Finalmente hubo cambio de gabinete. La ministra de salud Helia Molina presentó su renuncia luego de que una entrevista en la Segunda la enviara al escarnio público y así rodara la primera cabeza del hasta ahora invicto gabinete de Bachelet. La presión de la Alianza para la expulsión de la ministra se activó a raíz de las declaraciones de Molina, quien en realidad no dijo nada nuevo. «En todas las clínicas cuicas de este país muchas de las familias más conservadoras han hecho abortar a sus hijas» fue la frase que empujó al Gobierno a quitarle el piso a la secretaria de Estado y a los cuestionamientos de la oposición siempre atenta al más mínimo detalle.
Que la ministra se haya referido a una situación que hace años es vox populi en nuestro país, una afirmación que se refleja en el difundido número de “operaciones de apendicitis” en clínicas privadas pudo ser un mal manejo mediático, confianza desmedida en el famoso off the récord que la ministra acusó como incumplido o una afirmación infundada que dado su cargo debió respaldarse en estudios. Sin embargo, a través de las redes sociales se generó apoyo a Molina, pues la gente subrayó su valor, destacaron la verdad que había en sus palabras y criticaron que estas fueran castigadas.
Pero claro, había que tener pruebas. Y en un país donde el aborto no es prioridad y la Iglesia y los sectores conservadores pretenden imponer sus posturas por sobre el derecho de las mujeres, escasean los estudios, cifras y estadísticas. Entonces el aborto en clínicas se esconde, abunda en las casas de las poblaciones y prolifera el misoprostol, que a veces también es asistido por médicos para que no el medicamento no deje huellas de que se interrumpió un embarazo.
Cuando el vocero Álvaro Elizalde anunció la renuncia de Molina, argumentó que la decisión respondía a “evitar polémicas artificiales que puedan distraer al gobierno de la significativa tarea de mejorar la salud de todas y todos». Además aseguró que la Presidenta Michelle Bachelet «expresa su reconocimiento a la doctora Helia Molina por su enorme contribución a la gestión de gobierno y su compromiso de servicio público expresado, no sólo en estos meses, sino a lo largo de su trayectoria en su vida profesional».
En tanto la protagonista del último escandalillo político del 2014, Helia Molina dijo: “No me desdigo de nada”. Además dijo estar feliz “con haber trabajado en el gobierno de la Presidenta Bachelet, renuncié porque no quiero producirle molestias a mi gobierno».
De todas maneras quedará en cuestión la ética de quién no habría respetado el off the record o cualquier petición de la ministra (si es que solicitó ese derecho en su calidad de entrevistada) de mantener en la grabadora, la frase que la sacó del gobierno. Quedará en duda el valor de esa cuña sacada de un contexto informal, para titular en rojo la mínima porción de una entrevista de dos horas.
Por otra parte,desde la Alianza acusaron que esta renuncia sería una cortina de humo para sacar la ministra por mala gestión.