Hasta La Moneda llegarán mañana a las 15:30 horas las organizaciones de la llamada “Caminata de Los Sin Voz”, que busca visibilizar la realidad que viven los presos y sus familias en Chile. “Queremos que se cumpla la Ley, no estamos pidiendo nada más”, dice Gloria Moneny, quien desde el pasado 17 de marzo recorre centros penitenciarios del sur y centro del país como parte de esta movilización, a la que adhieren 9 agrupaciones, entre ellas el Centro de Ayuda al Privado de Libertad y Familia, Confapreco, la Asociación Nacional de Presos de Chile y 81 razones, nacida tras la muerte masiva de presos en el incendio de la Cárcel de San Miguel en 2010. “Nos unimos para que los privados de libertad tengan derechos, de acuerdo a la Constitución… Para denunciar la tortura, los golpes”, agrega Moneny.
Gloria sabe de lo que habla. El 29 de mayo de 2010 su hijo, Marcos Galdames Moneny, murió a los 27 años de cáncer agonizando y esposado en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Regional de Valdivia. Su defensa había pedido que se le quitaran las esposas por no representar ya un peligro para la sociedad debido a su estado de salud, sin embargo, el Tribunal se negó. Marcos llevaba dos meses en la cárcel y solo estaba en calidad de imputado –no de condenado- por un robo con secuestro.
“Esta (Caminata) es una sanación para mí, por la muerte que pasó mi hijo, para sanarme por la pena que pasó y por no poder tener las herramientas para que mi hijo muriera en mis brazos. Con un Presidente que dijo No, un Juez que se creyó Dios y no permitió soltarle las esposas para que muriera en mis brazos. Te hablo de Marcos y de otros que mueren y pasan por estas cárceles de exterminio”, sostiene Gloria.
Las denuncias
Lo que esta mujer ha logrado recopilar en su recorrido por alrededor de 10 cárceles del sur y centro del país es pan de cada día para los familiares de los presos. Los golpes y la tortura es lo que más se repite. “Los familiares nos dan los escritos. Son cosas escalofriantes lo que pasa en los penales. Golpes tras golpes”, asegura Gloria. En la Cárcel de Angol pudo estar con el joven preso político mapuche, Leonardo Quijón. “Tiene los perdigones todavía. Está con un gendarme vestido de negro. No tiene derecho a que lo vea un médico, a que lo operen”, relata Gloria.
Junto a eso está el “empastillamiento” de los internos y su posterior adicción. También los traslados de éstos a recintos que están lejos de sus familias. “Desvinculan a la familia y todos sufren. Gendarmería con los traslados nos devasta, se nos mueren. Donde hay un preso hay una familia que sufre”, sostiene la mujer. Una frase que también puede ser entendida literalmente, si se considera otra de las denuncias que más se oye entre los cercanos de los reos: Los tratos vejatorios de parte de Gendarmería hacia los familiares de los internos.
“Las familias están asustadas”, asegura Moneny, quien por ejemplo relata el caso de una señora en Concepción a quien Gendarmería castigó porque entró dos bebidas al centro penitenciario y sacó solo una. “No podrá ver a su familiar durante 9 meses y la hacen firmar”, cuenta. “¡¿A un familiar que le revisen la vagina y la revisen hacia adentro…?! ¡Para eso hay máquinas! Nos abren la parte de atrás de nuestro popó para revisar y eso es denigrante. Fui a una cárcel y una joven fue violada. Tenía un celular en su vagina y se lo sacaron a la fuerza”, denuncia. Y agrega: “Gendarmería es Dios, amo y Juez, y ellos están para resguardar, no para maltratar. Han pasado muchas torturas, muertes. Hay mucha gente que no quiere hablar”.
Los “negocios” de las concesionarias y Gendarmería al interior de los recintos penales es también una constante de las denuncias. “La Concesionaria tiene su negocio: Nos prohíben entrar prestobarba, pero ellos venden adentro, al igual que cosas como encendedores, sal… Y lo venden caro”, asegura.
“Nadie está libre de caer a la cárcel”
Durante su recorrido, que comenzó en Valdivia y que ha debido hacer caminando y “a dedo”, debido a que sufre de diabetes, Gloria dice que sufrió un extraño robo. “Me robaron la mochila. Desde que salí de Valdivia me siguieron. Me paró una camioneta y me quitaron la mochila. Fue extraño. Quedé sin ropa. Pensaron que tenía los videos”, piensa, refiriéndose a los registros que ha logrado recopilar. Fue en Valdivia también que, una vez adentro de la cárcel, funcionarios de Gendarmería le pasaron a carabineros el carnet de quien acompañaba a Gloria en ese momento. Cuenta que tuvieron entonces que hacer una travesía diferente, irse por otro lado.
“Dormí en la calle, en carpas. Es por amor al prójimo, a otros. Para esas mamás que se quedan en las casas sin hacer nada”, explica. Como ella en un comienzo. “Cuando murieron los 81 (de San Miguel) yo estaba en cama y dije: Tengo que levantarme. Toda muerte en una cárcel es escalofriante”, dice. Hoy se dedica a promover el trabajo de los presos, para que tengan oportunidades. “Para que se cumpla la Ley, los derechos del privado y privada de libertad”, enfatiza.
Gloria recuerda que ni siquiera la asistente social le avisó que su hijo Marcos había muerto. Y denuncia: “Me lo entregaron con una trizadura en la cabeza, cuando lo trasladaron de Valdivia a Valparaíso”.
“Somos el patio trasero de Chile, somos los desordenados, pero los que votamos y nadie se ha dado cuenta. Creen que detrás de un privado de libertad hay una persona que no piensa. Que los parlamentarios despierten. Somos nosotros los que votamos”, sostiene Gloria, y recuerda: “Nadie está libre de caer a la cárcel”.
Luego de su manifestación de este martes en La Moneda, la Caminata de Los Sin Voz visitará localidades de la Quinta Región, como Casablanca y San Antonio, así como el Parlamento en Valparaíso. En esta ciudad finalizará la movilización, con un acto el 10 de abril a partir de las 17:00 horas, en el Parque Italia, donde se exhibirá el material de denuncia recopilado por Gloria Moneny.