El «NO» al Canal Interoceánico de Nicaragua

Miles de personas en las poblaciones locales de Nicaragua se han manifestado en una veintena de ocasiones durante los últimos meses en contra del proyecto de construcción del Canal Interoceánico que dividirá el país centroamericano en dos partes. Los nicaragüenses que han salido a la calle como método de protesta acusan al presidente Daniel Ortega de ser un «vendepatria».

A finales de diciembre de 2014, el gobierno nicaragüense inauguró las obras de este mega canal por el que circularán una media de 5.100 barcos anuales -incluídas las naves de gran embergadura-; y cuya construcción supone también la construcción de dos puertos de aguas profundas -uno a cada lado del canal-, una zona de libre comercio, un complejo turistico, un aeropuerto internacional y varias carreteras de acceso a las zonas de construcción.

El nuevo Canal Interoceánico será ejecutado por la empresa china HKND y dejará en Nicaragua importantes impactos tanto ambientales, como sociales y territoriales. De los 278 kilómetros que abarcará el mega canal, 105 atravesarán el lago de Nicaragua -o Cocibolca- la mayor reserva de agua dulce de Centroamérica, hecho que preocupa -y mucho- a los habitantes de las poblaciones vecinas por el impacto que las obras puedan tener sobre la potabilidad del agua con el que sobreviven.

Además, la construcción de esta vía de unión de los dos océanos también supondrá la modificación de los hábitats de gran número de especies animales, así como la expulsión de millares de campesinos de sus tierras. El poblado de Río Grande, por ejemplo, quedará sujeto a expropiación, por lo que sus dos mil habitantes se verán obligados a abandonar sus tierras y sus hogares. A propósito de las consecuencas de este proyecto, es importante recordar que Nicaragua se levanta sobre una zona de alto riesgo sísmico, por lo que la construcción del canal también aumentará el riesgo a sufrir catástrofes naturales.

Protesta de este lunes en El Tule

Durante este lunes, estudiantes de varias comarcas del poblado de San Miguelito cambiaron las aulas por las calles para protestar en contra de la construcción del gran Canal Interoceánico de Nicaragua. Entre estudiantes, padres y profesores, alrededor de cuatro mil personas protagonizaron esta marcha que es ya la vigésima octava que se desarrolla en el país cuya población se opone a la construcción del megacanal que correrá a cargo de la empresa china HKND.

«Fuera los invasores chinos de Nicaragua» o «Nicaragua es mía, no me roben mi hogar. No al canal» son algunas de las leyendas que se pudieron leer en las pancartas que portaban los asistentes a la protesta.

Recordemos que el proyecto para la construcción del gran canal interoceánico de Nicaragua lo llevará a cabo la empresa china HKND, que tendrá licencia para explotar el canal durante los próximos cincuenta años, lo que supone otro caso más de grandes empresas extranjeras que llegan a los países en desarrollo para explotar sus recursos y aprovecharse de ellos durante un largo periodo de tiempo.

El controvertido canal que atravesará 278 kilómetros de terreno nicaragüense  será más ancho, más largo y más profundo que el canal de Panamá, de 77 kilómetros de longitud. Como consecuencia, los movimientos de oposición ante este proyecto de gigantesca embergadura también han surgido en Panamá, que descarta la necesidad de construir un segundo canal interoceánico en Centroemérica. Jorge Quijano, administrador del Canal de Panamá defendió que «no hay demanda que justifique otro canal por el istmo centroamericano porque no hay suficiente -demanda- para compartir entre los dos«.

Las protestas contra el futuro canal de Nicaragua han superado las barreras océanicas llegando hasta países de todo el mundo, como es el caso de España. En este país europeo, la organización Ecologistas en Acción, coincidiendo con el aniversario de la muerte del nicaragüense Rubén Darío, organizó una protesta en contra del faraónico proyecto.

Antes de finalizar el acto, los organizadores de la organización ecologista leyeron un manifiesto en el que hacían un llamamiento «a la ciudadanía europea responsable para que no sean sólo los pueblos indígenas ni la población campesina directamente afectada los que expongan sus vidas en la defensa de sus medios de existencia, sus espacios naturales y la estabilidad de la Gran Madre Tierra«.