudes de la esclavitud; se opuso abiertamente a que los negros pudieran ser estudiantes y se negó a que los Estados del Sur de EEUU pudieran tener derecho a voto. De hecho, se oponía a que los negros pudieran votar en ninguna parte de la “tierra de la libertad” y estableció en las oficinas federales, bajo su gobierno, la segregación racial. No es de extrañar, que como corolario a su racismo, fuera también apologista del Ku Klux Klan.
Otro de los laureados con el Nóbel de la “Paz”, es ni más ni menos, que Henry Kissinger (1973), quien como cruel paradoja, recibió este premio precisamente el mismo año en que, como Secretario de Estado de los EEUU, maquinó el derrocamiento de Allende y el ascenso al poder de Pinochet, quien durante 17 años sembró la muerte y el terror en todo Chile. El premio fue otorgado por haber negociado el retiro de las tropas yanquis que habían invadido Vietnam. Que un personaje siniestro como Kissinger reciba el Nóbel de la “Paz” es verdaderamente tragicómico y revela el escaso valor de este premio: su prontuario incluye masivos bombardeos a Camboya y Vietnam, donde miles de seres humanos fueron calcinados con NAPALM, apoyo irrestricto a la brutal dictadura de Suharto en Indonesia y apoyo militar a su genocida invasión de Timor Leste, apoyo a grupos paramilitares en Angola (UNITA) y Mozambique (RENAMO), alimentando sus acciones criminales que cobraron la vida de más de un millón de personas, apoyo activo a las dictaduras del Cono Sur de Latinoamérica y a su “Plan Cóndor”, que selló el cobarde asesinato, la tortura y la desaparición de miles de militantes de izquierda Chile, Argentina, Bolivia, Uruguay, Paraguay y Brasil. Eso, sin mencionar su asesoría a George W. Bush antes de la invasión de Irak en el 2003.
Ahora bien, ¿cuál es la razón para dar este reconocimiento a Su Majestad Obama? Al parecer su supuesto rol en mejorar la cooperación en el mundo, o algo así. Supongo que me he perdido de algo, puesto que las dichosas bases militares en Colombia casi nos arman un pedazo de conflicto en Sudamérica y han avivado “los vientos de guerra” que soplan entre los Andes y el Amazonas, y nos han metido en una carrera armamentista por lo demás, preocupante. Obama, con estas bases, ha avivado el fuego del régimen de ultra-derecha de Uribe, quien se encuentra salpicado por sus vínculos con el genocida paramilitarismo. Su actitud permisiva ante las sistemáticas violaciones de Israel al pueblo palestino ha sido una constante, y hoy recibimos la noticia que su gobierno se opuso activamente al informe Goldstone sobre crímenes de guerra perpetrados por Israel en la ofensiva de enero contra Gaza, realizando numerosas gestiones diplomáticas para influir el voto de los miembros del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Sin embargo, esta presión fracasó y es probable que siga boicoteando el establecimiento de la verdad y de alguna medida de reparación a este pueblo hambreado y bombardeado en el Consejo de Seguridad de la ONU o en otras instancias superiores. ¡Vaya un servicio a la paz! Ni qué decir de su decisión de seguir con la política guerrerista y su secuela de violaciones interminable y de daños colaterales en contra de la población de Afganistán. Si el Premio es para esfuerzos de “Paz”, hay algo que no cuadra…
No por nada, Eyad Bornat, dirigente palestino del Comité Popular de B’ilin, que durante años se han opuesto a la ocupación israelí y a la construcción del muro del “Apartheid” que divide sus comunidades y los encierra como a animales, escribió las siguientes palabras del fondo de su corazón, con dolor e ironía:
“Los EEUU aún están en Afganistán y en Irak, y Palestina sigue bajo ocupación (…) no hemos visto ningún cambio. ¿Por qué el comité no ha dado este premio a Bush? Recuerdo que hace nueve años Bush pronunció un excelente discurso acerca del establecimiento de un Estado Palestino para el 2005. Luego de ese discurso, Sharon invadió la mezquita de Al Aqsa, y los EEUU invadieron Irak. ¿Por qué no dieron entonces a este hombre el premio, y en lugar, lo único que recibió fue un zapatazo? ¡Esto es una injusticia!
Lo lamento Mister Bush. Usted trabajó duro, durante ocho años, asesinando niños, lanzando guerras y apoyando la ocupación, y aún así le han dado el premio a otro hombre.” [1]
Sumando y restando, al parecer, el único mérito que va quedando a este “pacificador a la brava”, es su grandilocuente discurso sobre un “mundo sin armas nucleares”… dicho sea de paso, hasta el día de hoy, los EEUU no han dado el paso de desmantelar ni siquiera una de las innumerables ojivas nucleares que poseen, las cuales en total suman un poderío bélico capaz de destruir ocho veces al planeta Tierra…
Ya no queda espacio para la vergüenza, aunque Obama, replicando las mismas palabras de Kissinger, haya recibido el Premio con “humildad”. Como la vieja canción campesina “El Diablo en el Paraíso”, que celebrara al “mundo al revés”, ahora son los guerreristas, los imperialistas y los que violan sistemáticamente los derechos humanos en nombre de los argumentos elásticos de la seguridad nacional y de la guerra contra el terror, los que son confundidos con palomas de la paz… ¡Las cosas que hay que ver! Si esta es la paz del sistema capitalista, no es de extrañarse que los muchachos parisinos, durante el levantamiento del Mayo Francés de 1968, escribieran en las paredes de su ciudad que un fin de semana de paz capitalista era infinitamente más sangriento que un mes de revolución absoluta. Hoy esta afirmación tiene más lucidez y veracidad que nunca.
por José Antonio Gutiérrez D.
17 de Octubre, 2009
[1] http://www.bilin-ffj.org/index.php?option=com_content&t…mid=1