“Cynical Realism” es un movimiento que se inició en China en la década de los noventa, principalmente en Pekín, y que buscaba reunir a todos aquellos artistas e intelectuales que estaban descontentos con la herencia de la Revolución Cultural.
Un ejemplo de este realismo cínico sería la obra del reconocido a nivel internacional Ai Weiwei (1957). Con su instalación Sunflower Seeds en el Tate Modern, llenó un espacio con toneladas de pipas de girasol de tamaño natural, hechas en porcelana, mismas que fueron realizadas por artesanos chinos. Esta obra simboliza el trabajo de producción de mano de obra intensiva, y cómo a veces no se valora el trabajo artesanal, por ser trabajo que hacen los artesanos o artistas por encargo, cuando en realidad lleva tras ello horas de trabajo y dedicación. Ai Weiwei realizó esta gran denuncia mediante el arte.
Sunflower Seeds
Fang Lijun (1963) es otro que a través de su obra, representa su país mediante la combinación de la tradición del arte pop occidental, y la herencia de la pintura china tradicional. Dentro de la mezcla de ambas herencias aparecen cuerpos fragmentados, figuras grotescas, rasgos tan exagerados que se vuelven caricaturas, repeticiones infinitas de los mismos elementos, entre otros detalles.
Fang Lijun
Muy parecido al anterior es Yue Minjun (1962) un artista contemporáneo chino, que vive en Beijing, China. Es famoso por sus autorretratos al óleo en los que aparece él mismo congelado en diversas posturas, con risa o sonrisas exageradas. Este sello distintivo, el volverse a sí mismo imagen y producción, le ha llevado a hacer también esculturas e impresiones.
Una de sus obras, Ejecución (1962) se vendió en el 2007, en una subasta en Sotheby’s, por 5.9 millones de dólares, convirtiéndose en la obra más cara del arte chino contemporáneo. Esta obra es muestra de cómo la iconografía occidental influyó en el arte oriental, ya que las similitudes entre este y El tres de mayo de 1808 de Goya, son notorias.
El tres de mayo de 1808 de Goya
Con esta herencia vemos que el arte pop en China se vuelve político y de denuncia, siendo la sociedad su inspiración y personaje principal. El pasado no se olvida, y la crítica cada vez más arraigada en muchos artistas y en el arte, llevó incluso a la prohibición de éste, por lo que muchos artistas se vieron obligados al exilio.