Tras 14 años de trabajo, Estrella padece varias enfermedades y dolencias asociadas al trabajo en la maquila: desde problemas en la columna, debido a movimientos repetitivos, hasta sinusitis crónica, provocada por la aspiración de las pelusas resultantes de cortar los tejidos.
La situación extrema de las trabajadoras textiles en varios países del sur de Asia, como China, Indonesia, Camboya, India, Bangladesh y Sri Lanka es hoy en día bien conocida. Sin embargo, la explotación laboral no se da sólo en este continente, en Centroamérica 263.000 trabajadoras textiles viven explotadas en las zonas francas o maquilas. Ellas representan un 58% del total de la fuerza laboral en el sector.
En el marco del segundo aniversario del derrumbamiento del edificio Rana Plaza en Bangladesh, en el que murieron más de mil trabajadoras de talleres textiles, Oxfam Intermón ha hecho público el informeDerechos que penden de un hilo para denunciar las lamentables condiciones en la que producen ropa miles de mujeres en zonas francas para la exportación en Centroamérica, específicamente enNicaragua, Guatemala, El Salvador y Honduras.
Precariedad en las maquilas de Centroamérica
Jornadas de 24 horas ininterrumpidas, sueldos míseros y falta de higiene en las fábricas. 27 millones de personas en todo el mundo trabajan en las denominadas «zonas francas o zonas económicas especiales», conocidas coloquialmente en América Latina y el Caribe como maquilas.
Se estima que a día de hoy existen unas 2.000 zonas económicas especiales en todo el mundo. Estas zonas francas se han extendido por numerosos países latinoamericanos como una forma de atraerinversión extranjera, a cambio de mano de obra barata y no sindicada, generosos incentivos fiscales y regulaciones laxas. La industria textil se ha convertido en uno de los mayores usuarios de estas zonas. Las zonas francas suministran productos a poderosas empresas del mundo de la moda, multinacionales con fábricas subsidiarias y cadenas de producción en todo el mundo.
La producción y la permanencia en el puesto de trabajo dependen de los contextos internacionales, según la demanda del producto textil. Las empresas transnacionales cierran y despiden a las mujeressin pagar las prestaciones sociales correspondientes de forma frecuente.
Perfil típico de una mujer trabajadora de una maquila de Centroamérica
Las mujeres constituyen más del 50%, y en algunos casos el 90%, del empleo en este modelo de producción. En las maquilas de El Salvador, por ejemplo, 9 de cada 10 trabajadoras de producción son mujeres, según constata un informe del Centro de Investigaciones sobre Empresas Multinacionales (SOMO).
La diferencia salarial entre hombres y mujeres es mayor a medida que los salarios son mayores, y los hombres ocupan los puestos de mayor responsabilidad, como funciones técnicas, de supervisión y administrativas.
Suelen ser mujeres jóvenes de entre 18 y 35 años. Existe una regla no escrita de no contratar a mujeres mayores de 35 años. Aunque se pueden identificar trabajadoras con cierto nivel de educación, la mayoría de ellas no cuenta con formación más allá de la primaria completa o incompleta. Muchas son madres, el 80% según varios estudios y llevan la jefatura de hogares monoparentales. Otra característica que confirma la vulnerabilidad de estas empleadas es que muchas de ellas provienen de zonas rurales.
Salarios que no cubren los mínimos vitales
Los salarios en las zonas francas de Centroamérica no alcanzan para cubrir las necesidades mínimas del día a día. En Guatemala el salario mínimo de la maquila en 2012 cubría únicamente el 84% del costo de la «canasta básica» del país; en Honduras, el 67%; y en Nicaragua, el 49%. Sólo en el caso de El Salvador, el salario mínimo de la maquila era un 5% superior a la canasta básica alimenticia del país. Salarios por debajo de lo legalmente establecido para otros sectores de actividad (un 18,6% menos).
El precio de venta final de algunos de los productos que confeccionan, sin embargo, puede representar 300 veces que lo que gana la trabajadora por su elaboración. Es el caso por ejemplo de las camisetas de la NFL (Liga Nacional de Futbol Americano), vendidas a 25 dólares, mientras que la empleada que las fabrica sólo percibe 8 centavos por cada una.
