Hace justo un año que el presidente de Ucrania, Viktor Yanukovich, fue derrocado de su cargo tras varios meses de duras e intensas protestas protagonizadas por parte de la población ucraniana que exigía al presidente acceder al acuerdo de asociación y de libre comercio entre Ucrania y la Unión Europea al que Yanukovich se había negado.
La historia reciente del conflicto comenzó el 21 de noviembre de 2013 cuando se produjeron en las calles de Kiev las primeras protestas europeístas encabezadas por ucranianos a favor de la asociación de Ucrania con la Unión Europea. Tras más de dos meses de continuas y duras protestas, el día 22 de febrero de 2014 los ucranianos europeístas tomaron las principales instituciones de la capital ucraniana dispuestos a ocupar los mandos del país.
A raíz de estos acontecimientos, el que entonces era presidente de Ucrania -Viktor Yanukovich- considerado pro ruso, se vio obligado a abandonar Ucrania para refugiarse en algún lugar de Rusia, según algunas informaciones, aunque oficialmente su paradero es desconocido.
Es importante aclarar que en estas protestas de índole europeísta y nacionalista participó un partido político ucraniano llamado Svoboda que tras el golpe de estado del 22 de febrero formó parte del nuevo gobierno ocupando la vicepresidencia y algunos ministerios clave como defensa, educación e integración en la Unión Europea. Este partido político se declara nacionalista, populista y anticomunista, siendo definido por muchos analistas políticos como un partido de extrema derecha afín al nazismo. Muestra de la actitud radical de este partido fueron las declaraciones de la diputada Irina Farion tras la masacre de Odesa en la que murieron a causa de un incendio más de cuarenta separatistas prorrusos: «Bravo Odesa, que los demonios se quemen en el infierno«.
El nuevo gobierno ucraniano derogó de forma casi inmediata a su subida al poder, una ley nacida en 2012 que reconocía la coofialidad de los idiomas minoritarios hablados por la población ucraniana, como es el caso del ruso. A consecuencia de este movimiento político en contra de la etnia rusa de Ucrania, la mitad suroriental del país comenzó a manifestarse duramente en contra del nuevo gobierno y de sus medidas para someter a la población prorrusa.
Dos días después del derrocamiento del presidente legítimo de Ucrania, los manifestantes prorrusos de Sebastopol, en la península de Crimea, depusieron al alcalde de la ciudad y designaron a un ciudadano ruso étnico para ocupar su puesto como respuesta a la usurpación del poder en Kiev por parte de los opositores al gobierno legítimo. Más de tres mil personas se trasladaron desde Sebastopol hasta la capital de Crimea, Simferópol, donde grupos separatistas tomaron varios edificios gubernamentales, incluído el Parlamento. Tras una moción de censura, las calles de Simferópol se convirieron en escenarios de batallas campales entre europeístas y prorrusos, batallas que se extrapolaron luego a otras ciudades y regiones como Donbás, al sureste del país ucraniano, donde casi el 50 por ciento de la población es de etnia rusa.
Serguéi Askiónov fue el elegido Primer Ministro de la República de Crimea y el 16 de marzo convocó un referendum sobre la integración del territorio con Rusia, votación que resultó con el 97% de los votos a favor de la escisión. Inmediatamente después, ese mismo día, las autoridades de Sebastopol aprobaron la adhesión a Rusia de Crimea que pasó a ser una república de la Federación rusa. Días más tarde Serguéi Aksiónov solititó la intervención rusa para enfrentar al ejército de Kiev que se negaba rotundamente a reconocer la adhesión de la República de Crimea con Rusia.
La respuesta de Moscú fue clara: «Rusia no ignorará la petición de Crimea«. Putin envió y empleó tropas rusas en Ucrania haciendo caso omiso a las peticiones de la Unión Europea, de Estados Unidos, de la OTAN y de la ONU que pidieron a Rusia que se mantuviera al margen de este conflicto que se había convertido ya en una Guerra Civil. El primer ministro ucraniano en Kiev, Arseni Yatseniuk declaró que los movimientos de tropas rusas en Crimea eran una auténtica declaración de guerra contra Ucrania.
