Las ironías de la historia a veces nos obligan a relacionar personajes que nuestros universos cognitivos mantenían en dimensiones opuestas. Surgen así odiosas comparaciones que molestarán a más de alguno, pero el escándalo reciente por el crédito otorgado por el Banco de Chile a la nuera de la presidenta, Natalia Compagnon, hacen que zumben en el oído relaciones de nombres políticamente incorrectas: Los apellidos Bachelet y Pinochet no sólo riman, sino que también tienen desagradables parecidos cuyos yernos y nueros nos obligan a replantearnos esta cáustica transición.
EL YERNO QUE SE HIZO RICO
Julio Ponce Lerou, de profesión ingeniero forestal, se casó con Verónica Pinochet, hija del dictador. Así entró a trabajar en Celulosa Constitución (Celco), luego Endesa y la Compañía de Teléfonos (CTC), cuando todas estas empresas eran estatales. Siguió después en Iansa y de la Sociedad Química Chilena (Soquimich) para terminar siendo nombrado en 1983 gerente general de CORFO, cargo del que se ve obligado a renunciar tras un escándalo por el rápido aumento de su fortuna personal. Al dejar el Estado se fue con una amplia red de contactos y conocimientos de las empresas estatales, las que a fines de la década de 1980 serían privatizadas.
Al ‘privatizarse’ formó la sociedad Pampa Calichera, a través de la cual se hizo dueño por una módica cifra de Soquimich en 1987. Actor clave del proceso de privatizaciones durante la dictadura, una vez retornada la democracia se divorció de la hija del dictador y siguió sus flamantes negocios en un país que comenzaba la insólita política de abrir espacios a las mineras privadas a través de concesiones mineras, a la vez que reducía la inversión de la estatal Codelco. Soquimich controlaba yacimientos de litio y minerales de importante valor a partir del cambio de milenio, los que pronto fueron rentables para Ponce Lerou, quien dejó de ser asociados con la familia de Pinochet y entró arrogante al círculo de los hombres más ricos de Chile.
RELACIONES PÚBLICO-PRIVADAS
Tras días de no contestar el teléfono, la yerna de Bachelet, Natalia Compagnon, por fin respondió la llamada del Ministerio del Interior para que entregara más detalles sobre el escándalo en que era la protagonista. Eran las primeras semanas de febrero y una publicación de la revista Que Pasa que daba cuenta de un crédito de $6.500 millones para impulsar un negocio inmobiliario en Machalí otorgado por el Banco de Chile, remecía el ambiente político y familiar de la presidenta. “No era por tanta plata”- respondió Natalia a un gabinete que veía esfumarse la popularidad gubernamental que tanto logro recuperar en las encuestas.
Su esposo, Sebastián Dávalos, respondía por su parte a su equipo del Área Sociocultural de la Presidencia desde la casa de verano de la presidenta en Caburga, diciendo que el tema no era para tanto porque era “entre privados”.
El crédito por $6.500 millones a la empresa Caval dado un día después de la segunda vuelta de las elecciones de 2013, cuando la empresa sólo tenía un capital de $6 millones no resistía análisis de riesgo financiero. Luego se sabría que el Banco de Chile otorgó el crédito después de una reunión en noviembre de 2014 donde se conocieron Sebastián Dávalos y el dueño del banco, Andrónico Luksic. No era menor si se trataba del hijo de la presidenta.
Dávalos y Compagnon formaron en 2012 la empresa Caval con un capital de $4 millones. Es sólo una de las seis sociedades conocidas que comparten Dávalos con Natalia, dedicadas a las asesorías y la representación de empresas transnacionales y locales.
Los negocios de Dávalos se iniciaron tras su paso, bajo el primer gobierno de su madre, en un cargo en el área de inversión extranjera de la Cancillería. Una embestida del periodista Tomás Mosciatti, de radio Bío Bío, diciendo que era “muy poco razonable” y “al menos sospechoso” el vínculo comercial y las asesorías que el hijo de la presidenta prestaba a empresas de China luego de pasar por la Cancillería, fue respondido por Dávalos con una querella por injurias.
