A comienzos de enero la Corte de Apelaciones de Valdivia ordenó la reconstitución de escena y la exhumación de los restos de las nueve víctimas de los sucesos represivos ocurridos en Neltume el año 1981. Los hechos se refieren a la muerte de nueve militantes del MIR que fueron ejecutados por efectivos del ejército y de la CNI en la zona cordillerana de Panguipulli, en la provincia de Valdivia, entre los meses de septiembre y noviembre de 1981.
Las acciones represivas se produjeron luego de que a fines de junio de ese año fuera descubierto un campamento guerrillero que había sido instalado por militantes del MIR como parte de las actividades de resistencia contra la dictadura militar.
Resumen tuvo oportunidad de contactar y entrevistar a Rodrigo Muñoz, partícipe de aquellos intentos guerrilleros del MIR y miembro del Comité Memoria Neltume, para conocer su opinión respecto de estas nuevas decisiones judiciales, situación que aprovechamos para indagar más sobre esta historia.
-¿Por qué la Corte de Apelaciones de Valdivia ordenó la reconstitución de escena de los crímenes y la exhumación de cadáveres?
-Bueno, por una parte, la diligencia de reconstitución de escena fue decretada por la jueza que lleva la causa para situar con exactitud la participación de cada uno de los involucrados en estos hechos y establecer lo que los entendidos llaman “la dinámica de los hechos”. Por otra parte, la exhumación de los cuerpos fue una diligencia solicitada por la abogado Magdalena Garcés, que representa a los familiares de las víctimas; la finalidad que persigue es poder establecer mediante pericias y exámenes de laboratorio las causas precisas de muerte y, en lo posible, las circunstancias balísticas en que se cometieron las ejecuciones. Estas pericias son necesarias puesto que las autopsias e informes que se hicieron en la época son absolutamente vagos e insuficientes; en rigor no hubo autopsia sino que el médico se limitó a constatar la muerte y firmar, no por miedo o simple formalidad sino por complicidad con el régimen.
-¿Cómo murieron los miristas de Neltume?
-Todos los compañeros muertos formaban parte del destacamento que fue descubierto el 27 de junio del 81. En el momento en que el campamento es atacado por los comandos que habían logrado dar con su posición, ninguno de los compañeros resulta muerto, herido o detenido; todos logran escapar del fuego enemigo y salir del sitio cercado. A partir de ese momento, la dictadura ordena realizar una operación de aniquilamiento. Los milicos emprendieron entonces una intensa persecución y cacería que se prolongó por varios meses, en un inmenso operativo antiguerrilla, que denominaron “Operación Machete”, y en donde movilizaron miles de efectivos militares, cuantiosos medios aéreos y terrestres, tras los pasos del grupo.
Pero hay que tener en claro que la operación antiguerrilla de los milicos no sólo consistió en hacer rastrillos, cercos, desembarcos de comandos, y ametrallamiento constante de la montaña, sino que también y sobretodo consistió en reprimir, amedrentar, maltratar y aterrorizar a la población lugareña. La contraguerrilla consistió en aplicar el terror para castigar cualquier ayuda que la población campesina pudiera haber prestado alguna vez al grupo de miristas en sus tareas de montaña; pero también buscaba impedir o neutralizar cualquier intento de ayuda o participación futura en las actividades impulsadas por los miristas. El terror se dejó sentir de manera cruel y brutal en los lugares más apartados donde los lugareños fueron víctimas de tratos inhumanos y vejámenes indecibles por parte de las tropas comando y unidades represivas desplegadas en la zona. Para la población y lugareños fue terrible. Algunos incluso lo sintieron peor que las represalias que ya habían sufrido en los meses posteriores al golpe de estado de 1973; porque, por último, en aquel entonces era previsible que si había golpe habría represalia y terror, pero para el año 81 nadie esperaba o se imaginaba que se dejara caer nuevamente la plaga parda de milicos asesinos. Aún así, a pesar del terror hubo lugareños que brindaron ayuda, aunque algunos después tuvieron que sufrir la tortura y pagar con años de cárcel la osadía de ayudar a otros y rechazar un régimen infame.
Sin embargo, pese a que el grupo de compañeros en fuga había perdido todos los equipamientos de vida en el monte, y perdido todos los medios de sobrevida con que contaba, pese a que escapaban en condiciones de invierno andino y por terreno densamente nevado; pese a que no disponían de ropa de abrigo, ni comida, en fin, pese a que la persecución la enfrentaban en las peores condiciones físicas y materiales imaginables y a que se enfrentaban a un ejército numeroso y poderoso, las fuerzas militares no pudieron dar con los compañeros, y a fines de agosto los milicos comenzaron a levantar el cerco estratégico sobre la zona de montaña.
