Cuando Josefa Errázuriz ganó las elecciones municipales en 2012 y con ello sacó a Cristián Labbé de la Municipalidad de Providencia, el futuro de los vecinos de dicha comuna se veía positivo y auspicioso. Para la política era un gesto de recambio y nuevos tiempos.Sin embargo, el período como edil de Josefa Errázuriz estará marcado por el 2014. Un año donde protagonizó complicados episodios que sin ir más lejos, la han hecho pedir perdón a la ciudadanía. La problemática con los locatarios de centros nocturnos –pubs y restaurantes- con las correspondientes votaciones y alegatos tanto de los concejales como de los propietarios y vecinos dejó entrever que lo que podía ser una medida estrella de su administración, paso a ser una confusa y cuestionada decisión.
Sumado a ello, el reciente escandalillo desatado luego de que Errázuriz le prestara la Municipalidad a su sobrino para que se casara por el civil e indicara que sí había solicitado permiso de la contraloría para ello. A propósito de esta situación, hoy distintos medios titulan con que el contralor de la Municipalidad, Guillermo Risopatrón no habría autorizado a la alcaldesa a utilizar el Palacio Falabella. Se informó que luego de que el concejal independiente Rodrigo García Márquez solicitó la versión oficial del contralor, este último contestó que «en el contexto de una conversación informal, la Sra. alcaldesa consultó al suscrito la posibilidad de utilizar los salones de la Sede Consistorial para efectos de realizar una reunión familiar privada (matrimonio civil), a lo cual respondí que ello no era posible». Además, señaló que “le mencione, ante una nueva consulta, que podría eventualmente ocupar su oficina privada, después de la jornada laboral, ya que en mi opinión, la oficina constituye un lugar privado (…) Finalmente, no tuve conocimiento si el evento se llevó a cabo» y afirmó que «a esta dirección no le corresponde autorizar el uso de dependencias municipales, por no estar comprendido en sus funciones. Por lo tanto, no hubo autorización escrita de parte de la Dirección de Control Municipal».
Labbestia contraataca
A todos estos impasses originados en la alcaldía se suma la firme decisión de Cristián Labbé Galilea de repostularse como candidato a alcalde de la que fue por años su reino: la muni de Providencia. Labbé –involucrado e investigado en la participación de violación a los derechos humanos en el caso Tejas Verdes– afirmó hace unas semanas que participará en los próximos comicios municipales, con o sin el apoyo de la UDI. Entre sus dichos también se refirió a la actual administración y dijo que «serán los vecinos quienes tienen que decir si la gestión ha sido eficiente o no».
Labbé ha dicho que su misión es “recuperar la Municipalidad de Providencia”, decisión que ha generado la reacción inmediata incluso de su partido, la UDI. Los gremialistas han afirmado que exigirán primarias si es que hay más candidatos para pelear la municipalidad en cuestión. Gustavo Hasbún, vicepresidente de la colectividad dijo que «Todo el mundo tiene derecho a querer ser candidato. Para ser candidato en la UDI hay reglas del juego, y esas reglas son claras para todos. Obviamente donde hay más de un candidato, hay primarias«. Hasbún agregó «En eso será la propia ciudadanía la que elija quién va a ser su candidato y nosotros, en esto, vamos a ser bastante claros de que las reglas del juego son para todos, no para un grupo, y que no existen ciudadanos de primera ni de segunda clase».
Dado el tipo de política que Labbé representa, basada en su fiel defensa a la dictadura y ultra conservadurismo, es de esperar que los problemas que ha enfrentado Errázuriz -que podrían costarle votos menos- NO pavimenten el regreso del ex coronel del Ejército. Personaje de la política a quien incluso se le apodó Labbestia cuando decidió cancelar la matrícula a alumnos de establecimientos municipales de Providencia que no fueran residentes de la comuna en 2012.
Cabe señalar que entre las primeras medidas de Errázuriz, implementó el cambio de nombre de la avenida 11 de septiembre por Nueva Providencia, un gesto valorado por quienes veían una ofensa en la alusión a aquella fecha tan dolorosa para miles de familias y confirmaba sus ánimos progresistas.