El hijo de Bachelet gusta de la buena vida. En sociedad con su esposa tienen cuatro automóviles Lexus avaluados en cerca de $30 millones cada uno. El que acostumbra a desplazarse es un descapotable modelo New IS 250, avaluado en 81 millones de pesos, negro y con asientos de piel blanca.
Su matrimonio con Natalia fue el fundo Haras de Callanas en Paine del empresario Gonzalo Vial Concha en octubre de 2012. Vial Concha es uno de los dueños de Agrosúper, empresa que fue una de los clientes de Dávalos.
La llegada al cargo de Director Sociocultural de la Moneda fue petición expresa del mismo Sebastián Dávalos a su madre. A través de dicho cargo ad honorem Dávalos se relaciona con las principales empresas de Chile. El Mostrador destaca que entre las instituciones a cargo de Dávalos, se generan relaciones estratégicas con empresas como Arauco, Banco Santander, Santillana, Sodimac, Telefónica, Unilever, Ultramar, Copec y United Way Chile.
El cambio del uso de suelo de las tierras compradas en Machalí le dio al matrimonio Dávalos-Compagnon un lucro de $2.500 millones tras vender los terrenos a la inmobiliaria Ruta 86. Machalí es la zona de mayor emprendimiento inmobiliario destinado a sectores altos en las cercanías de Rancagua y la modificación urbanística multiplicó por diez el precio.
IGUALDADES Y DIFERENCIAS
Las fortunas del matrimonio Dávalos-Compagnon y Ponce Lerou crecieron en las sombras del poder. Uno aprovechándose groseramente del proceso de privatizaciones de la dictadura; el matrimonio de la intrincada telaraña de los emprendimientos público-privados.
Alguien dirá que son muy distintos, que no da para comparar. Es verdad, pero sólo es un asunto de niveles porque en la práctica tanto Ponce Lerou como Natalia Compagnon recurrieron al tráfico de influencias y acceso a información privilegiada para cimentar su fortuna.
La fortuna de Ponce Lerou fue hecha en dictadura y el ascenso social del matrimonio Dávalos-Compagnon fue mucho más condicionado por las trenzas de la democracia y el escrutinio público. Uno se hizo rico de manera fácil; el otro lo está intentando. Uno se hizo rico aprovechándose del proceso de privatizaciones de la dictadura y el otro haciendo valer su proximidad con el poder y sus cargos para mejorar sus bonos en el mundo privado.
La diferencia entre uno y otro lamentablemente no es un asunto de ética personal, es el contexto. Ponce Lerou aprovechó a ultranza el saqueo del Estado y el matrimonio Dávalos-Compagnon aprovecha de ascender socialmente en su codeo con el mundo privado.
Y hay más coincidencias: Si hasta el ejecutivo de cuentas en el Banco de Chile de la empresa Caval Natalia Compagnon, según informa La Tercera, es Iván Garrido Concha, quien manejó las cuentas bancarias del dictador y su esposa.
Colgados allá en el fondo de sus casas, en los cuadros de familia, por un lado aparece el retrato del rictus autoritario de Augusto Pinochet y en el otro, mucho más sonriente, la figura maternal de Michelle Bachelet.
Las vueltas de la vida. El atributo que siempre generó Michelle Bachelet fue el de confianza, dado por sus apariencia maternal. Pese a los intentos de hacerla responsable por las muertes del Tsunami, su evidente primer gobierno neoliberal y su adscripción a las políticas neoliberales, su imagen maternal fue la atribución que más pesó en sus votos.
Tal vez Pinochet nunca pensó que lo que más pesaría al final de sus días sería uno de sus rasgos predilectos, su brutalidad. La figura materna de Bachelet que se habían formado los chilenos ahora es asaltada por un hijo arrogante, arribista, con gustos de rico e inescrupuloso. Las ironías de la historia: Los apellidos Bachelet y Pinochet se asemejan mucho más que su evidente rima.
Mauricio Becerra R.
@kalidoscop
El Ciudadano
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