Un panorama lleno de complejidades evidenció el seminario “Nuestro Océano: realidades y desafíos de la conservación marina en Chile”, organizado por el Centro de Conservación Marina de la Universidad Católica, que se planteó como objetivo ser un aporte sólido, significativo y diverso en esta temática, al generar una sinergia entre ONGs, el Estado y la academia.
¿Pero por qué preocuparnos de la protección y la conservación marina?. Es necesario preocuparse de los océanos porque son de suma importancia en la entrega de beneficios como: alimentación, trabajo, medicina, regulan el clima, son hábitat de múltiples especies, absorben el dióxido de carbono, etc. ¿Es un tema que debe quedarse entre los diversos actores que asistieron a la actividad realizada?. Sin dudas tiene que salir de ahí y llegar a la ciudadanía debido a que nos encontramos ante una situación compleja en donde los océanos requieren ser protegidos y restaurados.
En avances la situación actual se presenta, por ejemplo, con la prohibición de la captura de tiburones y se vence indefinidamente el acuerdo que permitía la caza de ballenas. Entre el 2001 y 2006 aumentan las áreas protegidas en tamaño y cantidad, aparecen los Parque Marinos y Áreas Marinas Protegidas (AMP), antes eran áreas reducidas que sólo consideraban santuarios. Hay figuras de manejo que aportan a la conservación como aquella existentes en las zonas económicas exclusivas donde el Estado establece planes de manejo.
Miriam Fernández, doctora dedicada a la biología y ecología marina, planteó que Chile ha hecho avances significativos en conservación marina aunque ciertamente le restan bastantes deudas en términos de lo que queremos lograr en el cuidado de nuestros océanos y ante los acuerdos internacionales con los que se ha comprometido.
Existen 34 AMP que protegen aproximadamente el 5,5% del territorio marino nacional. Un acuerdo internacional adoptado el 2010 es la Convención sobre Diversidad Biológica CDB en el marco del Plan Estratégico para la Biodiversidad 2011-2020. En este acuerdo se tiene como meta alcanzar el 10% de protección de los ecosistemas representativos y es aquí donde comienzan las deudas o mejor dicho los problemas.
Actualmente, el Parque Marino Motu Morito Hiva en Isla de Pascua representa el 3% de ese 5,5%. Esto hace que la cantidad y diversidad de especies que están siendo protegidas representan una ínfima parte de toda la riqueza que hay a nivel nacional y deja desprovista a casi la totalidad de ella. El panorama no es mejor a nivel terrestre, se protege aproximadamente el 20%, y surgen los mismos problemas de poca protección y falta de representatividad de los ecosistemas. Por otra parte, se está tratando de cumplir con la meta del 10% que difícilmente se alcanzará si los esfuerzos no están encaminados a crear AMP.
Carencia de un plan integral de conservación marina
Los tratados internacionales, en el ámbito ambiental y en este particular, responden a que los ecosistemas marinos a nivel mundial han sido empobrecidos e intervenidos, los esfuerzos por remediar el problema deben ser globales. Janes Lubchenco, científica ambiental y ecóloga marina de Estados Unidos, expuso algunas de las medidas y cambio que deben haber para que los océanos sean más sustentables. Principalmente, explicó, se requiere más ciencia, visión y liderazgo, asociaciones entre diversos actores y políticas de conservación.
Estas políticas están orientadas en Estados Unidos a la regulación de la pesca para evitar la pérdida de hábitat y la sobreexplotación, se establecen políticas para el manejo de las implicancias. En Chile estas políticas deberían orientarse a un sector que se convierte en una de las piedras de tope para el resguardo marino, se trata de la acuicultura, actividad económica que se dedica a la producción de recursos hidrobiológicos, que generan altos niveles de contaminación en los mares.
En esta materia Michelle Bachelet a inicios de su mandato propuso hacer una relocalización de los centros de cultivo de salmón en Aysén, para ir en vías de una acuicultura sustentable. A partir de la información entregada por el Ministro de Medio Ambiente, Pablo Badenier, para ser relocalizados deben ingresar de nuevo al Sistema de Evaluación de Impacto con las respectivas modificaciones. Ese es el paso a seguir pero no queda claridad respecto del avance que hay sobre el tema en esa zona, pues se desconoce si han presentado una declaración o estudio de impacto ambiental para ser reubicados.
Otro de los problemas es que se carece de un plan integral y rector que defina cuáles son las prioridades de conservación y cómo trabajar esto con las comunidades locales. En ocasiones estas se oponen ya que existen actividades de sustento económico y religioso ligadas a los espacios por conservar. Por ejemplo, en Chile central se sugiere implementar áreas de manejo en zonas con fuertes actividades humanas. Entonces los planes deben abordar y responder de modo adecuado a todos los intereses en juego, ya que cada caso tiene su particularidad.
Por su parte, el Gobierno ha establecido una planificación, siguiendo con la proyección hacia el año 2020, para cumplir con el ya mencionado Convenio y el Plan estratégico se crearon las Metas AICHI. Son 20 metas y 5 están vinculadas a la conservación marina, por ejemplo, aquellas asociadas a los recursos pesqueros, a lograr una acuicultura sustentable, a reducir contaminación por exceso de nutrientes, a incrementar las Áreas Protegidas y avances en el conocimiento científico y en el sistema de acceso a la información. Las primeras 3 se asocian estrechamente a lo marino, las restantes también pueden ser aplicadas a la conservación terrestre.
Según lo expuesto a lo largo de la cita están las bases técnicas y en cierta medida las jurídicas. Lo que se hace necesario es una fiscalización efectiva, monitoreos y educación, ya que los océanos son determinantes para la salud humana.
Saber y decir no es hacer, falta materializar
En el nivel de las ideas está claro que se debe hacer, ¿Pero se están materializando?. En respuesta a esto el Ministro Badenier, mencionó que a nivel de políticas públicas está el proyecto de ley, aprobado en diciembre, que crea el Servicio Nacional de Áreas Protegidas que intenta dar una integralidad y administrar en conjunto las Áreas Protegidas. Planteó que: “Hoy día sostenemos que hay una protección más formal que real, en términos que hay otras categorías que tienen las declaratorias oficiales pero que no poseen planes de manejo, de administración, no están regulados los accesos a la comunidad”
O sea, nos encontramos en la dimensión práctica que la gestión existente no es la correcta, esto hace que tampoco sea efectiva. Se pone en cuestionamiento entonces, hasta qué punto lo que hoy se tiene funciona más allá del papel y también es válido cuestionar y evidenciar la falta de materialización que hay de la débil planificación para conservar el ambiente marino.
El seminario deja el entendimiento que la situación de la conservación marina es conocida y conflictuada, pues se mostraron con claridad antecedentes que permiten calificarla así. En el decir pareciera haber consenso en la necesidad de tomar medidas y en cuáles deben ser. Pero cuando se llega al último paso, el más vital por cierto, comienzan nuevas complicaciones ya que en el hacer no se hace.