En efecto, la Comisión Europea ordenó el desguace completo del negocito de «bancaseguradora» que habían inventado. En una decisión radical que va mucho más allá de lo que se esperaba, ordenó que ING deberá dividirse en dos, desprendiéndose de su negocio de seguros y su filial bancaria en los EE.UU., concentrándose en el negocio bancario en Europa.
Deberá efectuar de inmediato un aumento de capital de 7.600 millones de Euros, para repagar en parte los fondos fiscales del rescate. Sus acciones volvieron a caer un 18 por ciento en el día (FT 28/10/2009).
De este modo, la otrora gigantesca ING verá reducidos sus activos en un 45 por ciento. Una medida similar ha afectado ya a Commerzbank en Alemania y se espera algo similar para Lloyds y Royal Bank of Scotland en el Reino Unido. Esta fuerte determinación de la Comisión Europea señala un camino similar para los bancos estadounidenses en situación parecida.
El Financial Times del 26 de octubre del 2009 comenta que esto termina con la idea que bancos y aseguradoras podían venderse mutuamente sus productos. Los primeros creaban derivados que eran asegurados por las segundas. Adicionalmente, un truco de las clasificadoras de riesgo contabilizaba dos veces su capital. Cuando la crisis los golpeó a ambos tuvieron que recurrir al gobierno. Ahora, para compensarlo, les han ordenado partirse en dos.
En Chile, ING todavía es dueña de una de las principales AFP, pero se ha visto obligada a vender su negocio de seguros de vida a Corpbanca.
La crisis ha puesto en evidencia la inviabilidad del sistema de AFP por dos motivos principales:
a) En los últimos cien años, los mercados han estado a pérdida durante sesenta y el precio de las acciones ha subido del orden del uno por ciento real anual, lo cual impide sustentar pensiones en la capitalización individual;
b) las aseguradoras privadas a las cuales los afiliados deben traspasar la propiedad de sus fondos al jubilar con renta vitalicia, han resultado ellas mismas insolventes.
Es conocido que los gobiernos han debido inyectar más de doscientos mil millones de dólares a las mayores aseguradoras del mundo para evitar su colapso. Cenda ha viene siguiendo a diario la caída en el precio de sus acciones, que ha superado el 90 por ciento en las más grandes.
Por Manuel Riesco Larraín
Economista del Cenda. Miembro del Consejo Editorial de Crónica Digital