Toronto (Canadá), 22 nov (EFE).- Los científicos que están catalogando por primera vez la vida de los océanos expresaron hoy su sorpresa y fascinación por el descubrimiento de miles de especies, muchas nuevas para la ciencia, que en mucho casos viven en grandes profundidades donde nunca llega la luz.
Los científicos del Censo de la Vida Marina (CVM), un proyecto internacional que presentará en 2010 el primer listado de la vida oceánica, ya han registrado 17.650 especies que viven a más de 200 metros de profundidad y otras 5.722 que habitan a más de un kilómetro de profundidad, donde casi no llega la luz del sol.
Es lo que los estudiosos definen como la «zona de crepúsculo», el lugar donde la ausencia de luz impide el proceso de fotosíntesis y, por lo tanto, la existencia de una flora activa.
Los investigadores expresaron su sorpresa por la diversidad de la vida incluso en las profundidades abisales, donde se pueden encontrar numerosos organismos vivos, ya que muchas de estas especies llegan a vivir a profundidades de hasta 5 kilómetros.
El doctor Robert Carney, uno de los responsables del proyecto que estudia la vida a lo largo de los márgenes continentales del mundo, destacó en declaraciones a Efe que es «difícil de entender que haya tanta diversidad» en el fondo de mares y océanos.
«Aunque el barro de los fondos profundos parece ser monótono y pobre en alimentos, ese barro monótono tiene la máxima diversidad de especies posible», señaló Carney, que relacionó esta diversidad con las numerosas maneras de supervivencia que tienen que desarrollar los organismos vivos para sobrevivir en un ambiente tan hostil.
Entre las criaturas más extrañas que encontraron los investigadores está un octópodo de dos metros de longitud que vive a 1,5 kilómetros de profundidad en aguas del centro del océano Atlántico y que fue bautizado como «Dumbo» por las largas aletas con forma de orejas que utiliza para desplazarse.
Los investigadores destacaron también la existencia de un gusano marino, que fue sorprendido mientras ingería crudo petrolífero en aguas del Golfo de México. Cuando fue sacado del fondo marino por el brazo de un robot el crudo manaba a raudales del gusano.
También en el Golfo de México, a 2,7 kilómetros de profundidad, los científicos grabaron en vídeo el momento en que una larva transparente avanzaba apoyándose en sus numerosos tentáculos.
Los responsables del censo manifestaron que es «indescriptible» la cantidad de especies descubiertas, desde invertebrados multicolores, pasando por corales y erizos de mar que son capaces de sobrevivir un kilómetro por debajo de la superficie marina.
Carney, profesor de la Louisiana State University en Baton Rouge (EE.UU.), subrayó que la gran mayoría de criaturas recogidas de los fondos abisales son nuevas para la ciencia y que de los 680 especímenes de copépodos que se recogieron solo se conocían siete.
El científico, uno de los pioneros en el descenso a las profundidades marinas con submarinos, también dijo que la costa española, tanto la del Atlántico como la del Mediterráneo, «son especialmente interesantes» por las grandes profundidades a la que se sitúa el fondo marino.
Otro de los científicos del CVM, el investigador Mike Vecchione, del Instituto Smithsonian de Washington, dijo a Efe que una de las principales contribuciones del proyecto es un mejor entendimiento de cómo «el ecosistema marino está estructurado verticalmente».
«La mayoría de los alimentos se producen en la superficie y caen al fondo donde no existe luz que permita su creación, pero proporcionan sustento a una increíble variedad de formas de vida» explicó Vecchione.
En este sentido, el doctor Paul Snelgrove, director del Departamento de Ambientes Marinos a grandes profundidades de la Universidad Memorial de Terranova (Canadá), expresó su preocupación por el impacto que el cambio climático está teniendo en esa cadena alimentaria.
Snelgrove dijo que «la caída de la productividad alimentaria en la superficie está empezando a notarse en el fondo marino con cantidades cada vez más limitadas de alimentos». «Estamos observando que menos materiales caen hacia el fondo», agregó.
El investigador canadiense dijo que el único incremento observado en los últimos años son los efectos negativos como el aumento de la acidez de los océanos y de la basura depositada en el fondo.
EFE