La hibernación es el arma defensiva que usan ciertos animales como los osos para adaptarse a condiciones climáticas extremadamente frías a través de una disminución de la temperatura corporal, que les ayuda a conservar la su energía hasta que pase el frío invierno.
La hibernación puede durar días, semanas o meses, y durante ese tiempo el metabolismo de los animales decrece hasta niveles mínimos. Dentro de los cerebros de los animales que hibernan, muchas de las conexiones que unen las neuronas desaparecen para, pasado el invierno, crear nuevas conexiones sin perder en ningún caso nada de memoria.
Se trata de un hecho extraordinario de la naturaleza que los científicos han decidido estudiar y analizar por tratarse de un fenómeno natural de regenaración neuronal, cuya investigación podría ayudar a encontrar un remedio contra los terribles efectos del alzhéimer y otras dolencias relacionadas con la pérdida de enlaces neuronales, conocidos como sinapsis.
Según la información publicada en el diario español El País, un grupo de investigadores británicos forzaron la hibernación en ratones y descubrieron una molécula que parece fundamental para el efecto regenerativo que tiene la hibernación en las conexiones neuronales.
Anteriormente otros estudios ya habían descubierto el poder protector para el encéfalo que tenía la hipotermia, y decidieron investigar para tratar de explotar el potencial de los efectos de la hipotermia en la regeneración neuronal tras los infartos cerebrales.
Ahora, el reciente estudio briánico ha logrado identificar una molécula llamada RBM3 que, por efecto del frío, se multiplica en los individuos más jóvenes que, al recobrar la temperatura corporal normal, recuperaran al mismo tiempo las conexiones entre neuronas perdidas o dañadas. En los roedores mayores, en cambio, la molécula se reproducía en menor medida, por lo que los ratones con más edad no lograron recuperar la sinapsis perdida.
Los investigadores británicos entonces lograron hallar la molécula RBM3, presente en la regeneración neuronal propia de la hibernación y, además, lograr reproducirla de forma artifical para no tener que inducir a la hipotermia a los individuos. Usando este método artificial para reproducir la molécula, los investigadores lograron proteger los cerebros de los ratones enfermos cuyas neuronas dejaron de moririse y mejoraron sus síntomas.
Estos avances científicos están aún muy lejos de ser aplicables en casos humanos, pero aportan una nueva vía para buscar tratamientos que logren curar a los enfermos de alzhéimer u otras enfermedades relacionadas con degeneración neuronal.
Carlos Dotti, investigador del envejecimiento neuronal en el Centro de Investigación de Biología Molecular dice que «el modelo es muy bueno, muy original, y los estudios de patología apoyan la noción de que este tipo de proteína contribuye a la remodelación sináptica”, pero no cree que el uso de esta molécula pueda ser realmente útil en la cura del alzhéimer. El motivo de su excepticismo es que estudios anteriores han descrito decenas de proteínas que se pierden con el alzhéimer y que, cuando se repone su presencia, se revierten los síntomas, pero sigue sin existir un tratamiento capaz de frenar esta dolencia. “No hay proteína, ni lípido, ni droga que recupere una neurona o una sinapsis cuando esta ha desaparecido”, resalta, y advierte de que “lo máximo que puede hacer esta proteína o droga es retrasar la pérdida si es administrada antes de que la misma ocurra”.
Por ello, los resultados de esta investigación pueden ayudar más a otros campos de la investigación médica, como enfermedades neurodegenerativas que permitan, mediante la proteína RBM3, mantener o mejorar la capacidad para reparar las conexiones neuronales.
Los resultados del estudio también podían derivar en un nuevo campo de investigación que explorara los efectos beneficiosos de la hibernación, al tratarse de un fenómeno natural que experimentan algunos animales y que resulta tan beneficioso para su salud y su superviviencia.