En el siglo XX, con la llegada de la modernidad a Latinoamérica, se da una revalorización de la cultura del pasado. Este orgullo, y el volver atrás, se lleva a las reproducciones artísticas. Por eso, la mayor parte del arte del siglo XX en Latinoamérica expresa, además, la historia colonial de la región, lo que genera identidad independiente a las influencias europeas. Los artistas empiezan a utilizar el arte como recurso para justificarse en el presente como orgullosos de su tierra y sus raíces, dentro de un aura de nostalgia y recuerdo.
Abaporu (1928), Tarsila do Amaral
Poco a poco, después de una primera ola de arte nacionalista y de la consolidación de grandes artistas latinoamericanos, el arte se fue dirigiendo a otros fines más políticos, sociales y con técnicas más contemporáneas.
Por ejemplo, en 1964 hubo un golpe de Estado en Brasil. El brasileño Cildo Meireles (1948) se interesó tras este evento en su país por el arte político. Su obra, sigue la línea del arte simbolista y con elementos nacionales, mientras se adapta a soluciones más modernas; fuera del lienzo. Como se puede ver en su obra Misión/misiones, esta es una instalación que examina las misiones jesuitas que empezaron a partir de 1610 en países como Paraguay, Argentina y Brasil [1].
Misión/misiones, Cildo Meireles (1948)
Esta obra se constituye de una alfombra de 60,000 monedas y, sobre ellas, una cama de huesos. Una capa y otra, se conectan por una columna de hostias: simbolismo del intento de los misioneros por salvar a las poblaciones del canibalismo (práctica recurrente en el pasado, y a la llegada de los colonizadores) y convertirlas al catolicismo.
Es de las primeras obras latinoamericanas que se van alejando de un orgullo nacionalista para ejercer un tipo de denuncia o creación de narrativas históricas.
Ana Mendieta (1948 – 1985) fue otra artista cubana, víctima de la Operación Peter Pan, que partiendo de un discurso personal y de su patria, realizó su propuesta artística. “La operación Peter Pan, fue un programa que creó el Gobierno estadounidense a principios de 1960, cuyo objetivo era dar refugio a los hijos de los cubanos que se oponían al gobierno revolucionario”. Con este traslado, Mendieta perdió gran parte de su identidad cultural al ser sacada de su país de origen, de sus raíces. La reubicación fue un tema recurrente en la obra de Mendieta, quien se valió del arte y de los performances para sublimar el sentimiento de pérdida y para tratar su experiencia personal.
Árbol de la vida, Ana Mendieta
León Ferrari (1920) es un artista argentino famoso por sus obras enfocadas a cuestiones políticas y religiosas. En La civilización occidental y cristiana, una de sus obras más representativas, podemos ver a Jesucristo crucificado sobre el fuselaje de una caza estadounidense. Esta obra es una protesta contra la guerra de Vietnam.
La civilización occidental y cristiana, León Ferrari
Tomás Sánchez (1948) realiza en Al sur del Calvario, 1994, una crítica más actual y con un problema que sigue vigente y en incremento. Esta obra, de pintura acrílica sobre lienzo y técnica hiperrealista, representa la degradación que supone en la sociedad contemporánea el consumismo: la basura que esta genera, en masas. A diferencia de otras obras latinoamericanas que exaltan la belleza de los paisajes y naturaleza de la región, esta obra detalla sus desperfectos; a lo que mejor volteamos la mirada.
La crítica va dirigida a como en nuestra sociedad ya ni siquiera esperamos a que las cosas dejen de funcionar para sustituirlas. Se vuelven basura antes de serlo. El ambiente es turbio y contaminado, lo que se hace evidente en los colores del cielo.
Los montículos de basura son infinitos; la mirada se pierde en ellos.
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Fuente:
Farthing, Stephen. Arte, toda la historia. Blume: Barcelona, 2010