No nos perdamos. Que este desfile de millones y la corrupción campante que hemos visto en los últimos días, no nos aleje de la vocación política que ha estado construyendo el pueblo chileno en los últimos años. No porque los políticos sean corruptos dejaremos de hacer política, no porque ellos la hayan entregado al poder del dinero, dejaremos de politizarnos. Hoy con más fuerza todavía debemos ser políticos todos y todas.
Esos mismos poderes que hoy huelen nauseabundos, se regocijarán si la ciudadanía, hastiada con razón de tanta corruptela, se aleja y les entrega en bandeja el ejercicio de la política. Construir organizaciones de base, sindicatos fuertes, juntas de vecinos, colectivos universitarios, opciones reales de cambio es una tarea a la que debe abocarse el pueblo con más fuerza para que estas prácticas sean definitivamente erradicadas y nuevamente la política se haga viva en el mundo social y no en las oficinas de Sanhattan.