El mundo se moderniza. Los diferentes sectores laborales se actualizan y se suben a la ola de las nuevas tecnologías. Los profesores usan tablets para registrar las ausencias y redactar los exámenes, los músicos crean temas apoyándose en desarrollados programas informáticos, y los narcotraficantes no han querido quedarse atrás en esta actualización.
El pasado martes por la noche, un ciudadano alertó a las autoridades de Tijuana, en el norte de México, de que un objeto volador había caído en los estacionamientos de un supermercado. Según el vocero de la policía de Tijuana, el dron llevaba adheridos a su estructura seis paquetes de metanfetamina en su forma conocida como ‘cristal’. El peso aproximado de la carga que transportaba era de tres kilogramos.
Según un comunicado de prensa enviado por la Secretaría de Seguridad Pública, el aparato volador debió caer al suelo por un exceso de carga. Otros sucesos de similares características han sido reportados a las autoridades, lo que les lleva a pensar que los traficantes tratan de encontrar nuevos métodos para transportar sus mercancías.
Vivimos actualmente una época de pura innovación en la que han aparecido unos pequeños aparatos voladores no tripulados que se guían a través de coordenadas gps para llegar, de forma autónoma, al lugar indicado. Los servicios militares los usan en sus misiones, gigentes empresariales experimentan con ellos para portear pedidos, y los traficantes piensan en ellos como posible vía para transportar sustancias estupefacientes.
En abril del año pasado, autoridades de Carolina del Sur encontraron un dron cerca de la reja de una prisión que transportaba celulares y marihuana para los presos encarcelados. Una muestra más de que los variopintos usos que se hacen de estos aparatos voladores y las ingeniosas utilidades futuros que aún están por imaginar.