Con el lanzamiento al mercado en los años sesenta de la píldora anticonceptiva, la sexualidad de la mujer cambió completamente. Por medio de un simple método preventivo y hormonal estuvo en sus manos la opción de controlar su fertilidad y por ende, la planificación familiar y su autonomía sexual.
En términos generales, los métodos anticonceptivos disponibles hasta ese entonces, implicaban la participación, o a lo menos el conocimiento, tanto del hombre como de la mujer durante la relación sexual. Con la llegada de la píldora, el reino de la anticoncepción se convirtió en un terreno netamente femenino, pues hasta ahora, el único método para hombres no relacionado con el coito es la vasectomía.
Sin embargo esta situación puede cambiar, ya que en los últimos veinte años la ciencia está en búsqueda de encontrar algún método hormonal que les permita a los hombres tener la opción de controlar su fertilidad.
Aunque es muy masivo el uso del condón en el sexo masculino como método de prevención de enfermedades de transmisión sexual, también lo es como anticonceptivo, pero su eficacia bordea el 90%, lo que deja un margen importante de riesgo.
Hasta ahora no existe ningún mecanismo cien por ciento efectivo de anticoncepción tanto para la mujer como el hombre; sin embargo, según los estudios clínicos, suprimir un óvulo al mes pareciera ser más factible que detener la producción de millones de espermatozoides al día.
Es en este punto donde los científicos tienen puestos los estudios, ya que al día un hombre normal produce alrededor de 200 millones de espermatozoides, y las pruebas anticonceptivas apuntarían en la inhibición de la producción de estas células por debajo del millón por mililitro de semen, lo cual se traduciría en una probabilidad de embarazo muy baja.
Las iniciativas para desarrollar la anticoncepción masculina a lo largo de los años setenta y ochenta dependían como único ingrediente activo de la testosterona. Así, de acuerdo a un estudio realizado por la OMS demostró que un derivado de esta hormona inyectado en una dosis de 200 miligramos una vez por semana inducía azoospermia (no hay espermios en la eyaculación) en un 75% de los casos estudiados y oligozoospermia (no hay más de 3 millones de espermatozoides por mililitro de semen) en el 25% restante; sin embargo, dicho procedimiento fue considerado poco práctico, ya que una inyección semanal puede ser muy agresiva para un método anticonceptivo.
Otro punto que desfavorece esta práctica es que en estudios posteriores a los hombres testeados, un alto nivel de testosterona les provocaba efectos secundarios como acné, aumento de peso, disminución de niveles de colesterol bueno y disfunción hepática, algo muy parecido a lo ocurrido con las primeras píldoras que salieron al mercado para las mujeres.
EL PROYECTO CHILENO
Pese a estos reveces, existe en Chile un programa que se está llevando a cabo desde hace más de un año en nuestro país, que es único en América y que busca probar un nuevo método anticonceptivo en hombres. El proyecto está liderado por la doctora Gabriela Noé del Instituto Chileno de Medicina Reproductiva, que cuenta además con el patrocinio de la OMS y la Agencia Internacional Conrad.
El estudio busca reunir 50 parejas en edad fértil (entre 18 y 45 años para el caso de los hombres y entre 18 y 38 años para las mujeres), y consiste en una inyección cada ocho semanas de dos hormonas (andrógenas y progestinas) que produciría una baja concentración de espermatozoides en la eyaculación, lo que por ende se traduce en un semen infértil mientras dure el tratamiento, sin afectar la virilidad y siendo reversible al cabo de cinco meses.
“De cien millones de espermios que produce el hombre diariamente, hemos logrado bajar a concentraciones de 20 millones por mililitro, lo que nos ha permitido a lo largo de este estudio una eficacia del 100%, ya que hasta el minuto no hemos tenido embarazos”, señala la doctora Noé.
Pero a juicio de la especialista, más allá de los avances que se puedan alcanzar con este estudio, existe un factor importante a la hora de lanzar al mercado un método anticonceptivo para hombres, que tiene relación con el interés que exista en ellos de controlar su fertilidad.
Según la doctora Noé, la lista de parejas que desean participar de este estudio es considerable, ya que en estos momentos los hombres quieren ser parte activa de la planificación familiar y a la vez también quieren tener el control a la hora de prevenir embarazos y que no solo sea un tema mujeres.
LA POTENCIA DEL SUR DE CHILE
Otro proyecto que se está llevando a cabo en Chile y que es liderado por la Universidad de La Frontera, busca extraer un espermicida en el veneno de la famosa araña del trigo.
Este estudio que cuenta con el patrocinio de Fondef y de Laboratorios Andrómaco, comenzó en el año 2000 a partir del descubrimiento del efecto que produce el veneno de la Lactrodectus mactans (araña de trigo) en hombres con problemas de erección.
Se sabe que cuando una araña de trigo pica a un hombre, le produce una dolorosa y prolongada erección y por ende, se trabajó en extraer las proteínas que fueran capaces de corregir este problema muy frecuente en cierto número de hombres.
Sin embargo, también se pudo comprobar que el efecto del veneno produce un estado infecundo, ya que por un corto período de tiempo los espermatozoides no tienen la capacidad de fertilizar un óvulo.
A juicio de los especialistas a cargo de estos estudios, estiman que dentro de cinco años tendrán resultados acabados de las pruebas y así podrán comprobar qué tan viable es llevarlo a la fase de mercadeo.
Sea por medio de hormonas o por proteínas de un arácnido, el tema cada vez se abre a la discusión de la equidad tanto en hombres como en mujeres de tener el control de su fertilidad, lo que permitiría que ambos tengan la responsabilidad de prevenir los embarazos.
Por Claudia Pedreros
El Ciudadano