En días invernales es común escuchar argumentos sobre la necesidad de terminar completamente con el uso de leña para calefacción, más aún durante aquellas horas en que la densa nube de la contaminación atmosférica se enseñorea sobre Coyhaique. Es esta una idea que se viene repitiendo con mayor fuerza durante los últimos años, fogoneada por la discusión energética en Aysén y en el resto de Chile. Que se debe entregar un subsidio estatal para asegurar el uso de electricidad con fines térmicos[1] o que, bajo la misma figura, se precisa aceptar lo que han ofertado grandes compañías eléctricas[2] de rebajar el costo de la electricidad con el mismo objetivo.
El análisis integral de los efectos de la opción dendroenergética (que es la generación de energía a partir de los árboles) es reciente en Aysén. Aunque la leña ha sido compañera fiel desde los inicios del poblamiento chileno en la zona, solo desde hace unos pocos años distintos actores vinculados al ámbito medioambiental y de la salud pública, en particular en Coyhaique, han expresado un fuerte cuestionamiento al uso de este combustible[3]. Esto, amplificado en ocasiones por actores (internos y externos) que impulsan sus propias opciones[4].
Dos son los factores esenciales.
Primero, la contaminación atmosférica por material particulado producto de la constante y deficiente combustión, que ocasiona graves problemas de salud pública[5]. Estos pueden ir desde irritación a los ojos hasta infecciones de las vías respiratorias y otros efectos crónicos. La autoridad ha llegado a limitar (e incluso prohibir) las actividades deportivas en períodos críticos. La razón: este tipo de esfuerzo físico exige mayor oxigenación, ocasión en puede aumentar en 10 veces el aire que pasa por los pulmones. Es decir, 10 veces más material particulado entrando al cuerpo.
Y segundo, la presión sobre los bosques regionales. De los aproximadamente 687.000[6] metros cúbicos que se consumen anualmente en la región, poco más de un 40 % tendría respaldo legal para su extracción. Si consideramos en promedio una superficie de 2.300 hás/año con plan de manejo[7] y un nivel de productividad de entre 100 y 150 metros cúbicos de leña por hectárea, se requieren aproximadamente 5.500 hectáreas de bosque manejado para satisfacer la demanda total de calefacción. Es decir, en números gruesos faltan aún 3.200 hectáreas que ingresen el sistema de planes de manejo para alcanzar una gestión sustentable.
Estas alarmantes cifras podrían indicar que la más efectiva medida que debe adoptar la región es terminar con el uso de leña. Sin embargo, el actual gobierno realza su valor como combustible y la pone en el centro de la agenda energética, señalando a través del ministro de Energía Máximo Pacheco que “cuando la leña se usa correctamente, es un combustible moderno y limpio, además de económico. Y eso es importante que nuestra gente lo entienda en toda su dimensión”[8].
Detrás de toda esta discusión hay una pregunta fundamental: ¿es sustentable quemar árboles para calefacción?
La dendroenergía
El acercamiento del ser humano al uso del fuego estuvo desde sus inicios asociado a la combustión de leña. Se calcula que la cocina se instaló como práctica habitual humana hace unos 350 mil años[9]. De ahí que podamos decir que su consumo nos ha acompañado desde tiempos inmemoriales. Y en el caso de Aysén, desde siempre.
En la actualidad su uso a nivel global es amplio, esencialmente en las naciones en desarrollo. “Se calcula que la energía de la biomasa combustible tradicional asciende a casi la décima parte del total actual de la demanda humana de energía (más que la energía hidráulica y la nuclear juntas), y los combustibles leñosos constituyen probablemente unos dos tercios del consumo en los hogares”[10] señala un informe de la Organización para la Alimentación y la Agricultura de la ONU.
Estos datos no son menores. Indican que a estas alturas las actividades asociadas a la producción de leña cruzan toda la sociedad mundial. Y la región no es la excepción.
En términos culturales, está asociada a la tradición y la identidad.
Ya lo hemos dicho, la leña es el principal combustible para calefacción usado en Aysén. Este recurso ha sido utilizado generación tras generación, constituyendo elemento de encuentro en la familia local. Reminiscencias de una vida esforzada y en constante enfrentamiento con la naturaleza obsequia a quien escucha el crepitar de las brasas de un fogón bien animado, en el disfrute de un buen asado. “Los que llegaron primero nos dejaron su folclor, bailaban valses, rancheras, mate y churrasco al fogón” cantó durante años Miguel Peña, nuestro Trovero Sur.
