«El pueblo no debería temer a sus gobernantes, los gobernantes deberían temer al pueblo»
V
Hoy se cumple un nuevo aniversario de la muerte de Violeta Parra, una de las mujeres más importantes que ha tenido este país. Luchadora, rebelde, ordinaria, vital, creativa, genial y suicida. Violeta fue una persona que vivió una vida enorme y que, a pesar de ello, se dio el lujo de terminarla de un balazo, no sin antes dejarnos canciones como Qué dirá el Santo Padre o Arauco tiene una pena, aún cuando la cultura oficial y más hippie prefiere recordarla por Volver a los 17 o Gracias a la vida. Y es que somos un país de gente cagona que escribe la historia con lo más pelotudo y corre para el lado los datos duros. Con esto me refiero a que conservamos como biografía los gestos naif de nuestros próceres, como cuando recuerdan a la Mistral por Piececitos de niño en lugar de sus enormes poemas sociales; o como cuando conmemoramos a Neruda con la gangosa repetición del “Me gustas cuando callas porque estás como ausente” que es un poema de mierda, en lugar de enseñar en los colegios la Residencia en la Tierra o el Canto General. Pero con Violeta Parra no podemos ser tan infelices y hay que devolverle un poco de peso al reconocerla desde la guerra textual que emprendió durante su vida, y hay que empezar a aplaudirla desde la maravillosa lucha triste que fue su existencia. Acá voy con algo que espero le guste a la galucha y no a la pitucada de los jurados Fondart que al final son los que se sientan en los asientos más caros de este auditorio web y solo vienen por el cóctel.
Hace falta una guerrillera
Hoy, cuando en el Chile que nos separa del día en que murió Violeta Parra ya han pasado desde una dictadura hasta el caso Penta, yo me pregunto si, estando viva hasta el día de hoy (pensémosla tan longeva como su hermano mayor don Nica), este país hubiera seguido siendo el mismo con ella cantando durante la dictadura o escribiendo manifiestos desde alguna clandestinidad o exilio posible. Pienso cuánto le habría aportado a la reconciliación y cuánto le habría cobrado a la Concerta, pues probablemente no habrían bastado las conmemoraciones ni las fiestas con el Ministro de turno para hacer que una mujer como ella hubiera levantado, una vez más, la voz por encima de los cargos elegantes. Me gusta pensar en una Violeta Parra en el año 2015, de 98 años, y teniendo por las huinchas a todos los Larraínes y a todas las Van Rysselberghe que se pasan por la raja la patria y la bandera a cambio del poder que tienen, que es ese poder que les dejó Pinocho. {destacado-1}
Y así como nos falta otra Gadys Marín nos falta otra Violeta. Hoy, cuando la música chilena es una moneda de cambio para un especial en Canal13; justo cuando nuestros trovadores se venden como se vendió Manuel García en 2012 (a semanas del año más político que se recuerde y cuando aún se sentían en el aire las lacrimógenas de la revolución estudiantil, y sin embargo cambió la guitarra de palo por una silla en la primera fila de la Quinta Vergara y se fue a sentar con Cristián Sánchez de SQP y Francisca García Huidobro de Primer Plano. El caso es que yo no me imagino a la Violeta Parra saludando a la galería en medio de un programa televisivo que se financia con tandas comerciales de farmacias y bancos y casas comerciales. Por eso es que siento que todavía en Chile nos hace falta una guerrillera que, como ella, saque la voz por todos los peatones que no aparecemos en las cifras felices y a los que ni la encuesta Adimark nos pregunta qué pensamos, porque no tenemos voz, aunque sí tenemos voto, en este circo de mierda que se llama política chilena.
Arauco todavía tiene pena
Hace más de 50 años que sonó por primera vez la canción Arauco tiene una pena. 50 años y todavía podemos seguir cantándola como si fuera una canción recién escrita. Porque mientras en el Chile de las revistas de papel couché aparecen modelos flacas y pitucos guatones, en el sur se amanece la sangre sobre las calles de tierra de un lof que nadie sabe pronunciar correctamente, porque en realidad nos importa un carajo un mapuche muerto porque para la historia oligarca es menos que un perro atropellado al costado de una carretera.
Alex Lemún, Matías Catrileo, Mauricio Huenupe, Agustina Huenupe, José Huenuante, Jaime Mendoza Collío, Johnny Cariqueo; ellos son los Pailahuan de nuestra postdictadura asesina. Ellos son los que la Violeta Parra habría puesto como cejillo en el mástil de la guitarra para que volvieran a aparecer con su canto. Sin embargo no tenemos a la Violeta Parra y no tenemos a Víctor Jara y no tenemos a nadie que se atreva a decirle a la justicia que Chile es un país racista porque Arauco sigue teniendo pena aunque afortunadamente todavía no aprende a llorar y sigue peleando.
