“No nos hacemos falsas ilusiones: ni por las elecciones los trabajadores conquistarán el poder, porque la burguesía no está dispuesta a acatar las mayorías parlamentarias, ni toda la fuerza del pueblo se expresará en los resultados electorales. Sabemos que las elecciones nunca resuelven por sí mismas los problemas de las clases, sólo los plantean».
Miguel Enríquez, marzo de 1973
El resultado de este proceso electoral no hace más que plantear los enormes desafíos que se presentan para los sectores populares y revolucionarios, para todos quienes buscamos levantar una fuerza social que sea el protagonista efectivo de los cambios que se avecinan.
La derecha ha sabido capitalizar electoralmente el descontento y el malestar de la población con este sistema injusto, favorecida por décadas de apoliticismo, demagogia y el uso de cuantiosos recursos y medios financieros y propagandísticos (cogobierna por años y ahora va en busca del botín mayor).
Se ha cristalizado la crisis de la Concertación como administrador del modelo económico, el que en su caída afecta no sólo las condiciones de vida de millones de chilenos, sino que arrastra además al actual bloque gobernante erosionado por disputas internas, caudillismos y vicios típicos del poder como la corrupción, las prácticas cupulares, el amiguismo, el cuoteo y el pituto, entre otros.
De estas disputas surgieron nuevos caudillismos con un discurso más “izquierdista” que intentaron captar para sus propios fines las bases sociales desencantadas con la Concertación y canalizar el descontento por vías legales, como lo hizo la candidatura de MEO y su nuevo movimiento político.
Tanto desde adentro como por fuera de la Concertación surgen y entran en disputa nuevas propuestas de centro izquierda o “progresistas”, representadas tanto por la nueva alianza entre la Concertación y el PC, como por la perspicaz fuerza que MEO intentará orientar hacia la campaña presidencial del 2014.
Que la derecha llegue al gobierno no sólo es responsabilidad de la crisis de la Concertación sino también de la izquierda en todas sus expresiones. En el caso del reformismo liderado por el Partido Comunista, a pesar del evidente declive político de la Concertación, renunció a la opción de la construcción de una propuesta anti neoliberal autónoma e independiente (aunque sea en el plano electoral) a cambio de la obtención de tres diputados producto del pacto con una Concertación en decadencia.
En el caso de la izquierda revolucionaria, no ha sabido todavía hacer tangible una organización a escala nacional para la lucha por las demandas populares, y lograr una incidencia que pueda ser una alternativa de conducción consecuente ante el reformismo o los sectores ligados al bloque dominante, llámense “progresistas”, “populares”, etc.
Hoy todos hablan de “cambios” pero ni la Concertación ni la Derecha, u otras opciones surgidas desde el mismo bloque dominante, podrán resolver los graves problemas que enfrentan los trabajadores y el pueblo en general, producto de 30 años de neoliberalismo y colusión entre el poder político y económico. El verdadero cambio vendrá de la propia organización popular y la lucha consecuente por objetivos propios.
Creemos que las dos alternativas en la segunda vuelta no son tales (Frei y Piñera), ambas candidaturas expresan con más o menos matices la continuidad del modelo económico y social imperante, cualquiera sea el que gane la elección, las líneas centrales de la política y la economía seguirán de manera muy similar. Para los Rodriguistas el hecho puntual de no votar o votar nulo no es suficiente como indicador de una voluntad y sobre todo un camino de lucha y construcción de movimiento popular, por lo mismo no nos hemos sumado a un llamado en particular, pues será la práctica y las conductas pos elecciones las que indicarán cómo cada uno enfrentará el desafío de combatir coherentemente contra el Capital Financiero y sus servidores.
En este sentido lo que puede cambiar o tener ajustes son los ritmos, las prioridades y los criterios organizativos según como se ordene el naipe del poder, ya que con una posible llegada de la derecha al gobierno, a la lucha frontal contra sus políticas y sus medidas deberemos sumar la disputa y la lucha ideológica con las ya mencionadas opciones “progresistas” o de centro izquierda que entrarán a ser oposición e incluso buscarán conducir las movilizaciones sociales, pero con el propósito de volver a La Moneda en futuras elecciones.
El proceso electoral en curso encuentra a los rodriguistas organizando el Segundo Congreso del FPMR, que realizamos justamente para potenciarnos e intervenir de mejor manera en esta realidad que está en movimiento, en tránsito a cambios en las correlaciones de fuerza y composición de los diversos actores y sujetos políticos.
Pensamos que sea cual sea la direccionalidad que esto tome, o las tendencias que se aprecien pos elecciones, debemos ver las cosas con tranquilidad y perspectiva, no caer en la trampa del electoralismo u otros cantos de sirena de corto plazo, y más que hacer llamados grandilocuentes, anunciamos que continuaremos avanzando en la construcción de fuerza popular por la base, en la unidad de los revolucionarios a escala nacional y continental, en la movilización en contra de este modelo económico en decadencia y por un proyecto patriótico y digno para nuestro pueblo, todos propósitos vigentes en pos de los grandes objetivos que nuestro programa político nos plantea.
26 Aniversario, rumbo al II Congreso del FPMR
CON FE EN EL PUEBLO QUE CONTRUIRÁ SU PROPIO DESTINO
Dirección Nacional
Frente Patriótico Manuel Rodríguez
Chile, 14 diciembre de 2009
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