Con sus virtudes y defectos, la leña es un elemento cultural arraigado en las familias de la región.
Pero no es solo identidad. También es economía.
El rubro de la leña en Aysén considera, al menos, un flujo de recursos económicos sobre los 22 millones de dólares, calculando la transacción global a un valor final promedio de $ 20 mil por metro cúbico. Esto incluye desde productores a compradores, pasando por una cadena de comerciantes, transportistas y trabajadores asociados. De acuerdo al VII Censo Agropecuario y Forestal, existen en la zona 760 explotaciones forestales, estimándose que, de la leña consumida, el 80% proviene de pequeños propietarios[11]. Y esto no solo en la Patagonia. Según datos del Ministerio de Energía en 2013 la leña era el principal recurso energético de producción nacional, representando un 70 % del total.
En términos de economía familiar urbana, hoy la leña es el combustible más barato en relación costo/poder calorífico. Temperar un hogar con leña puede ser hasta 5,4 veces más económico que con electricidad, 4,7 veces más que con gas y 4 veces más que con petróleo[12].
Todo esto apunta a que el debate sobre la contaminación ambiental radica en esencia en el uso ineficiente del recurso leña. Este “uso ineficiente” combina cuatro factores principales: alto contenido de humedad, inadecuada construcción de infraestructura habitacional, sistemas de calefacción poco eficientes y las prácticas de los usuarios. Intervenir en tales variables permitirá menor material particulado al interior y exterior de los hogares.
Sin embargo, esto no resuelve la presión productiva sobre los bosques. Entonces la pregunta lógica es: ¿es sustentable la intervención forestal para dendroenergía?
La ingeniería forestal ha impulsado desde hace años una técnica para la gestión de los bosques para las necesidades humanas. Son los planes de manejo.
Neruda decía que “quien no conoce el bosque chileno no conoce este planeta”.
La formación académica forestal intenta, en primer lugar, conocer nuestros bosques para utilizarlos de manera sustentable en beneficio de toda la sociedad. En la actualidad esto incluye, fundamentalmente, producción de madera para construcción o leña para la calefacción de nuestros espacios cerrados. El manejo de bosques nativos no solo representa beneficios económicos, sino también ambientales, ya que no es razonable olvidar los bienes y servicios que entregan los ecosistemas forestales: protección de suelos y cursos de agua, captura de carbono, hábitat para la biodiversidad de especies de avifauna, patrimonio genético de especies (algunas únicas en el mundo), lugar de esparcimiento familiar y apreciación de naturaleza. Cada vez estas variables están siendo incorporadas de mejor forma en el manejo forestal.
Con todo, el problema principal sigue siendo la producción y comercio ilegal, que llega a un 60 %. Como este espacio no está formalizado, es imposible su fiscalización y que sus actores accedan a incentivos que mejoren la calidad del producto.
Las opciones
La solución para la región de Aysén pasa por regularizar el uso de leña para calefacción mas no por terminar con su utilización. Tal pretensión significaría un shock regional en los diversos ámbitos mencionados: cultural y de economía rural y local. Más aún en los sectores más vulnerables como es el campesino. La mejor opción es la diversificación energética, con una matriz híbrida donde la leña se complemente con otros sistemas.
Es urgente seguir con el trabajo orientado a la construcción de una política dendroenergética, que como sociedad nos permita aprovechar la biomasa forestal, con sustentabilidad ambiental y social. Este camino debe estar orientado al manejo y conservación de recursos naturales como fuente de energía de calidad para la sociedad, y debe ser planteado desde las comunidades locales como actores fundamentales del diseño, implementación y desarrollo de la política. Debe potenciar, además, el trabajo de la institucionalidad pública, mejorando los recursos asignados y realizando gestiones eficientes, e incentivando el desarrollo de estrategias y acciones innovadoras.
En el corto plazo, se precisa continuar con las medidas sanitarias que se están implementando, con información y gestión, dado que la salud de la población debe seguir siendo una prioridad.
A esto se deben sumar las otras ya vigentes: programa de producción y consumo de leña de calidad financiado por el Gobierno Regional e impulsado por Conaf, Indap y el apoyo técnico de la ONG Forestales por el Desarrollo del Bosque Nativo, recambio de calefactores e instalación de ecofiltros (que pueden reducir en hasta un 90 % los contaminantes), aislamiento térmico de viviendas, cambio de prácticas en la gestión domiciliaria de la leña. Importante también es fomentar la formalización de comercialización de combustibles derivados de biomasa (leña, pelet, etc).
