«Con mi práctica y tu práctica vamos construyendo territorios libres». Así señala una de las consignas de la Jornada por la Educación Autogestionaria a realizarse este sábado 24 de enero en la Escuela Paulo Freire del MPL. Convocada por diversas organizaciones comunitarias y movimientos sociales con trabajo educativo pretende ser un espacio de intercambio de experiencias, sistematización de aprendizajes, de articulación social y de coordinación de una agenda de lucha para el 2015 por parte del campo popular y territorial.
Revolucionar el mundo y la vida
David Harvey en las conclusiones de su último libro señala que siempre ha habido seres humanos que han creído que podían construir un mundo mejor que el que habían heredado. Muchos de ellos también llegaron a creer que al hacerlo, sería posible remodelarse a sí mismos como personas diferentes o incluso mejores. Para los que creemos en ambas comprendimos que ningún cambio radical estructural será posible sino prefiguramos aquí y ahora alternativas cotidianas de producción, relación y organización antagónicas a la forma social dominante. Desde esta posición la autoeducación no es una opción, es una necesidad política.
Las y los oprimidos y explotados del hoy, no tenemos posibilidad de transitar de la necesidad a la libertad desde la ignorancia y el silencio. La palabra ha sido ocupada demasiado tiempo para encubrir la verdad, como decía Martí, es momento de ocuparla para decirla. De ahí que todos los esfuerzos desde abajo por reconocer las condiciones vitales, identificar los enemigos y barreras que las sostienen y construir las tácticas para superarlas es un ejercicio revolucionario imprescindible para el periodo.
El para qué de la educación autogestionaria
La educación autogestionaria, como señalamos en un artículo anterior, corresponde a aquellos esfuerzos que emprenden comunidades a través de la solidaridad, el apoyo mutuo y la autogestión cuando se ven privadas de este derecho. Vendrían a ser todas aquellas formas de autoeducación que las clases trabajadoras despliegan paralelamente al Estado, el Mercado y la Iglesia docente.
Sus líneas pedagógicas son diversas. Van desde la resignificación de modelos euro céntricos como montessori o reggio, hasta la revaloración de las experiencias históricas de educación popular ya sean de corte freiriano o guevarista, pasando por el rescate de la cosmogonía indígena influenciada por el neozapatismo y la lucha de la nación-pueblo mapuche.
Sin embargo se observa que las experiencias no se reducen a un método ni menos a la defensa de modelos cerrados, más bien se reconocen en permanente construcción y su centralidad está en la intencionalidad política del espacio, en el sentido del proyecto, su perspectiva de continuidad o ruptura respecto del modelo vigente, su nivel de antagonismo respecto la escolarización hegemónica.
En su interior se da un mestizaje de metodologías y formas de aprendizaje que tienen en común transgredir la reproducción social atravesada por las relaciones patriarcales, coloniales y capitalistas. En efecto independiente de su sello pedagógico las experiencias de educación autogestionaria concuerdan en su sentido, en aquella pregunta omitida por la reforma educacional de la Nueva Mayoría ¿el para qué educar?
A nivel general son espacios que apuntan claramente a una reorganización total de la escuela, a la recuperación del control completo sobre su desarrollo y a dotarle de un objetivo extraño para ella, cual es la emancipación del género humano. Por ello su propia existencia es una luz de esperanza en las tinieblas del chile actual, un cuestionamiento abierto a la política jerarquizada, estatista y centralizada del sistema educativo nacional.
Hacia un área social de producción educativa
Estas prácticas en desarrollo representan a su vez una superación de la dicotomía público-privada, van más allá del binomio Estado-mercado, y abren paso en esta época a un nuevo campo de producción educativo, que no es estatal ni mercantil, sino social. Un nuevo campo de organización de la sociedad cuyas mediaciones son dadas por los propios espacios de sociabilidad popular y no por el mal gobierno. Como dijimos, las reglas, las formas, los contenidos, las relaciones, en definitiva la cotidianidad pedagógica, son definidos de forma soberana por sus originadores-productores, y no por un tercero externo a ellos. Viene a ser una reapropiación del rol de la comunidad en la definición de lo que necesita y quiere aprender para caminar hacia un estadio de dignidad colectiva.
Hoy estas prácticas debiesen ser reconocidas por la institucionalidad caminando hacia la organización autónoma y el control directo de la gente sobre su territorio y todas las respuestas a las necesidades que en él existen. Se les debiese dotar de financiamiento, apoyo intersectorial, como entregarles autonomía curricular y de organización, respetando sus modalidades de organización asamblearias y proyectos políticos.
En efecto para reducir hasta eliminar los espacios mercantiles de producción educativa, paralelo a la estatización de ciertos establecimientos municipales y su gestión desde el gobierno central, se requiere una socialización acelerada de escuelas, jardines y centros culturales en organizaciones autogestionarias y su administración delegada en las comunidades educativas.
Nada de esto bajará de la agenda del progresismo sino solo se levantará de la acción mancomunada de los sectores en lucha. Esta jornada se ve como un esfuerzo en esa dirección, la búsqueda de esa siempre escurridiza unidad en la diversidad, la convergencia por abajo de un ejército federado de batallones dispuestos a dar pelea por ese mundo y esa vida distintos.