-¿Cómo o porqué entonces se producen los asesinatos de septiembre en adelante?
-A eso iba, pero para que se pueda entender el asunto tenía que explicar el desarrollo de los acontecimientos previos. Ocurre que el compañero Paine, jefe del grupo, se ve enfrentado a la necesidad de intentar establecer contacto con el partido, conseguir algunos recursos mínimos de sobrevivencia y bajar del monte a los compañeros más dañados físicamente por la cruenta situación de persecución. Por eso organiza una patrulla que a fines de agosto es enviada al llano, a las ciudades del llano central y a Santiago, para intentar resolver estas cuestiones. Esa patrulla la componían 5 compañeros; cuando ya habían bajado de la montaña, pasado Panguipulli, la patrulla se disloca: tres salen con destino a Temuco y Santiago, dos se encaminan hacia Lanco a esperar las ayudas para volver hacia la montaña con ellas. Estos dos compañeros, Julio Riffo y René Bravo, son detenidos cuando ya se encontraban prácticamente en el llano. Son apresados en Huellahue por carabineros del retén Malalhue, quienes ni siquiera sospechaban el significado de su captura; estos informan a sus jefes y con prontitud los trasladan a la tenencia de Lanco. Desde allí los llevan a la Primera Comisaría de Valdivia en cuyas dependencias son torturados por agentes del SICAR locales y especialistas venidos desde Santiago. Eso se prolongó por un par de días, pasados los cuales, y al enterarse los altos mandos de los aparatos represivos de la captura de estos dos guerrilleros, el tirano ordenó que los prisioneros fueran entregados a la CNI para que ésta se hiciera cargo de los interrogatorios y del operativo.
Los CNI trasladan a los detenidos hasta las mazmorras del Borgoño, en Santiago, para someterlos a torturas inimaginables e inenarrables, al punto que uno de estos verdugos se jactaba años después de que si alguna vez ellos eran juzgados por cometer tortura tendría que ser por las que le aplicaron a estos dos de Neltume. Fue gracias a estas detenciones y a la información que lograron obtener bajo tortura, que los milicos pudieron montar un operativo represivo sobre el grupo que permanecía en la montaña. En esta segunda campaña de aniquilamiento, llamada “Operación Pilmaiquén”, participaron solamente tropas de élite del ejército y unidades especializadas de la CNI, o sea, los comandos de la compañía N°8, radicada en Valdivia, los comandos de la Unidad Antiterrorista (UAT) radicada en el cuartel Simón Bolívar, en Santiago, y dependiente del director de CNI, y los equipos especializados en la represión al MIR de la División Anti Subversiva de la CNI radicada en el cuartel Borgoño de Santiago; además de la participación de unidades de paracaidistas, aero y helitransportadas, provenientes de Peldehue y Rancagua, y de las brigadas regionales de la CNI radicadas en la zona sur.
-¿Usted dice que las tropas militares actuaron sobreseguro?
-Eso es así, sobreseguro, con la sorpresa, la ventaja táctica y una enorme superioridad de fuerzas y medios. Con la información precisa del estado deplorable del grupo sobreviviente, con la información precisa del lugar en que se encontraba el grupo y de sus limitaciones, los milicos tendieron trampas y montaron vigilancia y emboscadas. No actuaron con los métodos clásicos de lucha contraguerrilla, que ya les habían resultado inútiles, sino que trasladaron al monte las técnicas de la represión urbana que tan buenos resultados les había dado siempre. Todo este operativo represivo deriva en la muerte del primer compañero el día 13 de septiembre, en un punto de contacto en el monte, donde es abatido Raúl Obregón. Luego de eso se inicia una intensa persecución y se producen constantes tiroteos. Tres días después, el 16, dan con la ubicación de un compañero, Pedro Yáñez, que había quedado oculto en un parapeto natural porque ya no podía desplazarse ni ser trasladado pues se le había tenido que amputar parte de un pié y el otro lo tenía para la miseria; lo mataron sin ningún miramiento.
