Durante mucho tiempo, especialmente desde que me dedico a la Sexología, me he preguntado después de escuchar y atestiguar muchos detalles el por qué la bisexualidad femenina es vista diferente a la masculina. Para nosotros la bisexualidad es la atracción erótica y afectiva por relacionarnos con personas de género femenino o masculino de forma prácticamente indistinta. “Prácticamente” porque obviamente nos relacionamos desde un género con otro de forma diferente aunque no lo pensemos tal cual.
La cuestión es que esta diferencia se ha llevado a otros niveles en donde la heteronormatividad se ha venido “comiendo” a la bisexualidad femenina en particular, convirtiéndola en producto para el disfrute masculino. Es por esto que salir del “doble clóset” es diferente para hombres que para mujeres: La bisexualidad masculina todavía es muy amenazante para esta frágil pero sedimentada reglamentación social de la sexualidad.
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Aun así, esto puede ser una trampa, pues así como existe una “mayor aceptación”, está también una amplia gama de violencia de género y doble moral en esta suposición. Se ha dicho en estudios sociales que la bisexualidad incluso llega a ser casi obligatoria para algunas mujeres. Cuando se presentan las famosas bisexuales de Hollywood en medios de comunicación, se les presenta como mujeres tanto o más sexualizadas que el resto y vienen a reforzar el mito de que las mujeres (por no decir las personas) bisexuales tienen mayores o más incontrolables deseos sexuales que las otras personas. En realidad, estamos hablando de un comportamiento sexual tan variado como en cualquier persona, pues la preferencia y la práctica no se determinan mutuamente.
A raíz de esto y otros detalles, en mi práctica laboral no ha sido raro encontrarme con adolescentes mujeres que se autonominan bisexuales para ser más atractivas entre los jóvenes de su edad. De alguna manera, esto responde a por qué es una especie de moda, obviamente sin despreciar que hoy en día es más fácil salir del clóset para quien si lo es. A la larga, la preferencia real sale a relucir de alguna manera.
Otra categoría mito-violencia de género es cuando por ser bisexuales, las mujeres son abordadas (con o sin consentimiento) por varones para recibir, en diferentes grados de forzamiento, propuestas para hacer tríos que muchas veces ellas no desean hacer. Esto viene a contrastar con mitos que dan a entender que la bisexualidad no es selectiva en cuanto a sus encuentros sexuales y que además les gustan los tríos. Nuevamente, la práctica puede ser más variada que cualquier estereotipo.
Por último, un papel importante lo juega la pornografía comercial que vende una imagen femenina que gira alrededor del goce del hombre patriarcal heterosexual. En este sentido, las mujeres bisexuales y lesbianas nuevamente se conciben como producto que juega a ser (la práctica sexual es un juego, que además a veces dista de como es el sexo lésbico en realidad), pero que solo es por completo cuando hay un hombre cerca. Afortunadamente ya hay otras opciones para el erotismo gráfico que son más incluyentes de las personas en toda nuestra diversidad.
Es por las circunstancias mencionadas y otras tantas que la doble moral da como resultado relaciones en las que un miembro de la pareja goza de esta fantasía bisexual, pero usa la bisexualidad real del otro miembro para agredirla.
Todavía queda mucho por hacer.
Por Rocio Linares.
Ensenada Net
Licenciada en Psicología UABC. Maestra en Sexología Educativa, Sensibilización y Manejo de Grupos IMESEX.