Cualquier Estado que tiene una ruta propia, diferente a lo prescrito por la política exterior estadounidense, se convierte en blanco de peligrosas acusaciones y de una posible intervención, reza un artículo publicado en el portal Últimas Noticias. Entre los países que EE.UU. ha convertido en los malos de la película figuran Libia, Siria, Ucrania, Irak, Irán, Costa de Marfil, Liberia, Somalia, Sudán del Sur y la Federación de Rusia, entre otros.
Para tachar a decenas de naciones de amenaza para su seguridad nacional, como hizo con Venezuela este 9 de marzo, EE.UU. se ampara en el Acta de Poderes Económicos por Emergencia Internacional (IEEPA, por sus siglas en inglés), una ley federal adoptada en 1977 que autoriza al presidente a regular el comercio tras declarar una emergencia nacional en respuesta a «cualquier amenaza inusual y extraordinaria a EE.UU. que tenga origen extranjero».
El autor señala que Irak, bajo el mandato de Saddam Hussein, y Libia, gobernada por Muammar Gaddafi, fueron víctimas de las sanciones de EE.UU. El siguiente paso de Washington fue la intervención directa en el primer caso y con ayuda de mercenarios y bombardeos de la OTAN en el segundo.
Asimismo, en 2014 fue sancionada Ucrania después de que su expresidente, Víktor Yanukóvich, rechazara el ingreso a la UE. «La intervención directa de Estados Unidos exacerbó las protestas, que derivaron en actos violentos y conllevaron la caída del Gobierno», opina el autor al señalar que hoy en día las sanciones occidentales siguen en pie contra la «resistencia rusófona». Según el autor, la ley federal estadounidense IEEPA sirve como primera fase de una estrategia cuyo fin es «declarar emergencias» que permiten a la Casa Blanca actuar en contra del país que se ha establecido como objetivo.