Después, el día 20, se producen los sucesos de Remeco donde son ejecutados otros tres compañeros. Habían llegado a la casa de la madrina de bautismo de uno de ellos, de José Monsalve, a pedir algo de comida y refugio pues otro compañero, Patricio Calfuquir, se encontraba muy enfermo y atormentado por la fiebre. La mujer, de nombre Flora Jaramillo, les dio alimentos y les prestó un camastro para que descansara el enfermo. Pero junto con eso, y aprovechando que no solo el enfermo sino que también su ahijado y Próspero Guzmán dormitaban, mandó a su hijo a avisar a los milicos sobre la presencia de los compañeros. En esta actitud de la Flora se ve el resultado o el efecto del terror causado en todos esos meses por los milicos y sus campañas antiguerrilla.
La casa fue cercada por efectivos de la compañía de comandos de Valdivia y los tres compañeros fueron asesinados. La compañía de comandos era comandada por Rosauro Martínez Labbé, el mismo que unos años después fue designado alcalde de Chillán por el tirano, y después diputado RN por Chillán durante varios períodos, hasta el año pasado en que fue desaforado por la Corte Suprema y sometido a proceso en esta causa, precisamente por los sucesos de Remeco.
Al día siguiente, ejecutan cerca de Liquiñe a René Bravo y Julio Riffo, los dos compañeros que habían sido detenidos a fines de agosto en Huellahue y que habían sido llevados como cebo a la zona de montaña.
A mediados de octubre, en Choshuenco, resulta muerto por carabineros el compañero Paine, Miguel Cabrera, en momentos que trataba de romper el cerco y salir hacia el llano junto a otros dos compañeros los que sí lograron salir.
Y por último, a fines de noviembre, cerca de Puerto Fuy, fue asesinado por los comandos de Valdivia y agentes CNI el compañero Juan Ojeda, cuando se acercaba a una casa donde lugareños le brindaban ayuda.
-¿Estas muertes pertenecen a la categoría de falsos enfrentamientos?
-En la mayoría de los casos se trató de ejecuciones que fueron presentados por los aparatos de información y los medios de comunicación de la dictadura como muertos en enfrentamiento. Pero en realidad se trató de ejecuciones, de asesinatos, por algo han sido calificadas como homicidio calificado por la ministra que lleva la causa y se encuentran procesados, hasta ahora, tres ex oficiales de ejército que cumplieron labores de mandos de las tropas represivas en terreno, y alguno de la tropa. Entre estos mandos está el Rosauro Martínez Labbé que, como ya dije, era el jefe de la compañía de comandos de Valdivia, pero venía precedido de haber cumplido funciones en la DINA; está también el jefe de la unidad antiterrorista, Conrado García Giaier, que venía cumpliendo funciones criminales desde el golpe en adelante; lo mismo puede decirse de Enrique Sandoval Arancibia, el jefe de la brigada contra el MIR, que desde el año 76 cumplía funciones represivas en la DINA-CNI pero que se había iniciado matando infantes después del golpe.
-Dentro de los sujetos procesados se encuentra un diputado de la República, por su responsabilidad en los asesinatos de Remeco ¿Qué sentido ven al desafuero y a la posible condena de un sujeto que actuó sobreseguro frente a sus compañeros que se encontraban durmiendo?
-El desafuero tiene mucha importancia. Primero porque permite procesar a un sujeto que se había construido un manto de impunidad mimetizándose en la institucionalidad política; este desafuero sienta un precedente para evitar que la institucionalidad política siga siendo utilizada como parapeto legal por criminales y cómplices, y restablece en algo el principio de igualdad ante la ley. Segundo, porque deja en evidencia la descomposición moral de la clase política que, para defender barreras ideológicas o favorecer intereses empresariales, no vacila en encubrir el crimen y a criminales.
Que el Rosauro Martínez y los otros criminales de esta causa terminen condenados o no dependerá de la capacidad de los tribunales para abstraerse de las presiones que seguirá haciendo la derecha para proteger a sus verdugos. En los meses recientes hemos visto el intenso despliegue que han hecho en la prensa y tribunales protegiendo al Rosauro y pretendiendo lavarle la imagen. Si es por los hechos y por los preceptos legales vigentes no hay razón alguna para que no terminen condenados.
A 41 años del golpe de Estado y tras 25 años de gobiernos civiles se sigue hablando de impunidad con los violadores de derechos humanos. Si bien ha habido juicios y encarcelamientos hoy la mayor parte de los violadores de derechos humanos se encuentran en libertad. ¿Qué opinión le merece esta realidad?
