Ni una “reforma histórica” como ha dicho Bárbara Figueroa, ni una “reforma empresarial”, es necesario luchar por un Nuevo Código del Trabajo, impuesto por la movilización de los trabajadores.
El 29 de diciembre del 2014, entro al parlamento la reforma laboral, que de conjunto fortalece a los sindicatos. Por la tendiente presión que viene ejerciendo un importante sector de trabajadores, en luchas anti-burocráticas, ilegales, fuera de los marcos del Código de laboral de Pinochet es la que presiona los cambios.
La reforma laboral de Bachelet es un intento de adelantarse a los procesos de lucha y organización que vienen habiendo entre los trabajadores. Adelantarse para contener y evitar que sigan aumentando las huelgas, paros y movilizaciones que se salen de los marcos legales establecidos.
Y si bien la lucha de clases en las calles se ha detenido, por ahora, y se ha concentrado la discusión en las alturas del parlamento, al menos durante estos meses de verano, pero en el momento en que esta la clase trabajadora, siguen planteados los giros abruptos y la posibilidad de la entrada en escena de luchas obreras considerando sobre todo las discusiones por la reforma laboral.
Frente a este escenario, distintos sectores de la izquierda sindical se posicionan, se empieza hablar de las “letras chicas” y las distintas estrategias se despliegan.
Como la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), y la Constramet. Bárbara Figueroa, su Presidenta y militante del Partido Comunista (PC), que estas últimas semanas se ha distanciado de la línea oficial del gobierno con la que venía tan comprometida, planteando que la reforma incluye aspectos que hay que modificar, como la cuestión de la adaptabilidad laboral, el castigo a los dirigentes sindicales durante la huelga, y el tema de los servicios mínimos.
Otro, es el de Arturo Martínez, militante del Partido Socialista (PS), que se distancia más todavía al decir que la reforma viene con una “Ley Hinzpeter” en su interior. Ya que criminaliza al los dirigentes sindicales,
Otro nivel es el de dirigentes medios que están cuestionando al interior de la CUT que esta reforma vaya a significar un avance para los trabajadores, y se paran y se van de seminarios y charlas sobre el tema.
Así también en la Central Autónoma de Trabajadores (CAT) en donde se discute mejorar la reforma en el parlamento. O en la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) que plantea que la reforma podría incluir otros puntos.
También la Confederación de Trabajadores del Cobre (CTC), junto a la Unión Portuaria están planteando hacer un “frente amplio en contra de la reforma”, ¿y con quién? Con los diputados Gabriel Boric y Giorgio Jackson, que su grupo “Revolución Democrática” es parte del Ministerio de Educación.
Dicen que la reforma es un retroceso en el interés y derechos de los trabajadores, los el problema de la huelga pacifica y los servicios mínimos, plantean que es un paso adelante y veinte para atrás, hay que derribar esta reforma que obstaculiza la actividad sindical, el ultimo volanta que saco este sector, fue bajo el nombre “Comité de Iniciativa por la unidad sindical” que incluye a la
CGT, CEPCH, UCT, Confederación Bancaria, Líder, SUTE, y otros. Llaman a rechazar la reforma laboral de plano sin proponer la lucha por un nuevo código trabajo.
Por otro lado están los que llamamos a luchar por un Nuevo Código del Trabajo, impuesto por la movilización de los trabajadores, para barrer por completo el Código Laboral de la dictadura y terminar con la herencia pinochetista, Ni una “reforma histórica” como ha dicho Bárbara Figueroa, ni una “reforma empresarial”, sin duda la reforma, es un intento por regular la huelga en términos legales, por incentivar la sindicalización para evitar que los trabajadores se organicen por su propia cuenta. Pero, a la vez que incentiva la sindicalización, facilita la huelga. Entonces puede ser visto como un punto de apoyo para el trabajador que viene acostumbrado al Chile de Pinochet.
Por William Muñoz, Dirigente Sindicato Komatsu Reman
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