Beatriz Gimeno, colaboradora-columnista de El Ciudadano ha publicado «Deseo, placer» (editorial InÉditor, A Coruña, 2009), su segunda novela, una narración psicológica que ahonda en un deseo culturalmente negado: el deseo de una mujer por penetrar a un hombre.
La autora construye una historia centrada en la psicología de los personajes, que se desenvuelven en un escenario simbólico y a través de una voz narrativa altamente incisiva, cuya función es horadar en el lector y removerlo.
La novela será presentada por el escritor Jesús Ferrero, reciente Premio Anagrama de Ensayo, el próximo 9 de febrero, en Fnac Callao (Madrid).
SINOPSIS
Anclada en el último piso de la torre de oficinas de su empresa, la directora general descubre cómo el tedio y la angustia que presiden su vida se quiebran el día que ve por vez primera a Horacio, el joven y guapo becario recién contratado. La presencia del atractivo y dócil empleado desbarata cualquier barrera que hasta entonces ha sitiado la vida sexual de la directora, que pone en marcha toda una estratagema de sumisión y dominio para cumplir su fantasía erótica, un deseo culturalmente negado: el deseo de una mujer por penetrar a un hombre.
UNA INCURSIÓN EN LOS DESEOS OCULTOS QUE LA CULTURA NO DEJA VER
En “Deseo, placer”, Beatriz Gimeno propone una novela psicológica que parte del hallazgo de una voz narrativa, lejos de cualquier pretensión conceptual. Esta voz discurre por caminos propios, en torno al “deseo de una mujer, del miedo al paso del tiempo y, finalmente, de deseos ocultos que son más frecuentes de lo que la cultura nos deja ver”.
Gimeno, que se reconoce escritora de novelas “que narran estados de ánimo”, busca ahondar en el interior de sus personajes y mostrar “aquello tan secreto que cada ser humano puede tener dentro de sí”. Esta búsqueda introspectiva aplicada a la ficción tiene como finalidad “horadar en el lector y removerlo”, como explica Gimeno, cuya destacada producción poética y ensayística gira en torno a la sexualidad y a la cuestión de género.
Esta herencia poética de la autora, unida a su extraordinaria sensibilidad para el análisis de la experiencia deseante, convierten esta novela en una obra única en cuanto a riqueza expresiva, matices psicológicos y hondura creativa.
Beatriz Gimeno recurre al simbolismo para establecer el escenario donde se desenvuelven los personajes: una torre de oficinas que actúa como imponente falo cuya función es, curiosamente, someter la tierra yerma a su alrededor, una zona que vive a la sombra del edificio, por cuyo interior discurren, de arriba abajo, los cientos de empleados en un escenario casi kafkiano, castrados en sus anhelos y deseos más íntimos por la funcionalidad trágica del empleo, del escalafón; y en la cumbre, la directora general como una virgen deseante en su torre de marfil, anclada a su deseo insatisfecho, hasta la aparición de Horacio, el becario que trae vida propia y luz y dolor al edificio y a la vida gris de la protagonista.
“HEMIPLEJIA” DE LA LITERATURA EN CUANTO A LA EXPRESIÓN DEL DESEO
En “Deseo, placer”, Beatriz Gimeno pone de manifiesto las extraordinarias posibilidades del deseo como fuente de ficciones. En ese sentido, la escritora lamenta que “hasta ahora, la historia de la literatura no ha hablado sino de un solo tipo de deseo, donde por un lado, el sujeto es el hombre y donde, por otro, todo lo que ocurre es heterosexual”; este análisis desemboca en un claro diagnóstico: la literatura “sufre de hemiplejia, falta que hable aún la otra mitad del deseo”, en lo que Gimeno reconoce que “acabamos de empezar”.
En este afán por indagar en las posibilidades de la literatura, Beatriz Gimeno considera igualmente aptos para la expresión y análisis del deseo tanto la novela como el ensayo y la poesía, experiencia que ha demostrado en sus poemarios en torno a este tema, y en la que también pone de manifiesto su preferencia por la literatura “que exige un esfuerzo al lector”. Este factor resulta crucial en la concepción creativa de Gimeno, quien critica que “el actual protagonismo del autor se lo come todo, con lo que estamos arruinando el gusto del lector, su gusto por descubrir nuevos estilos”. Su apuesta por la riqueza y las posibilidades de la escritura es firme: “las caras famosas pueden agotarse muy rápido, lo que no se agotará nunca es el texto para reinventarse”.
PERFIL DE LA ESCRITORA
Beatriz Gimeno (Madrid, 1962). Licenciada en Filología Semítica y Archivística. Presidenta de la Federación Estatal de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales desde 2003. Bajo su mandato se aprobó la ley de matrimonio entre personas del mismo sexo (2006) y la ley de identidad de género para las personas transexuales (2007). Mantiene una actividad docente estable como colaboradora en varios masters, como el Master en Igualdad de Género en las Ciencias Sociales de la Universidad Complutense de Madrid, y es colaboradora semanal del periódico digital El Plural.
Ha publicado decenas de artículos sobre género y sexualidad en diversos periódicos y revistas, así como los ensayos Primeras caricias (La Tempestad, Barcelona, 2002; segunda edición, 2008), ¿Seré lesbiana? (Gay Saber, Madrid, 2004), Historia y análisis político del lesbianismo: La liberación de una generación (Gedisa, Barcelona, 2005; segunda edición, 2007), La construcción de la lesbiana perversa. El caso Wanninkhof (Gedisa, Barcelona, 2008); el libro de relatos Sex (Egales, Madrid, 2008), y la novela Su cuerpo era su gozo (Foca, Madrid, 2005). Recientemente ha publicado su poemario La luz que más me llama (Olifante, 2009).
En Deseo, placer, Beatriz Gimeno plantea una ruptura con los patrones tradicionales del deseo, a través de los dos personajes que absorben el protagonismo en esta novela: en esta historia, es la mujer la que, desde una posición de poder, se configura como sujeto de deseo y convierte a un hombre más joven y menos posicionado en su objeto de deseo. En palabras de la autora, “es el momento de una novela como esta”, puesto que cree necesario “comenzar a cuestionar prácticas sexuales y economías del deseo con las que llevamos miles de años funcionando y que no se visibilizan ni en la literatura ni en la pornografía”.
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