La opción de pensar en un horizonte donde la dendroenergía mantenga un lugar preponderante en términos de sustentabilidad es algo que los organismos internacionales reconocen: “La leña y otros combustibles de la biomasa pueden quemarse en combustión limpia con la tecnología correcta y desempeñar así un papel a largo plazo en el desarrollo sostenible cuando se recolectan de manera renovable. Los programas de modernización del consumo de leña en hogares y pequeñas industrias en las zonas más pobres de los países en desarrollo deben ser, por consiguiente, parte de los planes de desarrollo”[13].
Una política de largo plazo debe considerar estas variables. El riesgo de no hacerse cargo de esta realidad siempre estará latente y es la sociedad civil la que, dentro de su rol, tiene la responsabilidad de aportar a una exhaustiva discusión.
Enrique Higuera Sanhueza, Licenciado en Ingeniera Forestal. Miembro Agrupación de Ingenieros Forestales por el bosque Nativo, Capítulo Patagonia.
Patricio Segura Ortiz, periodista. Comunicaciones programa “Leña de Calidad para Aysén”.
[1] “Presidente del CORE Aysén llamó a solventar un subsidio eléctrico”. El Patagón Domingo, 8 de abril de 2015. Ver en http://www.elpatagondomingo.cl/?p=61444
[2] “Alcalde Oscar Catalán: ‘Cuando me refiero a este tema, lo hago con toda tranquilidad’”. Portal Municipalidad de Aysén, 16 de febrero de 2015. Ver enhttp://www.puertoaysen.cl/2015/02/16/alcalde-oscar-catalan-cuando-me-refiero-a-este-tema-lo-hago-con-toda-tranquilidad/
[3] “El aire de Coyhaique pide un respiro”. La Tercera, 19 de julio de 2014. Ver enhttp://diario.latercera.com/2014/07/19/01/contenido/pais/31-168906-9-el-aire-de-coyhaique-pide-un-respiro.shtml
[4] “Edelaysén: Plan de expansión involucraría apuesta por calefacción hogareña”. El Diario de Aysén, 16 de mayo de 2014. Ver en http://diarioaysen.cl/regional/edelaysen-plan-de-expansion-involucraria-apuesta-por-calefaccion-hogarena/
[5] “Experto dice que es urgente cambiar sistema de calefacción para evitar daños de la contaminación”. Diario El Divisadero, 10 de abril de 2015. Ver enhttp://www.eldivisadero.cl/noticia-32657
[6] “Catastro de Bioenergía”. Ministerio de Energía, Conaf, Universidad Austral de Chile, 2013.
[7] “Estadísticas Forestales”. Portal Corporación Nacional Forestal. Ver enhttp://www.conaf.cl/nuestros-bosques/bosques-en-chile/estadisticas-forestales/. Detalle enhttp://www.conaf.cl/wp-content/files_mf/1395763746Plandemanejo.xls
[8] “Gobierno vuelve a mirar la leña tras cambio de planes en GNL del sur”. El Pulso, 11 de marzo de 2015. Ver en http://www.pulso.cl/noticia/empresa—mercado/empresa/2015/03/11-60741-9-gobierno-vuelve-a-mirar-la-lena-tras-cambio-de-planes-en-gnl-del-sur.shtml
[9] “On the earliest evidence for habitual use of fire in Europe”. Revista PNAS de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, 29 de marzo de 2011. Ver enhttp://www.pnas.org/content/108/13/5209.full
[10] “El uso doméstico de leña en los países en desarrollo y sus repercusiones en la salud”, de la Food and Agriculture Organization (FAO). Ver enhttp://www.fao.org/docrep/009/a0789s/a0789s09.htm
[11] Secretaría Técnica del Sistema Nacional de Certificación de Leña. Año 2010.
[12] “Lineamientos para una Política Dendroenergética”. Corporación de Certificación de Leña, mayo de 2009. Ver en http://www.researchgate.net/profile/Rene_Reyes/publication/270881048_Lineamientos_para_una_poltica_dendroenergtica/links/54b68cff0cf2bd04be321f14.pdf
[13] “El uso doméstico de leña en los países en desarrollo y sus repercusiones en la salud”, de la Food and Agriculture Organization (FAO). Ver enhttp://www.fao.org/docrep/009/a0789s/a0789s09.htm