A pesar de que Grecia y la UE han llegado a un acuerdo, el riesgo de inestabilidad financiera sigue vigente en Europa, escribe la directora de investigación en economía internacional Paola Subacchi en un artículo publicado en ‘Foreign Policy‘.
En opinión de la autora, la unión monetaria de Europa se ha basado en una mala teoría económica desde el principio. «Si ha habido alguna vez una idea mala, esa es la UEM [Unión Económica Monetaria]», cita Subacchi las palabras de 1996 del economista alemán Rudiger Dornbusch. La investigadora explica que la Eurozona no tiene los rasgos de una «zona monetaria óptima» incluida «la movilidad laboral perfecta, la flexibilidad salarial perfecta y un sistema de distribución de riesgo».
Los desequilibrios entre los países con superávit y con déficit en la Eurozona «permanecen en el corazón de los problemas de Europa», opina Subacchi. A su vez, «la supervivencia del euro en el contexto de preferencias nacionales heterogéneas ha resultado en una recesión prolongada, con desempleo alto y el deterioro de estándares de vida en algunos países, una deuda pública incontrolable y la opinión pública cada vez más euroescéptica», constata la investigadora.
Desde el inicio de la crisis del euro, un debate político limitado y las visiones predominantes de los países más fuertes en términos económicos y políticos han convertido la unión monetaria, ya restringida por tipos de cambio fijos, en un «sistema punitivo», escribe Subacchi.
«La unión monetaria europea es un proyecto político construido sobre la suposición imposible de que una moneda única y un mercado único podrían trascender los intereses nacionales y la política doméstica», concluye Subacchi, añadiendo que la historia de los últimos cinco años muestra los costes de estas suposiciones.