Escaneos cerebrales confirman diferencias significativas en el comportamiento del juego, patrones de activación cerebral y niveles de estrés en niños con trastorno del espectro autista (TEA) en comparación con niños de “desarrollo típico”.
En el primer estudio de su tipo, los investigadores de la Universidad de Vanderbilt examinaron en múltiples niveles las diferencias en el juego social, revelando asociaciones entre regiones cerebrales, comportamiento y excitación en los niños con TEA. Los resultados fueron publicados en la revista Social Cognitive Affective Neuroscience.
“La habilidad de jugar es fundamental en la niñez y un área donde los niños con autismo normalmente tienen dificultades,” señaló el investigador principal del estudio, Blythe Corbett, profesor asociado e investigador en Vanderbilt Kennedy Center. “Sin embargo, el estudio psicobiológico del juego en autismo es raramente investigado con un análisis de múltiples niveles.”
Corbett, junto con su colega Kale Edmiston, estudiaron niños con TEA mediante un estudio diseñado de manera innovadora, en el cual los niños jugaron con otro niño de desarrollo típico, y luego realizaron un juego de intercambio social con el mismo niño o con un computador, mientras que se realizaban imágenes funcionales.
Para medir la excitación psicológica, los investigadores tomaron muestras de cortisol salival antes y después del protocolo de juegos.
Durante un escaneo funcional de resonancia magnética (MRI), los participantes formaron parte de un juego donde tenían que cooperar o competir con otro jugador. En la mitad del juego se les contó a los participantes que estaban jugando con un niño que recién había conocido en el patio de recreación. Para la segunda mitad del juego, los investigadores les mencionaron a los niños que estaban jugando con un computador. Sin embargo, en verdad los niños estaban jugando con un computador durante toda la sesión.
“Cuando los participantes con TEA estaban en escaneo de MRI y pensaban que estaban jugando con un compañero, sus patrones de actividad cerebral no diferenciaban el tiempo cuando pensaban que estaban jugando con un computador,” señaló Edmiston, doctorado del programa en el Instituto Vanderbilt. “En comparación, los niños de desarrollo típico mostraron patrones de actividad únicos dependiente de su co-jugador.”
Corbett señaló que el hallazgo sugiere que: “algunos niños con autismo encuentran que la participación social con compañeros es menos motivador, tal vez incluso estresante.”
Fuente: ScienceDaily