Ahí vienen, ahí van!: El decidido a anular, la indecisa, el arrepentido de no haberse inscrito, los enojados por haberse enrolado y estar obligados a sufragar por fuerza de ley, la con idea clarita de donde poner la raya, y aquell@s ya conscientes en marcar por un candidato y escribir con letras grandes ASAMBLEA CONSTITUYENTE (AC), en señal de que lo que queremos es democracia real y no sólo marcar para ir a parar a una urna que hipoteca nuestro derecho a autodeterminación social.
Uno de los ejemplos más notorios de la restringida democracia chilena es que a los ciudadanos sólo le preguntan quién quiere que los gobierne y dirija sus destinos en los próximos años. El resto son encuestas de mercado y otras, destinadas a robar información ciudadana para engrosar bases de datos. Poner a un monigote en el poder que coincida con sus ideas de gobiernos corporativos.
Así, el Gobierno ciudadano de Bachelet se despide con un par de consultas inconsultas, mientras entre los aspirantes al sillón presidencial vemos nuevamente rostros añejos y a uno que crece tras entrar a jugar la partida grande, luego de que no lo ‘pescaran’ para primarias. Estertores concertacioncitas, candidatos millonarios, otros ricos y acomodados, todos hombres de la capital de la injusticia y el atropello: Santiago.
Asistimos nuevamente a la democracia simulada, a la política como espectáculo, donde toda una maquinara mediática se pone a disposición del juego y, si bien usted pueda pensar que nosotros estamos haciendo lo mismo, queremos decirle que no es así, que nuestra intención es simplemente hacer lo contrario, terminar con el show electoral, que usted sepa realmente quién es y ha sido el candidato por el que piensa votar, el que se disfraza con una sonrisa tras su publicidad y las cámaras.
Junto a esta elección presidencial, no debemos menospreciar la elección al parlamento. Diputados a lo largo y ancho, y senadores región por medio, desplegando los partidos sus tentáculos por un Chile con mediocre ley electoral. Peor aún, volvemos a presenciar cómo candidatos santiaguinos se presentan en nuestras regiones pidiendo el voto, con total descaro.
Recuerdo aún cuando Andrés Allamand, blindado para las senatoriales pasadas, se hizo junto a Eduardo Frei, ciudadanos en La Unión -ciudad en la que nació este periódico-, inscribiéndose en el registro electoral local: Una baja triquiñuela. La repulsión que me causó y la impotencia de no poder detener sus oportunistas candidaturas, me descolocó. Recuerdo que le pedí al actual diputado por el distrito, Enrique Jaramillo Becker, que enfrentara a Frei, pero significaba desafiar el orden del ala concertacionista y siendo realista, tampoco contaba con los recursos económicos millonarios que desplegaría el candidato que asegura ganar por nariz al ‘Piraña’ que le desnudamos en ésta, la edición 74 de El Ciudadano.
Y es que Miguel Juan Sebastián Piñera Echeñique, un candidato a la presidencia que se hizo multimillonario en tan “corto tiempo”, debe ser sujeto de análisis. Cuestionable, en el sentido que su negocio -por mucho tiempo- fue lucrar de los intereses que le otorgaba la deuda generada en la población, mediante la introducción de una tarjeta plástica (Bancard VISA), junto al conocimiento de leyes y participación en mercados que fueron vedados para la mayoría, que se vio despojada de parte de sus ahorros previsionales por el turbio sistema de pensiones AFP, urdido por su hermano.
Don ‘Piraña’, o el Berlusconi chileno como ya le llaman algunos, tiene casi todas las cartas en su manga: la Concertación fragmentada, mucho dinero, un canal de televisión y buen bla bla. Y en lo que ha sido descarado es en su deseo por obtener el poder a toda costa, que se puede ejemplificar con una frase de Sebastián Piñera, resaltada al comienzo del libro de Manuel Salazar sobre el candidato, extraída del diario La Segunda del 19 de agosto de 2003: “Mi problema es que soy como los cabros chicos cuando le escriben la carta al Viejito Pascuero: ¡Lo quiero todo!”.
La avaricia rompe el saco, y de eso no se dio cuenta Sebastián, cuando le dijeron que no era bueno mezclar los negocios con la política. Pero las cuentas siempre llegan, como le han llegado millonarias multas por coludirse al estilo de las farmacias en temas de transporte aéreo. Sanciones por millones de dólares que ha pagado calladito para no hacer ruido, buscando que nadie se entere.
Ahora, contra quién se enfrente en segunda vuelta, no lo sabemos. Lo que sí tenemos claro es que de aquí a enero de 2010, seguiremos trabajando para que los pueblos de Chile voten informados y que, independientemente de por quién lo hagan, mientras no tengamos la posibilidad de una cuarta urna, agreguen en la papeleta, las palabras: Asamblea Constituyente (AC), en acción por una demanda ciudadana consciente por recuperar la democracia anulada por la clase dirigente.