ELECCIONES PALESTINAS


Autor: Director

Palestina se tiñó de verde: el grupo fundamentalista islámico Hamás logró una victoria arrolladora en las elecciones del 26 de Enero, relegando al partido Al Fatah a una posición política que jamás imaginara. Esta victoria de Hamás no sólo provoca un vuelco al interior del mundo político palestino, ya que viene a derrocar más de 30 años de políticas dedocráticas y disensiones entre los partidos opositores a Arafat, sino que, además, ha puesto de cabeza a las naciones hegemónicas y omnipresentes del planeta, debido a que no es de su agrado que una agrupación fundamentalista gobierne a quienes, como siervos, acatan sus órdenes.


Palestina se tiñó de verde: el grupo fundamentalista islámico Hamás logró una victoria arrolladora en las elecciones del 26 de Enero, relegando al partido Al Fatah a una posición política que jamás imaginara. Esta victoria de Hamás no sólo provoca un vuelco al interior del mundo político palestino, ya que viene a derrocar más de 30 años de políticas dedocráticas y disensiones entre los partidos opositores a Arafat, sino que, además, ha puesto de cabeza a las naciones hegemónicas y omnipresentes del planeta, debido a que no es de su agrado que una agrupación fundamentalista gobierne a quienes, como siervos, acatan sus órdenes. La visión política en Palestina será, sin duda alguna, muy diferente, para bien o para mal, pero son los propios palestinos quienes han decidido por Hamás como su nuevo representante en absoluta democracia.
Y entender el concepto de democracia es un proceso que no conlleva mayores problemas. De hecho nos lo han enseñado desde muy pequeños en la escuela con la historia de Grecia, Roma y demás imperios, naciones o gobiernos que han existido a través de la historia de la humanidad. Democracia, más allá del conocimiento tradicional o de las intrincadas y discutidas ideologías, no es más que la “autodeterminación de los pueblos”. Esto es, tener la suficiente madurez política para elegir y ejercer el libre destino de una nación.
Sin embargo, las recientes declaraciones de George W. Bush (“Hamás no es un socio para la paz”) y Ehud Olmert (“Israel y el mundo ignorarán a ese gobierno y será, por tanto, irrelevante”), nos confirman que el concepto de democracia sólo es aplicable para quienes viven en esos países, el resto puede tenerla pero bajo la supervisión de EEUU, que determina quién debe disfrutarla. Naturalmente, a Yugoslavia, Timor, Senegal, Cuba, Irak, Bosnia, Palestina, entre otros, les está prohibido este derecho inalienable, no por ser naciones comunistas o fundamentalistas, sino porque contravienen los intereses políticos o económicos de ellos o sus aliados.
Palestina no es la excepción. De hecho ha sido foco de ataques políticos, conflictos armados, guerras, matanzas, violaciones a los derechos humanos, se ha insertado en su tierra una nación absolutamente exógena, la cual -con el apoyo irrestricto de EEUU, Francia, Inglaterra, España y la tropa de lebreles que lamen sus pies en la ONU- ha logrado construir un calco de los horrores nazis (campos de concentración, matanzas a gran escala, usurpación de la propiedad privada, negación del statu quo y, por supuesto, un muro divisorio) en suelo palestino. No será extraño entonces encontrarse, más adelante, con que quienes fueron elegidos democráticamente puedan ser asesinados por representar un peligro para la estabilidad israelí o yanqui. De ese modo, intentarán que haya represalias por parte de Hamás con el fin de justificar sus acciones terroristas y hacer desaparecer dicho partido, como lo han estado haciendo en forma sistemática con Palestina desde que nació la ONU.
Por tanto, los palestinos tendrán que disfrutar de su alegría mientras Israel o EEUU digan lo contrario y violen, una vez más, las disposiciones del Derecho Internacional.


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