A diferencia del resto de las ciudades de Chile que fueron fundadas, El Salvador tiene la particularidad de haber sido inaugurada en una solemne ceremonia donde el corte de la cinta tricolor se realizó con tijeras de cobre.
La historia de esta ciudad está íntimamente ligada a la minería, primero a la Andes Copper Mining Company, subsidiaria de la multinacional Anaconda Company, luego a la Compañía de Cobre Salvador SA y posteriormente hasta la actualidad a Codelco con su División Salvador.
Según relata la historiadora Celia Baros en su libro “Potrerillos y El Salvador, una historia de pioneros”, el diseño de la ciudad fue erróneamente atribuido por años al arquitecto brasileño Óscar Niemeyer, cuando en realidad pertenece a Raymond Olson, quien privilegió un modelo con núcleos convergentes a centros de utilidad y frecuentación comunes como plazas, mercados y servicios públicos.
A modo de colonos, las primeras familias en llegar al campamento provenían de la mina vieja de Potrerillos y del sector denominado Las Vegas. En relatos de la época, estos primeros habitantes destacaban que “era increíble tener casas grandes con baño y ducha, las que se adelantaban más de 10 años a las que había en el resto del país a fines de la década del 50″.
Recién en 1961 finalizó la pavimentación general de las calles, se acondicionó el terreno para la futura Plaza de la República y se abrió el cementerio de la ciudad. En paralelo, se construyó la mayor obra vial del proyecto minero, la Cuesta de Llanta.
Un año después de la inauguración de la ciudad se empezaron a construir la Escuela Americana y la Escuela Nº 1 o Chilena, el hospital y a fines de la década del 60, los clubes sociales. En 1970 se inauguró el moderno Cine Inca, que reemplazó al primer teatro que funcionó desde los primeros años de El Salvador.
En la década de los 80 se sumaron otras edificaciones, entre las que destacan el estadio El Cobre, con capacidad para 20 mil espectadores, superando con creces la población de la ciudad, que no llega a los 10 mil habitantes. Muchos cronistas deportivos que han seguido la campaña histórica de Club Deportes Cobresal, lo han denominado como “el estadio más grande del mundo”, porque es imposible que se llene.
Esta condición se debe a que durante una participación de Cobresal en Copa Libertadores de América a mediados de la década del 80, se exigió aumentar su capacidad para estar acorde a las normas de la Confederación Sudamericana de Fútbol.
FUENTE: Codelco, Vía Revista Cultah