Rusia defendió ante el bloque occidental el derecho a defender a la población rusa que vivía y luchaba en Ucrania contra un gobierno ultranacionalista que les restaba libertades y derechos a los ciudadanos de etnia rusa.
Ante la tajante negativa de Ucrania a ceder Crimea a Rusia, a pesar de los resultados del referéndum que mostraba la voluntad prorrusa de la gran mayoría de la población de Crimea, las manifestaciones y protestas de los partidarios de la adhesión a Rusia se extendieron a otras ciudades ucranianas como Odesa y Donetsk, situadas en el lado este del país, cerca de la frontera con el vecino soviético.
A partir de ese momento los enfrentamientos continuaron y se encrudecieron, potencias extranjeras como Estados Unidos intervinieron en el conflicto convirtiendo lo que era una guerra civil entre los pro ucranianos y los pro rusos, en un enfretamiento de índole internacional entre dos antiguos bloques: el formado por Estados Unidos y la Unión Europea; y el que intregra la gran Rusia, dispuesta a hacerle frente al bando occidental.
Antecedentes históricos del conflicto
Resulta importante saber por qué los ciudadanos de la República de Crimea defienden su derecho a pertenecer a Rusia con tanta pasión, pues hace años se plantaron en Ucrania las semillas de una guerra de la que hoy se consecha muerte.
Con la revolución rusa (1917-1920), los tártaros -grupo étnico de origen túrquico que residía en Crimea- proclamaron su independencia del Imperio Ruso y, tras la victoria comunista en 1921 Crimea se convirtió en la Respública Autónoma Socialista Soviética de Crimea. Con el inicio de la Segunda Guerra Mundial, el territorio fue ocupado por las tropas nazis gracias a la supuesta colaboración de los tártaros, grupo que Stalin deportó a Asia Central y Crimea se convirtió en un óblast de Rusia, una especie de provincia que formaba parte de la Federación rusa.
Pasados los años, en 1954 y aprovechando el 300 aniversario del tratado que unió Ucrania a Rusia, Moscú cedió Crimea a Ucrania por la similitudes y la cercanía que unían ambos territorios. Es importante aclarar que a pesar de ceder la península, Rusia continuó -y continua- manteniendo en Sebastopol, la ciudad portuaria más importante de Crimea, la base militar de la flota rusa del Mar Negro.
Durante el último año de existencia de la URSS, en 1991, la posesión de Crimea se convirtió en foco de conflicto entre Rusia y Ucrania, conflicto que se ha extendido en el tiempo hasta el día de hoy. Tras la celebración de un referéndum, la República Autónoma Socialista Soviética de Crimea quedó establecida dentro de Ucrania poco antes de que Ucrania abandonara la URSS. Rusia quiso volver atrás y anular la cesión de Crimea pero ya era demasiado tarde, Ucrania insistió en mantener Crimea dentro de su estructura administrativa como República Autónoma.
Desde ese momento los conflictos y enfrentamientos entre los partidarios de que Crimea debía volver a ser parte de Rusia, y los que defendían que pertenecía Ucrania fueron frecuentes. Yevgueni Saburov fue un primer ministro de etnia rusa que impuso en la República de Crimea el control sobre las instituciones ucranianas en la península. A raíz de varios problemas y altercados, el gobierno ucraniano anuló la constitución crimeana y abolió la presidencia de Crimea en 1995.
Los conflictos continuaron ya que los sentimientos de identidad e independencia de la población de Crimea que desean volver a ser parte de Rusia no se logran silenciar con el paso del tiempo. Es por ello que el conflicto de intereses ha perdurado a lo largo de los años hasta que, debido a la unión de varios factores estalló en 2013 iniciando una guerra que continúa actualmente y que se ha llevado por delante la vida de más de cinco mil personas.