Jornadas laborales interminables, producción inhumana y engañosa
Aunque la legislación laboral de los cuatro países de Centroamérica analizados en el informe Derechos que penden de un hilo presenta el derecho a una jornada de ocho horas diarias, no es raro encontrar casos de jornadas laborales de hasta un día entero de duración, para cumplir con los pedidos que de un día para otro se hacen a las fábricas.
En maquilas de Honduras, las trabajadoras, ante la presión por cumplir las metas de producción, utilizan estrategias de «ahorro de tiempo» que en ocasiones violan los mínimos niveles de dignidad en el trabajo.
Estrategias de ahorro de tiempo de las trabajadoras/es en Honduras
- Un 79% (514 personas) no se levanta de su puesto de trabajo.
- Un 71% llega antes de la hora de inicio del turno para adelantar el trabajo.
- Un 58% no se comunica con ningún compañero o compañera.
- Un 46% reduce el tiempo dedicado al almuerzo.
- Un 40% no toma agua para no ir al baño y así poder cumplir la meta.
Privilegios empresariales de una zona franca
Las empresas suelen elegir zonas francas porque éstas les permiten producir con estructuras de muy bajo coste y sin demasiada fiscalización por parte de los gobiernos anfitriones. Cuentan con un paquete muy atractivo que incluye, por ejemplo, exención o aplazamiento de los derechos de aduana y de los impuestos sobre las ventas y sobre la renta, un tipo nominal de impuesto de sociedades menor que en el resto del país, y subvenciones para el empleo de recursos humanos locales. Dadas estas ventajas es muy común la presión del sector empresarial por promover este tipo de negocios en países pobres como los centroamericanos.
Coser en una cooperativa de comercio justo: una alternativa
Frente a este modelo de explotación laboral, en Oxfam Intermón reclamamos potenciar el comercio justo, por ser un sistema comercial basado en el diálogo, la transparencia y el respeto, que busca una mayor equidad en el comercio internacional prestando especial atención a criterios sociales y medioambientales.
En Oxfam Intermón trabajamos en comercio justo desde 1994. Actualmente, más de 76.000 mujeres se benefician de la relación comercial directa que sostiene Oxfam con organizaciones de comercio justo en todo el mundo. De ese total, más de 2.400 mujeres forman parte de organizaciones de productos textiles con las que colaboramos en el presente de forma directa.
Un salario digno, mejores condiciones laborales y equidad entre géneros son los mínimos para poner fin a las lamentables condiciones socioeconómicas de muchas mujeres.
Creative Handicrafts
Creative Handicrafts es una de las principales cooperativas de comercio justo de producción textil con las que colaboramos desde Oxfam. En 1983 la mayoría de las mujeres eran víctimas de violencia doméstica y pobreza extrema. Las pocas “afortunadas” que podían trabajar lo hacían en servicio doméstico por un salario ínfimo. Hoy la empresa emplea a 700 mujeres. En la cooperativa estas mujeres reciben un salario, pueden dar una educación a sus hijos en las escuelas infantiles creadas por la misma institución y se les garantizan derechos laborales como las bajas por maternidad, seguro médico y una pensión por jubilación.
Las maquilas y el comercio justo, dos modelos contrapuestos de producción en una misma industria: la fabricación de prendas de ropa.
visto en Oxfam
Dato complementario:
Una maquiladora es una empresa que importa materiales sin pagar aranceles; su producto se comercializa en el país de origen de la materia prima. El término se originó en México, país donde el fenómeno de las maquiladoras está ampliamente extendido. En marzo del 2006 el personal ocupado por las maquilas mexicanas era de 1.300.000 personas.1
La palabra maquila se originó en el medioevo español para describir un sistema de moler el trigo en molino ajeno, pagando al molinero con parte de la harina obtenida. Tal fue también la forma tradicional de producción de azúcar en los ingenios de las Antillas, que en el siglo XIX obtenían su caña de cultivadores llamados colonos; éstos cobraban en azúcar el valor de la caña entregada, de acuerdo con las normas establecidas por los mismos ingenios. (Wikipedia)