La exposición de la japonesa en la Ciudad de México está llegando a su fin (el 18 de enero de l 2015), lo que ha desatado, todavía más, el fenómeno al que raramente se enfrentan los museos en la actualidad: la sobrepoblación. Esta ha sido la exposición más visitada en la historia del museo, por lo que ha supuesto el incremento de guías, custodios, así como de personal de seguridad. El éxito ha marcado un antes y un después en la trayectoria del museo. En promedio, como señala El Universal, cada día más de 2 mil 100 usuarios han visitado la muestra. Antes de la llegada de Yayoi, se estimaba un promedio de 5 mil visitantes al mes. Desde el día de su inauguración, más de 204 mil personas han visitado la retrospectiva (y todavía quedan cuatro semanas).
El público también ha aumentado de manera virtual. Antes de la exposición, la página web oficial del museo recibía entre 15 y 18 mil visitas al mes. En el transcurso de la exposición el número de visitas ha crecido de manera exponencial: hoy rondan los 200 mil usuarios (no únicos). De la misma manera, como relata Sofía Provencio, jefa de Comunicación del museo, los tweets se han multiplicado, así como las preguntas que reciben, por lo que la atención a los medios ha de ser constante.
En esta ocasión, además del crecimiento en número de visitas reales y virtuales, es muy rescatable que el público juvenil haya sido el que más ha llenado el museo, situación inusual ya que este público es el más difícil de atraer a las instituciones como museos o galerías.
La retrospectiva ha supuesto un reto tanto para el museo como para su seguridad, pero se han buscado soluciones para poder recibir a todo el público posible, hacer que el personal trabaje inclusive horas extras y reduciendo el tiempo de visita. Aun así, la exposición sigue, y seguirá hasta el último día, siendo todo un éxito. El verdadero reto va a llegar tras su clausura, ya que como señala Provencio, volver a mantener a un público cautivo y masivo supondrá seguir preparando grandes muestras y continuar trayendo la obra de grandes artistas.
La artista alcanzó popularidad en los años sesenta con Accumulation Sculptures, obra que daría paso a la repetición incansable y masiva de formas y elementos, en primer instancia, tratándose éstos de falos acumulados.
Yayoi Kusama, además de ser la artista y escritora japonesa viva más importante, a sus 85 años de edad es reconocida por haber roto con los límites entre lo privado y lo público, ya que la enfermedad marcó desde su juventud las pautas de su obra. La artista ha logrado adentrarse en una poética en la que desarma sus miedos, elabora sus traumas, y sublima sus obsesiones patológicas a partir del proceso artístico:
“Cuando era una niña experimenté este estado de obsesión infinita, entonces pinté el mismo motivo interminablemente. Cuando pintaba encontraba el mismo patrón en el cielo raso, escaleras y ventanas, como si estuviera en todos lados. Entonces me acerqué y quise tocarlos y empezaron a subir por mi brazo también. Fue horrible pero se terminó, casi”.