El jueves pasado milicianos de Estado Islámico saquearon y destruyeron la ciudad asiria de Nimrud con más de tres mil años de antigüedad; el sábado la víctima del grupo armado fue Hatra, ciudad nombrada Patrimonio de la humanidad en 1985; y este domgingo cayó Dur Sharrukin, último objetivo del afán destructivo de Estado Isámico.
El pasado viernes publicábamos que la directora general de la UNESCO había solicitado ayuda urgente al Consejo de Seguridad de la ONU y al Tribunal Penal Internacional ante el temor, tras la destrucción de Nimrud, de que el próximo objetivo de Estado Islámico fuera la ciudad de Hatra. Confirmándose sus peores pronósticos, la ciudad que fuera capital del Imperio Parto fue destruída y, a las pocas horas, las excavadoras de Estado Islámico también llegaron a Dur Sharrukin.
Saeed Mamuzini, responsable del Partido Democrático del Kurdistán para Mosul, explicó a la agencia Rudaw que la gran ciudad de Hatra albergaba multitud de antigüedades y que Estado Islámico la había saqueado y destruído llevándose las monedas antiguas de oro y plata que había en su interior.
Este domingo, de igual forma que hicieron con Nimrud y Hatra, la ciudad Dur Sharrukin fue destruida y saqueada por Estado Islámico. Se trata de una nueva pérdida irrecuperable del patrimonio de Irak, que en una semana ha visto desaparecer importantes vestigios, como el palacio del rey asirio Senaquerib, el de Saragón II, y otros muchos edificios, estatuas y objetos antiguos de valor incalculable.
La oleada de ataques y saqueos a estas históricas ciudades comenzó a finales de febrero con la destrucción del Museo de Mosul. En esta primera ocasión los autores se grabaron en vídeo dejando documentación gráfica de cómo destruyeron con mazos y taladros importantes estatuas expuestas en el museo de un valor incalculable. En las imágenes, uno de los saqueadores justificaba sus actos asegurando que los pueblos antiguos adoraban a ídolos en vez de a Alá.