La clase política chilena, y en particular la derecha chilena, han demostrado no tener ninguna voluntad de buscar la verdad y la justicia en torno a las violaciones de los derechos humanos cometidos por su dictadura militar. Por el contrario, se ha especializado en reclamar impunidad con la patraña falaz de “no seguir anclados en el pasado”; se ha especializado en sembrar impunidad a través de asegurarse el control o de tener un peso específico favorable a sus posturas en los altos tribunales (ellos, la derecha, son los que determinan quienes pueden acceder a las cortes y eso condiciona la actitud o posición de jueces y ministros frente a los delitos que deben juzgar, aparte de las opciones ideológicas y morales de los propios jueces y ministros); se ha especializado en proteger y encubrir criminales ofreciéndoles espacios en la institucionalidad política o en funciones administrativas de organismos que ellos controlan. Hasta hace unos años, el Sandoval Arancibia, por ejemplo, era el encargado de seguridad en la municipalidad de Providencia, donde otro criminal mimetizado ejercía de alcalde, amparado por esa misma derecha partícipe de la dictadura y cómplice de sus delitos.
Sin embargo, otra cosa que hay que tener presente en estas cuestiones es la impunidad encubierta que se produce a través de dictámenes que efectivamente condenan a criminales, pero lo hacen a sanciones ridículas de equis días, que otorgan la libertad vigilada, que aplican la burla jurídica de la media prescripción, que no es otra cosa que un subterfugio para favorecer criminales inventado por la derecha a partir de su influencia y poder en tribunales. Seguimos siendo víctimas de la vergüenza iniciada por la coalición concertacionista de la “justicia en la medida de lo posible”, aunque, de pronto, algunas resoluciones judiciales tienen la cara de “justicia en la medida de la impudicia”.
A 41 años del golpe, a casi 34 años de estos sucesos de Neltume la cuestión de la verdad y la justicia sigue siendo una lucha de las familias de las víctimas, de los sobrevivientes, de los que no olvidamos ni perdonamos. La lucha contra la impunidad sigue siendo una necesidad, pero no puede estar reducida a los pocos que podemos hacer esfuerzos por buscar justicia; la lucha contra la impunidad debe ser una cuestión de la sociedad, es un problema país, es un problema de futuro.
-¿Por qué cree que el episodio de la Guerrilla de Neltume se ha ocultado de los textos de la historia que aluden al periodo de la dictadura militar?
-Porque lo que se ha ocultado y negado siempre en la verdad oficial es la lucha de resistencia. La lucha contra la dictadura se inició el mismo día del golpe y no cuando los oportunistas aparecieron bajo un arcoíris. Entre el golpe y la salida del tirano de La Moneda hubo un largo batallar de chilenos que nunca estuvieron dispuestos a someterse, pero también una larga estela de silencio y complicidad de esos mismos oportunistas que luego aparecieron a copar los espacios que había provocado la lucha popular. Esa actitud mezquina es lo que también se busca ocultar al negar el significado y hasta la existencia de la resistencia popular. Neltume forma parte de los hitos más significativos de la resistencia, pero al mismo tiempo es un reflejo concentrado de la brutalidad y criminalidad de un régimen infame. En eso ha habido coincidencia de la clase política en tratar de ocultar las vergüenzas de las que se han servido para mantener y usufructuar de sus privilegios de poder.
-En el libro “Guerrilla en Neltume” relatan en varias oportunidades que se encontraban sin armas, sin comida y enfermos. No obstante el ejército no buscó tomarlos como prisioneros, sino aniquilarlos. Con el paso del tiempo ¿Qué interpretación le dan a esta política?
-Es que la política represiva de la dictadura fue de aniquilamiento de los revolucionarios, de exterminio de la voluntad de lucha rebelde, de destruir la decisión de resistencia. Esa fue la disposición desde el primer momento: el bombardeo de La Moneda, las ejecuciones sumarias, la Caravana de la Muerte, la política de detenidos desaparecidos, la Operación Cóndor, la Operación Colombo, los falsos enfrentamientos, la operación Alfa Carbón, la Operación Albania, las operaciones de exterminio, son expresión de todo esto. La actitud de la dictadura en Neltume fue aniquilar a quienes nos encontrábamos empeñados en desarrollar la guerrilla como forma de lucha contra el régimen tirano; ese era el propósito de la “Operación Machete”: aniquilar, no prisioneros, aún a sabiendas de lo que señalas, que el grupo se encontraba desarmado, sin medios, sin recursos. Con mayor razón, aniquilar fue el propósito de la “Operación Pilmaiquén”. Nunca intentaron detener sino matar; es más, cuando por casualidades represivas tuvieron dos prisioneros en su poder, igual los mataron.
