África es el continente que menos gases invernadero emite, pero el que sufre más el cambio climático. Las emisiones de dióxido de carbono del continente negro son de un modesto 3,7 por ciento de las totales mundiales, siendo causadas por la deforestación, la quema de gases y la generación de energía en base a carbón en un puñado de países.
La caravana mundial de discusiones sobre cambio climático llegó a Barcelona la última semana de octubre para la última ronda antes de la gran conferencia de diciembre en Copenhague, y África apuesta todo.
«Tengo mis dedos cruzados, pero para ser realistas no creo que vayan a suceder grandes cosas en (la reunión preparatoria de) Barcelona esta semana», dijo a IPS desde Nairobi el secretario de la Conferencia Ministerial Africana sobre Ambiente (AMCEN), Peter Acquah.
La AMCEN se reunió la semana pasada en Addis Abeba para las últimas discusiones entre los negociadores africanos antes de la 15 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP 15), en la que se procurará, entre el 7 y el 18 de diciembre en la capital danesa, delinear un tratado para la reducción de las emisiones de gases invernadero, causantes del recalentamiento planetario.
El resultado de las conversaciones en la capital de Etiopía fue un ambiguo rechazo al actual borrador del acuerdo, que reemplazaría al Protocolo Kyoto, único instrumento internacional contra el recalentamiento planetario y que expirará en 2012.
Los países del Sur en desarrollo, que forman un frente común en el Grupo de los 77 (G-77) más China, aumentan la presión camino a Copenhague para exigir mayores compromisos al Norte industrializado.
«Por su puesto, un rápido movimiento se haría de pronto posible si los países del Anexo I (industrializados) están dispuestos a poner algunos números sobre la mesa en Barcelona que superen los recortes de emisiones propuestos actualmente», añadió Acquah, quien también demandó «una cifra realista para financiar el acuerdo».
La interpretación africana del principio de «responsabilidades comunes pero diferenciadas», plasmado en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático es que los países industrializados deben reducir sus emisiones 40 por ciento para 2020 respecto de los niveles de 1990, y 85 por ciento para 2050, así como destinar 1,5 por ciento de su producto interno bruto a las naciones pobres para ayudarlas a compensar los efectos del recalentamiento planetario.
«África, por ser el continente más vulnerable, se merece el derecho a un apoyo completo para adaptarse al cambio climático. África también ha sido el que menos contribuyó con las emisiones mundiales de gases invernadero, pero sus comunidades son las que más sufren», señaló AMCEN en una declaración esta semana.
«Se estima que ese apoyo debe ser de entre 200.000 millones y 400.000 millones de dólares al año, un tercio del cual debe ser destinado a (esfuerzos de) adaptación ante el cambio climático», dijo a IPS desde Barcelona el jefe negociador de Sudáfrica y portavoz del G-77/China, Alf Wills.
«La ventana de una oportunidad aquí es sin embargo pequeña. Si el recalentamiento planetario alcanza el umbral de los dos grados Celsius, los costos aumentarán drásticamente y la adaptación se hará mucho menos factible. Eso por esto también que es imperativo que las naciones industrializadas reduzcan más sus gases invernadero», añadió.
La coordinadora de programas de adaptación al cambio climático en África para la organización Gobiernos Locales por Sostenibilidad-ICLEI, Linda Fairhurst, dijo a IPS que el recalentamiento planetario probablemente tenga un efecto devastador en el continente. «Estamos viendo graves consecuencias en la provisión de agua, el saneamiento, el sustento, el transporte y la energía», indicó.
Fairhurst alertó que sitios poblados en terrenos bajos, como la localidad de Walvis Bay en Namibia, y las ciudades de Maputo en Mozambique y Dar es Salaam en Tanzania, están bajo seria amenaza por el aumento del nivel del mar.
En agosto, AMCEN calculó que el costo de la lucha contra el cambio climático ascendería a 67.000 millones de dólares anuales solo en África.
«Pero no se trata solamente de dinero», dijo Acquah. «Se deduce del Protocolo de Kyoto que a África se le deben proveer los medios para adaptarse. Esto incluye transferencia de tecnología verde, y hay poco movimiento en ese frente».
Las emisiones de dióxido de carbono de África representan un modesto 3,7 por ciento de las totales mundiales. En su mayoría son causadas por la deforestación, la quema de gases y la generación de energía en base a carbón en un puñado de países.
Una de las principales expectativas para Copenhague es que se alcance un acuerdo sobre reducción de emisiones y degradación forestal, que permitiría la llegada de miles de millones de dólares al continente para preservar las selvas tropicales.
Este dinero es sumamente necesario para la adaptación. Un reciente estudio de científicos británicos publicado en la Oxford Review sugirió que «el impacto del cambio climático en África probablemente será severo debido a los efectos adversos directos, la alta dependencia agrícola y la limitada capacidad de adaptación».
«La adaptación será difícil por la fragmentación de África en pequeños países y grupos étnicos, y por los pobres ambientes de negocios», añadieron los expertos.
Por su parte, el Instituto de Investigación sobre Políticas Alimentarias predijo recientemente que los cultivos de trigo en el continente se reducirán 30 por ciento en 2050 y los precios casi se duplicarán debido al cambio climático.
«Si no se acuerda un tratado ambicioso y vinculante, seremos recordados como la generación que gastó miles de millones en tarjetas de crédito, propagó el vandalismo ambiental y no hizo nada para enfrentar el más intrincado problema de nuestros tiempos», dijo en vísperas de la reunión en Barcelona el jefe de la Iniciativa sobre Cambio Climático del Fondo Mundial para la Naturaleza, Kim Carstensen.
«Estoy seguro de que ninguno de los líderes quiere ser recordado así», añadió.
Pero una de las principales dudas en las negociaciones es quién avanzará primero y cuánto. La Unión Europea está dispuesta a acordar una reducción de hasta 30 por ciento para 2020 respecto de los niveles de 1990, pero sólo si lo hacen el resto de las naciones industrializadas.
El mayor contaminante, China, prometió reducir sus emisiones por un «significativo margen» respecto de los niveles de 2005, pero demandó a cambio un recorte de 40 por ciento de parte del Norte.
En Estados Unidos se propuso un proyecto de ley que recortaría las emisiones alrededor de siete por ciento, pero es probable que su aprobación se vea obstaculizada en el Congreso legislativo.
Mientras, los países africanos están decididos a marcar deberes diferenciados entre el Norte industrializado y el Sur en desarrollo. Los compromisos de los países pobres, insisten, deben ser voluntarios.
«Las acciones de mitigación para África deben ser voluntarias y apropiadas a nivel nacional, y tienen que ser plenamente apoyadas con transferencia de tecnología, financiamiento y desarrollo de infraestructuras», señaló AMCEN.
«Las altas temperaturas en las próximas décadas serán causadas por las emisiones históricas de los países industrializados, así que tienen la principal responsabilidad», subrayó por su parte Acquah.
por Servaas van den Bosch
Inter Press Service
El Ciudadano