En la tortuosa imaginación de quienes construyeron la institucionalidad de la dictadura que aun nos rige, la eventual llegada de la Izquierda al poder debía ser eliminada de antemano. El sistema electoral binominal y la elección presidencial a dos vueltas están ahí para eso.
No obstante, como decíamos en la Colchagua de mi infancia, sus autores “se pisaron la huasca” por la simple razón de que la segunda vuelta también puede servir para impedir la llegada al poder de la derecha pinochetista: que la UDI domina la coalición de Piñera es un dato que no hay que perder de vista.
De modo que aquí vale la conocida aserción: “Au premier tour on choisi, au second tour on élimine” (En la primera vuelta se elige, en la segunda vuelta se elimina).
Ahora bien, la Concertación es la principal responsable del eventual regreso al poder de los sectores más reaccionarios del país. La popularísima Bachelet corre el riesgo de terminar su mandato entregándole la banda presidencial al representante de quienes acabaron con la vida de dos presidentes, de dos comandantes en jefe de las FFAA, de varios ministros, de muchos soldados, de miles de ciudadanos, y de paso con la democracia y los derechos humanos. ¡Bravo presidenta! Felicitaciones a la Concertación.
Jorge Arrate fue muy generoso cuando propuso establecer las condiciones que impidiesen la llegada al poder de la derecha dura, de la extrema derecha. Como es sabido, su llamado cayó en el vacío. Ayer, al conocerse los resultados de la elección presidencial, Arrate repitió, una vez más, que la Izquierda no desea favorecer el triunfo de Piñera y de la UDI.
Frei cometería un error magistral si cree que en la segunda vuelta la Izquierda le va a votar en su calidad de “mal menor”. La Concertación, -y muy precisamente Aylwin, Frei, Lagos y Bachelet-, son individual y colectivamente responsables de la perpetuación de la institucionalidad de la dictadura, de este régimen ilegítimo y antidemocrático. Durante veinte largos años la Concertación ha cogobernado con la derecha dura “consensuándolo” todo. Durante veinte largos años la Concertación ha profundizado el modelo económico que le gusta a la extrema derecha, ganando con ello la tan ansiada “gobernabilidad” que en este caso se traduce en ausencia de oposición política.
Ahora se trata de probar que existe voluntad para terminar con la peor de las herencias de la dictadura: su institucionalidad autoritaria. Si Frei quiere el apoyo de la Izquierda, de toda la Izquierda, debe comprometerse públicamente a convocar una Asamblea Constituyente que le devuelva a Chile su calidad de República democrática, y al pueblo chileno su calidad de único Soberano.
¿Qué diferencia hay entre Frei y Piñera al respecto? Hasta ahora ninguna. Palabras huecas. Vacías. Promesas incumplidas. Proposiciones de “reformas consensuadas”, o sea más de lo mismo. En el caso de Piñera, incluso un vergonzante desconocimiento de la palabra empeñada para acordarles el derecho a voto a los chilenos residentes en el Exterior.
Señor Frei, representante de la derecha civilizada, que le quede claro: ahora es pasando y pasando. Si quiere ser presidente, tiene que terminar con la institucionalidad que Pinochet impuso en 1980. Si no demuestra esa voluntad, y pronto, el pueblo de Chile tiene el legítimo derecho de preguntarse: ¿A quién hay que eliminar?
Por Luis Casado