Como la “Operación Machete” fue un fracaso para los milicos, la ira represiva se ve aumentada cuando la detención de los compañeros Bravo y Riffo en Huellahue, les enrostra el fracaso y les muestra que el grupo logró romper el cerco y llegar al llano. Esta ira represiva se ve potenciada cuando producto de la tortura se enteran que el grupo había logrado armarse en medio de la persecución en la montaña. Ambas cuestiones solo reafirman en la voluntad de los mandos represivos dictatoriales la decisión de matar a todos.
La suerte final corrida por los propios compañeros Bravo y Riffo son una ratificación de esta voluntad criminal de la dictadura: asesinaron a dos prisioneros, a los que ya habían destruido físicamente con las torturas y vejámenes a que los habían sometido. También ratifica esta voluntad criminal la actitud del Rosauro Martínez y sus comandos en Remeco; la Flora Jaramillo sale de la casa cuando los tres compañeros están dormidos, ella sabe que las armas las tienen hechas un bulto enrollado por un nylon, ella sabe que hay uno enfermo grave en un camastro, y de todo esto le informa al Rosauro, según ella porque pensaba que los iban a tomar detenidos. Pero el Rosauro le dice que le harán pedazos la casa pero que no se preocupe porque le pondrán una nueva, y eso pasó. Rosauro y sus comandos ametrallaron a mansalva la casa, la hicieron añicos, mataron a los compañeros, y un par de días después le pusieron una mediagua a la Flora.
Esta voluntad criminal se ve reafirmada con el asesinato del compañero Juan Ojeda, el que los comandos del Rosauro y sus cómplices sabían a ciencia cierta que estaba solo y desarmado. Estos crímenes son algo más que homicidio calificado, son delitos de lesa humanidad, son el vivo retrato de un ejército de vergüenza y unas fuerzas armadas indecentes, pero sobre todo de una política represiva esencialmente criminal.
Esto fue una constante. En noviembre del 81 otros 3 compañeros partícipes de un intento similar en Nahuelbuta, que habían sido detenidos en Talca, fueron asesinados por el mismo grupo del Sandoval Arancibia en Santiago.
-¿Qué es de Neltume tras estos 34 años de ocurridos los hechos? ¿Cuál es el sentir de la Memoria histórica de los pueblos de la montaña frente a estos acontecimientos?
-Diría que Neltume aún no termina de reponerse de los efectos del terror dictatorial. Eso también es una consecuencia de la impunidad, si no hay justicia no hay resarcimiento moral. En este sentido hay que tener en cuenta algunas consideraciones particulares. Neltume es un lugar o un pueblo metido por allá al fondo de la cordillera, aislado, que formó parte del Complejo Forestal y Maderero de Panguipulli, que este Complejo fue una gran empresa forestal del estado creada por los trabajadores, que fue producto de las tomas de decenas fundos protagonizadas por una masa de campesinos y trabajadores que se rebelaron contra la explotación brutal de la oligarquía latifundista. En síntesis, el Complejo y Neltume, que era su centro neurálgico, fue una zona de pueblo alzado y soberano, y por ello sus habitantes se ganaron el odio de la burguesía dominante, de la derecha reaccionaria y de los milicos golpistas. Por eso, ocurrido el golpe militar del 73, las represalias fueron inmediatas y brutales, con decenas de muertos y desaparecidos, con decenas de detenidos, con centenas de despedidos de sus trabajos y de desalojados de sus casas y sus tierras. Odio y represalias sin fin que se vieron agravadas por la porfía de la gente que se negaba a rendirse y mantuvo durante tres meses una obstinada resistencia en las montañas.
Luego del golpe, el Complejo comenzó a ser desintegrado en un proceso paulatino que sirvió para que el tirano y su yerno empezaran a amasar fortuna robando todo lo que pudieron agarrar en el proceso de desintegración, de privatización de los fundos, hasta la total destrucción del Complejo como empresa.
Hoy en día, toda la antigua zona del Complejo son fundos o predios privados, convertidos en empresas o enclaves turísticos o en dominios ultra privados de algunos de los dueños del país. Reina de nuevo la explotación y el abuso de parte de déspotas empresarios turísticos y de prepotentes empresas hidroeléctricas que pretenden depredar la zona vulnerando derechos de pueblos ancestrales, trastornando ecosistemas y borrando huellas de la historia.
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