Entrevista a la fotógrafa Paz Errázuriz: “Soy feminista, pero no militante”

Paz Errázuriz nació en Santiago de Chile


Autor: Wari

Paz Errázuriz nació en Santiago de Chile. Luego de estudiar educación en el Cambridge Institute of Education, Inglaterra en 1966, y educación en la Universidad Católica de Chile en 1972, empezó su formación como fotógrafa autodidacta, la que luego perfeccionó en el International Center of Photography de Nueva York en 1993.

Inició su actividad profesional y artística en la década del ´80. Dado su interés por explorar diversas formas de vida, sus fotografías en blanco y negro abordan principalmente el género del retrato. Ha expuesto individual y colectivamente en Chile, Australia, Alemania, Italia, Cuba, Estados Unidos, Canadá, Suiza y México, entre otros países, destacando por su exposición “Los nómadas del mar”, realizada en 1996 en el Museo Nacional de Bellas Artes y la exposición “Réplicas y sombras”, en la sala de la Fundación Telefónica de Santiago de Chile en 2004.

Confundadora de la Asociación de Fotógrafos Independientes (AFI) y colaboradora de la revista Apsi y de diversas agencias de prensa extranjeras, ha recibido las becas Guggenheim (1986), Fundación Andes (1990), Fulbright (1992) y Fondart (1994). Además, recibió el premio Ansel Adams, otorgado por el Instituto Chileno Norteamericano de Cultura en 1995; y el Premio a la Trayectoria Art´sitica del Círculo de críticos de arte de Chile en 2005.

El día Miércoles 26 de Agosto de 2009 se inauguró la exposición “Cultura de Taller”: una iniciativade la Fundación Itaú en conjunto con la consultora Arte y Ciudad, y la Corporación Cultural de Las Condes, donde actualmente se está exhibiendo el trabajo hasta el 11 de Octubre. La muestra comprende a 27 artistas nacionales fotografiados en sus íntimos espacios de trabajo a través de la mirada de los fotógrafos Paz Errázuriz y Luis Poirot. Asistí al evento a propósito de visitar la muestra de dos maestros de la fotografía análoga en Chile, pero más que todo, quería conversar con Paz Errázuriz acerca de fotografía, fotógrafas y feminismo. He aquí el resultado.

PEDAGOGÍAS

¿Cómo fue tu experiencia en la pedagogía?

Estudié pedagogía primero en Cambridge, pero no es que yo me fuera a estudiar allí, me fui  de pareja de un becario y  tuve esa posibilidad de estudiar. Al volver, durante la Unidad Popular, como aún no me había titulado, aproveché de terminar el proceso en la Universidad Católica cuando Allende sacó una ley para todos los profesores que no se habían titulado y daban clases. Pero justo nació mi hijo y lo tuve que postergar nuevamente. Hice clases en la enseñanza básica y me encantaba, pero de repente me desvié y justo ahí empecé a practicar fotografía, digo practicar porque nunca estudié formalmente, en el mismo colegio practicaba fotografía con los niños, algo maravilloso.

¿Y así llegaste a la fotografía?

Sí, aunque desde antes siempre me fascinó, y no tuve cámara hasta grande, en Inglaterra me compré una cámara, lo que era un lujo en esos tiempos, pero en el fondo, yo siempre había querido estudiar arte y la fotografía se convertía en un campo que me atraía mucho, además practicaba sola. La pedagogía calzó con el fin de la Unidad Popular: pertenecía a un sindicato, todo empezaba a estar como en contra y justo hubo un gran problema con el centro de apoderados de uno de estos colegios, y me vino estupendo: dedicarme a mi guagua, desarrollar la fotografía, y así es como terminó mi cuento con la pedagogía.

FOTOGRAFÍAS

Hablando de tu trabajo, me llama la atención cómo desde tu origen de clase abordas relatos de borde, historias del margen

Naturalmente hay una biografía, una situación muy fuerte que rompe con el origen. Para mí fue clave la salida de Chile joven, porque me fui a los 18 años. Hay una formación que yo elegí donde me encuentro con temas que no podía abordar aquí como era la política. Me tocó vivir un tiempo muy importante donde uno podía opinar, descubrir otras cosas, no quería volver, me iba a ir a  Cuba. Aunque después analicé la situación y pensé que también podía hacer un trabajo acá, consciente, en mi propio país y no volverme a escapar.  De ahí a la vuelta y al golpe hay un solo paso.

¿Te ocurre a veces, durante el proceso de hacer fotografía, que no sabes muy bien por qué haces algo y luego mucho más tarde tienes alguna respuesta?

Exactamente. Puedes encontrar alguna emoción que motivó el trabajo, pero es un proceso que está tan imbricado en un tema personal, que finalmente veo todos los trabajos como parte mía, me cuesta separarme, explicarlos o incluso terminarlos, quedas con unos duelos eternos y además son cosas que nadie te pide que las hagas, no hay nada exterior que te impulse. Siempre hay algunos trabajos más queridos que otros, a algunos les das tanto tiempo, cuatro o cinco años porque necesitas ese tiempo para mirar, por ejemplo, “Los Nómades del mar”. Creo que la fotografía es un trabajo muy solitario donde es posible abordar ciertas obsesiones, darles un cauce, por ejemplo, el trabajo de La manzana de Adán: previamente había estado ocupada con el tema de la prostitución, incluso me habían pedido ser madrina, a esos niveles ya de amistad, algo muy bonito, y lamentablemente no pude mostrarlo. Entonces fue terrible, quedé en blanco, al mismo tiempo había conocido a dos travestis que les encantaba fotografiarse, y no tenían problema en exponerse, y así iniciamos ese ensayo. Al principio pensé que podía hacerlo sola, empecé a grabar porque era muy entretenido todo lo que pasaba allí, pero me di cuenta que no podía y finalmente lo hice en colaboración con Claudia Donoso que trabajaba también en la revista Apsi.

