«A otros dieron, de verdad, esa cosa llamada educación»

  Al son de un solo coro, marcharemos con el tono con la convicción que ¡¡BASTA DE ROBO!! Shock, Anita Tijoux Fernando Díaz entró -en el año 2006- a estudiar la carrera de Derecho a la universidad Academia de Humanismo Cristiano

«A otros dieron, de verdad, esa cosa llamada educación»

Autor: Ángela Barraza

 

Jackson y Boric

Al son de un solo coro, marcharemos con el tono

con la convicción que ¡¡BASTA DE ROBO!!

Shock, Anita Tijoux

Fernando Díaz entró -en el año 2006- a estudiar la carrera de Derecho a la universidad Academia de Humanismo Cristiano. Una institución cuya formación, cláramente es de izquierda, con el sueño de ser el primer profesional de su familia. La PSU la rindió un año diferente al que entró a estudiar. por esta razón, no pudo postular al Crédito con aval del Estado (CAE) y, como los aranceles son absurdos, decidió recurrir a un banco privado, que en esta oportunidad fue el Banco Santander, para pedir un crédito que cubría el 100% de la mensualidad, además de las matrículas. Al año, el gasto era de 2.100.000 pesos, además de los 130.000 de la matrícula.

Sumados los intereses, además de una deuda capital de 150.000 pesos por los años que se extendiera la carrera, le generaron una deuda superior a los 15 millones en total. Su padre y primo, que firmaron como avales de Fernando Díaz, están ahora enfrentando la posibilidad de perder sus casas.

Esta historia es una milésima parte de la leyenda negra que embarga un sistema educacional que estamos arrastrando desde hace muchos años. Chile está lleno de Fernandos, que por vergüenza o desconocimiento, se enfrentan a deudas que son impagables y con la angustia de un inminente embargo de bienes. La educación se transformó en algún momento en una maldición que, a la hora de parir, te hace pensar inmediatamente en ella y en lo inevitable.

«Es un problema estructural de cómo se ha venido financiando la educación hace ya muchos años, financiar a través de la deuda, pensando que la educación es un bien de consumo para el cual la gente tiene que endeudarse», dijo Giorgio Jackson.

Gabriel Boric, por su parte, señaló que «el caso de Fernando es uno más de cientos de familias que han tenido que endeudarse para optar al derecho de la educación. Hacemos un llamado al gobierno para que intervenga en estos casos y le pongan un freno a la voracidad de la banca».

Estamos en un proceso de reformas, pero es importante señalar que cada “reforma” no es más que el fortalecimiento de un sistema ilegítimo, instaurado en dictadura, en un país en el que la desigualdad de ingresos sigue siendo excluyente y dolorosa para miles de familias que ven, en la educación, la posibilidad de un ascenso social que, en la práctica, no es más que una futura esclavitud en la que cualquier trabajo posible es para paliar los intereses de las deudas que nos impone nuestra economía.

En Chile, los pobres estudian para pagarle al banco, para seguir siendo pobres, para estar sujetos a los vaivenes políticos y de la banca, que se financian gracias a nuestra ignorancia y a nuestras necesidades. Nuestro sistema educacional nos educa para no entender cómo funcionan los intereses de un banco, para no tener nociones de lo que significa que suba el PIB o de que caiga el dólar. Nos enseñan a obedecer, a no levantar la voz (menos los puños), a competir, pero también a estar uniformados y vernos iguales.

Nos educan para meternos el dedo en la boca. Y mientras la educación no sea un derecho que garantice igualdad en la calidad y en el acceso para todos, vamos a seguir repitiendo los errores que nos llevan a endeudarnos para seguir repitiendo y fortaleciendo el modelo.

A prestar atención mañana, entonces, al discurso de la presidenta. Y a salir a las calles, mientras no se cumpla la consigna que partió el 2011 de “educación gratuita y de calidad para todos”.


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