A propósito del Golpe Militar en Honduras, constatamos que el terrorismo de Estado y la represión todavía es promovida por la Escuela de las Américas (SOA), actual Instituto de Cooperación en Seguridad en el Hemisferio Occidental (WHINSEC). La instrucción de militares latinoamericanos que imparte esta escuela militar, se basa en técnicas de tortura, muerte y amedrentamiento aplicadas a la población civil.
Honduras es el caso más reciente. Quienes encabezaron el golpe de Estado en Honduras al presidente constitucional, Manuel Zelaya -los militares Orlando Vásquez Velásquez, jefe del Estado Mayor y Luis Javier Prince Suazo, jefe de las Fuerzas Aéreas-, estudiaron en la SOA–WHINSEC, en 1966.
A pesar de su extenso prontuario, esta escuela de asesinos funciona tranquilamente frente a la indiferencia de nuestro país, la Organización de Estados Americanos (OEA), la Organización de Naciones Unidas (ONU); y desde luego, bajo la Doctrina de Seguridad Nacional impuesta por Estados Unidos a todo el continente.
Esta instalación militar –dependiente del Pentágono (EE.UU.) y que cambió de nombre el 2001–, ha formado a más de 64 mil soldados, oficiales y suboficiales de 18 países latinoamericanos. Sólo en El Salvador entre los años 80 y 90, los graduados de la SOA tuvieron responsabilidad en la muerte de 75 mil personas, sin considerar el resto de Latinoamérica.
El enclave –que se instaló en Panamá el año 1946–, funciona en la actualidad en Fort Benning –Georgia, EE.UU.- con un presupuesto de USD$ 7,5 millones. Es obviamente una herramienta ideológica y de control de los países de América, mediante el adoctrinamiento de su élite militar.
Esta estrategia es usada por país del norte para desarticular el legítimo ejercicio de soberanía y profundización democrática de las naciones.
En Chile, Manuel Contreras, ex jefe operativo de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), se preparó en la Escuela de las Américas, graduándose primero de su promoción en 1968. Hoy cumple una doble condena a presidio perpetuo por el homicidio del general Carlos Prats y su esposa Sofía Cuthbert en 1974; y otros delitos, sumando 394 años de presidio por 27 sentencias en casos de derechos humanos. Por eso el diputado Tucapel Jiménez, afirma que la SOA–WHINSEC ”no tiene un historial bueno, porque los violadores de los derechos humanos -no sólo en Chile sino que en Sudamérica- pasaron por esa escuela“, asegura.
FALTA VOLUNTAD POLÍTICA
Debido al extenso prontuario de la SOA, Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Ecuador y Costa Rica, dejaron de mandar contingente. Uruguay y Argentina redujeron el número, sin embargo, Chile es el país que más soldados envía después de Colombia. Pablo Ruiz, Encargado de Comunicaciones para América Latina del Observatorio de la SOA, afirma que ”el Ejército de Chile envía 210 militares al año“.
Sin embargo, Francisco Vidal, ministro de Defensa de nuestro país, se niega a reconocer que el Ejército envía soldados a una escuela con las características de la SOA-WHINSEC: ”La posición del Gobierno de Chile sobre este particular debe ser entendida a través de la clarificación de un equívoco. El Instituto para la Cooperación en Seguridad en el Hemisferio Occidental no corresponde a la organización conocida como Escuela de las Américas“, señaló el secretario de Estado.
La verdad es que la antigua SOA funciona, pero con otro nombre. El año 2000, a raíz de una votación en el Congreso de EE.UU. –en la cual los opositores estuvieron a pocos votos de cerrarla–, el Pentágono decidió cambiar su nombre y llamarla WHINSEC. El 17 de enero del 2001, aparece en el mismo lugar y con los mismos instructores. Más aún, al visitar su página Web, el nuevo instituto aparece como continuador de la Escuela de las Américas.
Debido a que la SOA todavía está en funcionamiento, constituye una amenaza para cualquier país del continente. Haydée Oberreuter, vocera de la Agrupación de ex Presos Políticos Fallecidos, considera que ”no existe ninguna decisión ni voluntad política para cambiar esta conducta que otras naciones del continente han modificado, dejando de enviar a sus militares, viendo en ello un serio riesgo a su seguridad nacional“, destaca.
IMPUNIDAD INTERNACIONAL
Desde luego frente a una escuela militar que fomenta el terrorismo de Estado en nuestro continente, la pregunta es si la OEA o la ONU están al tanto de su funcionamiento.
Conviene tener claro que la SOA–WHINSEC opera bajo el alero de la OEA, conformada por 34 países latinoamericanos. Pero además, en EE.UU. funciona el Colegio Interamericano de Defensa (CID) otra escuela similar de adoctrinamiento ideológico de altos oficiales, dependiente de la OEA.
La CID se convirtió en la rama educativa de la Junta Interamericana de Defensa adscrita al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR). Anualmente convoca a altos oficiales latinoamericanos que pronto deberían ser ascendidos a general. Es decir, la OEA no solo sabe que la SOA–WHINSEC todavía funciona, sino que dependen de ésta otros organismos similares.
Pero además, la Junta Interamericana de Defensa es un organismo auxiliar de la OEA, conducida por un general de EE.UU. Es importante entender que luego de la Guerra Fría, el comunismo fue reemplazado por un nuevo enemigo –el narcotráfico y el terrorismo. Ante este escenario EE.UU. trató de convertir a los ejércitos latinoamericanos en una fuerza paramilitar, subordinada a sus intereses.
Esta realidad indica que SOA-WHINSEC opera no sólo con la autorización de la OEA, sino que con el conocimiento de la propia ONU. Pese que este organismo internacional condenó el golpe en Honduras y llamó al reestablecimiento de la democracia, no se pronuncia acerca del mantenimiento de una escuela como la SOA, que es parte de una estrategia militar para el continente.
Es importante entender que Estados Unidos tiene la capacidad de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, junto al Reino Unido, Francia, Rusia y China. Por lo tanto, es un organismo internacional sin legitimidad en temas de seguridad y orientado principalmente por los votos de EE.UU. y el Reino Unido.
En este contexto se entiende la tibia reacción del presidente Barak Obama ante el golpe en Honduras. Es una señal clara de que la Doctrina de Seguridad Nacional, orquestada por el complejo militar industrial que gobierna ese país, intenta perpetuar una Escuela que funciona con plena impunidad en nuestro continente.
por Francisco Luna
El Ciudadano