¿Cómo llegas al video, pensando en tu último trabajo, “El sacrificio”?

Siempre me encantó la cámara de video, y empecé a usar una pequeña. Ese  video es breve, dura ocho minutos, es el degollamiento de un animal, lo hice de corrido, por tanto no fue muy difícil editarlo. Lo que pasó es que empecé a hacerlo  en fotografía, pero faltaba algo, había un silencio que quería rescatar y que me impulsaba a hacerlo de otra manera. De todos modos lo considero un trabajo experimental.

¿Qué opinas del panorama actual de la fotografía en Chile?

Creo que está mucho mejor que antes, hay muchos más libros de fotografía chilena, más galerías donde puedes exponer, hoy día se comercializa mucho más, hay más escuelas, más difusión.

Hablando de las tecnologías del  oficio ¿qué cámara te acomoda?

Siempre he trabajado en 35 milímetros, con una Nikon, y tengo otra cámara de medio formato, que es con la que he hecho algunos trabajos, algo más de retrato, por ejemplo los boxeadores. Con lo digital me ha costado entrar, prefiero lo análogo, es distinto, el tema del grano, el blanco y negro, el trabajo de laboratorio. Voy a los lugares, no trabajo en estudio.

FOTÓGRAFAS

¿Cuándo empezaste, conocías algunas fotógrafas?

Muy poco, conocía los clásicos: Cartier Bresson, Quintana, Sergio Larraín. Mucho  después empecé a conocer mujeres fotógrafas,  y quedé impactada con Diane Arbus, Mary Ellen Mark, luego vas buscando una mirada más personal y finalmente indagas en qué mujeres habían hecho fotografía y te encuentras con  mujeres muy anteriores, las inglesas; por ejemplo Julia Margaret Cameron. En ese tiempo tampoco habían muchas escuelas de fotografía, la parte técnica se aprendía por datos, era todo más por ensayo y error hasta que, después de la cámara, pude tener un cuarto oscuro,  que fue lo mejor que le puede pasa a alguien.

¿Tú crees que existe un lenguaje femenino en la fotografía?

Me lo he preguntado muchas veces, creo que en todo hay una mirada, un pensamiento, he revisado dentro de la historia de la fotografía y creo que es un tema que no se ha tocado. No me atrevo a asegurar nada, pero creo que hay algo en el proceso que se arma en el trabajo, porque trabajamos con personas.

Y el área del auto retrato, lo considerarías como un tópico en las mujeres fotógrafas,  pensando en Claude Cahun, Cindy Sherman, o Nan Goldin?

Hace poco empecé a jugar un poco con el tema porque me pidieron unas fotos y me enfrenté con una cámara digital, encontré fabuloso esto de tener 50 fotos y borrar, aunque es un poco como mirarse al espejo. Ahora, hacer un estudio, algo serio, como uno le pide a los alumnos, algo bien mateo, eso no lo he hecho.

¿Qué fotógrafas te gustan y qué te pasa cuando te comparan con Diane Arbus?

De Nan Goldin me encanta su trabajo, también Diane Arbus, Mary Ellen Mark, Graciela Iturbide, las mexicanas y las argentinas, pero uno pasa por etapas. A veces no me importa el tipo de trabajo que hagan, me interesan ellas como artistas, como personas. Y a Diane Arbus, la respeto muchísimo, pero el hecho de comparar es inaceptable, creo que básicamente es ignorancia.

Se dice que al arte de la fotografía se llega tarde, más aún en el caso de las mujeres, ¿qué crees?

Sí fíjate, en mi caso, a los 18 años lo único que quería era tener una cámara, y después todo este cuento de las vueltas, de las guaguas, de que te separas, y de que hay que trabajar, hay tanto problema. Creo que ahí las mujeres hemos tenido que solucionar el tema de la crianza, el tema económico, y claro, cuando llegas a vieja te encuentras con una lucidez impactante, y hay que ganar tiempo perdido.

¿Cómo fue la experiencia del trabajo desarrollado con otras mujeres en fotografía, porque has  expuesto en colectivas con otras fotógrafas incluso en Kenya?

En tiempos de dictadura hicimos muchas cosas, pero  por ejemplo en la Cepal, expusimos y me censuraron, llegué y no estaban mis fotos, hay muchos trabajos que se perdieron, no los devolvieron nunca las agencias, eran idealismos de nosotras,  íbamos donde nos invitaban a exponer: en Italia, España, Alemania, Croacia, las colectivas viajaban por todo el mundo en distintas galerías, hasta las partes más estrafalarias, porque buscábamos difusión.

¿Te consideras feminista?

Soy feminista, pero no militante, tengo una mirada más independiente. Todas mis amistades son feministas y reconozco que he participado siempre en la lucha, en las demandas, y estoy por todas las causas feministas, aunque creo que el movimiento como tal está muy dividido, hay muchas rencillas y duele ver eso. No  es falta de compromiso o flojera el no ser más activa en el movimiento, tal vez hay algo que una  no termina de resolver en una misma.

por Paulina González (texto y foto portada)

Fotos: Paz Errázuriz

www.feministastramando.cl


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