El Pueblo, la rabia, la sociedad chilena y la desilusión
Partí esta nota con una cita de la película V de Venganza. «El pueblo no debería temer a sus gobernantes, los gobernantes deberían temer al pueblo» lo dice el personaje y anoche, mientras veía esa peli, me daba cuenta que está más que claro que somos un país chato y cagón. Somos rápidos para ajusticiar a un pendejo que se roba una billetera, como los maricones torturadores ciudadanos que desnudaron a un pendejo y lo envolvieron amarrado a un poste, para que toda la gente lo viera; y luego lo subieron a facebook, y se sacaron fotos para sentirse choros, pero cuando un político les mete la mano en la billetera y les roba el sueldo, o los caga con las pensiones de la AFP, se quedan callados. Y hasta los saludan cuando en campaña se pasan por las ferias regalando calendarios y bolsas plásticas y no les dicen nada, cobardes. Yo una vez me agarré a puteadas con Nicolás Monkeberg porque regalaba calugas a la salida del metro para engrupir a las viejas pobres de mi barrio y casi me linchan a mí, porque en este país faltan líderes que nos movilicen en serio, porque necesitamos gente que cante y que hable fuerte y diga que estamos siendo ametrallados con un sistema político terrible. Pienso: Cómo sería Violeta Parra hoy día con una cuenta de facebook y un streaming en youtube? Acaso no nos movería a salir a la calle a pelear? No me cabe duda que sí. Pero solo tenemos Gepes y Fernandos Milagros que no dicen nada porque no saben qué decir, y a los que se atreven no les dan ni dos minutos en las radios del duopolio… o acaso han escuchado a Subverso en la Rock&Pop? {destacado-2}
El caso es que le tenemos más miedo a los gobernantes que a la peste. Porque no sabemos cómo responderle a Ezzati cuando se mete en la política y en el cuerpo femenino como lo hizo hoy, y nos gustaría saber cómo se adquiere el valor para decir que el aborto no es un tema de Papas o de Cardenales, con la misma fuerza con que Violeta les dijo “Qué dirá el Santo Padre que vive en Roma, que le están degollando a su paloma”.
Sentimos que cualquier gesto de insurrección o de desobediencia es un acto de ilegalidad, porque nos han criado bajo la mirada milica de que somos peones de un fundo chilensis; y nos metieron a fuego, desde la primera infancia, el espíritu racista e impostadamente superior de los colonizadores, sin embargo no tenemos ni la fuerza para tirarnos un peo adentro de un ministerio porque al menor esfuerzo nos cagamos encima.
El mito como historia, la historia como mentira
Violeta Parra todavía no tiene en Chile el puesto que se merece. A Nicanor, su hermano, que no es ni la sombra de lo que fue su hermana chica, le han levantado monumentos con toda la plasticidad snob de la cultura de gobierno. A Neruda lo prostituyeron en manos de una fundación ladrona y llena de cómplices del dictador. A Pablo De Rokha ni siquiera se le conoce; a Huidobro se lo sospecha. Sin embargo cuando Charles Aranguiz hizo un gol cornetero en el mundial, hasta le dieron una calle en Puente Alto. Porque queremos pensar que la cultura popular de nuestra patria se construye con los goles de Alexis Sánchez o con la cara pituca del maldito Pellegrini que le hace comerciales a Cuprum. Preferimos a las figuras de la tele que le enseñan a la gente a endeudarse antes que a una “vieja cuma con una guitarra de palo que le cantaba a los trabajadores” que es como la ven todavía los que pinchan los discos para el soundtrack de la película del Chile que quieren poner en venta.
Afortunadamente vivimos en un tiempo de recambio. Estamos en una bisagra que marca el paso de una historia monocorde escrita en los diarios de Edwards a una historia colectiva que se escribe en las redes sociales y en los posteos que renuevan los discursos antiguos. Y afortunadamente la derecha chilena no tiene nada que poner en facebook, y por el contrario nosotros tenemos los videos de la Violeta y de Quilapayún para ponerlos en facebook, de manera que nuestros hijos sepan que en este país hubo gente que se murió peleando y cantando para decir lo que otros quisieron callar y no pudieron.
Cierro
Hoy se cumplen 49 años desde que una bala terminó con la vida de la Violeta Parra y que bueno que esa bala la puso ella misma en su cabeza y no fue un milico, tal como se la pusieron a Allende en medio de los ojos una mañana de septiembre. Que bueno que en este país una mujer tuvo el poder de decidir sobre su vida y sobre su cuerpo, aún cuando nosotros, abajo, quedamos mirando con la mirada triste y con el consuelo de tener todavía sus canciones que nos levantan a cada rato para seguir peleando por construir un país un poquito más digno.
Seguimos.
en twitter @arturoledezma