Días antes de contactar con Jorge Enrique Botero, el entrevistador había empezado a leer un libro de la autoría del periodista colombiano llamado “Simón Trinidad, un hombre de hierro.” La lectura lo enganchó desde un inicio, al tratarse no sólo de los pasajes de la vida de uno de los comandantes de las FARC-EP, hoy detenido injustamente en una cárcel estadounidense, país al que fue extraditado con el beneplácito de Uribe, sino porque allí también se explica la historia de resistencia y rebeldía de un pueblo que ha sufrido los embates de la criminal oligarquía criolla santanderista y del voraz imperialismo yanqui, lo cual permite, a su vez, comprender el por qué la insurgencia colombiana es la fuerza revolucionaria que, levantada en armas, se ha constituido en el ejército de las y los colombianos que forman parte de esa gran masa de desposeídos, desplazados y violentados por esos grupos de poder y sus aparatos criminales militares y paramilitares.
Botero es un periodista distinto a aquellos melindrosos cretinos que circulan por los escenarios de las oficinas de las industrias mediáticas. Ataviado con su traje de combate, Jorge Enrique se mete en los lugares más recónditos para indagar, investigar sobre los hechos, pero sobre todo para, a través de una práctica militante consecuente no sólo con la actividad periodística, sino con la causa revolucionaria, dar a conocer objetiva y verazmente lo que sucede en los escenarios en los cuales se lleva adelante la lucha por conquistar la Nueva Colombia.
A pesar de las acusaciones que contra él han vertido el narcoparamilitar presidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez y sus acólitos, no tiene ningún temor de exponer con claridad las mentiras que se vierten contra las FARC-EP a través de una muy efectiva campaña propagandística, difundida por los medios al servicio de la oligarquía colombiana y el imperialismo yanqui.
Con sus conocimientos, resultado también de sus vivencias y de su actividad reporteril, así como de un amplio saber sobre la historia de su país, ha podido demostrar que la insurgencia colombiana no es una agrupación de terroristas, sino de hombres y mujeres con profundas convicciones e ideales revolucionarios que luchan por cambiar la situación oprobiosa en la que está sumida la mayoría de colombianas y colombianos.
Jorge Enrique Botero representa lo que las y los periodistas deberían ser: profundos conocedores de la historia y la realidad social de los pueblos, indagadores asiduos que van en busca de la raíz de las cosas, personas con convicciones profundas y con sólidos principios, luchadores y revolucionarios consecuentes con la causa de los oprimidos y explotados y no rastreros y dóciles repetidores de lo que los amos de las industrias mediáticas les obligan a decir.
Con Botero se comprende en realidad lo que es la insurgencia colombiana, representada principalmente por las FARC-EP.
La propaganda del imperialismo y la oligarquía santanderista colombiana, expuesta principalmente a través de sus industrias mediáticas ha calificado a las FARC-EP como una organización terrorista, de narcotraficantes. Como periodista e investigador ¿qué puedes decir sobre estas aseveraciones?
Le contestaría Dax lo mismo que le dije a un tribunal de EE.UU. cuando juzgaban a uno de los comandantes de las FARC extraditados a ese país, Simón Trinidad, en virtud de un tratado que hay entre el gobierno de Colombia y el de EEUU, cuando me preguntó el fiscal qué eran para mí las FARC. Yo le contesté y le respondo a usted que para mí las FARC son una organización político-militar alzada en armas contra el Estado colombiano desde hace ya casi cincuenta años, que tiene una estructura y una forma organizativa que la hace ser un ejército rebelde dentro del territorio colombiano y que tiene y está inspirada por ideales y convicciones políticas e ideológicas, extendida por todo el territorio colombiano y que tiene una decidida vocación de poder y que, en este momento, es un factor de poder en el país.
No es de ninguna manera una organización terrorista. Me parece que esa ha sido una pérfida creación mediática orientada y dirigida por las élites de Colombia y de EE.UU. aprovechándose un poco en la coyuntura posterior al 11 de septiembre de 2001 y sustentada en evidencias inexistentes, puesto que no hay pruebas de eso.
Se menciona mucho cierto tipo de acciones que ejecutan las FARC para sustentar su supuesta condición de organización terrorista, como por ejemplo el tema de las retenciones que hacen las FARC. Este es uno de los caballos de batalla fundamentalmente con los que se trabaja esta idea del terrorismo de las FARC.
Yo puedo dar fe, porque he estado allí, de la condición de prisioneros de guerra que tienen los miembros de la fuerza pública actualmente en poder de la insurgencia. Personas que cayeron en poder de su adversario después de horas y horas de combates, de enfrentar con balas a su adversario. Entonces, unas personas que duraron diez, quince horas combatiendo y que caen en poder de su adversario, mal se pueden llamar secuestrados. Son prisioneros de guerra. Eso no tiene otra denominación.
Por otra parte se acusa a la insurgencia armada de ser una organización terrorista porque supuestamente hacen reclutamientos forzados de menores de edad. ¡Eso es absolutamente falso! Yo he podido constatar esta situación también en mi trabajo de reportería.
Evidentemente hay menores de edad en la insurgencia. Eso es una cuestión innegable y tampoco es algo que oculte la insurgencia. Cuando las cámaras de todo el mundo entraron a la zona del Caguán pudieron registrar, abierta y libremente, la presencia de menores de edad allí. Pero la explicación de la presencia de menores de edad ahí no tiene nada que ver con un reclutamiento forzado. Tiene que ver con la falta de oportunidades y de futuro que tienen esos muchachos, de la ausencia total del Estado, de una perspectiva educativa y de la ausencia total, en muchos casos, de condiciones materiales adecuadas para su desarrollo. Pero es más, yo diría que la gran mayoría de los menores de edad que militan en las filas insurgentes están allí porque sus padres o sus familiares han sido asesinados, bien sea por las fuerzas del paramilitarismo o bien sea por las mismas fuerzas del Estado. Yo he visto niños que llegan allá huyendo de episodios escalofriantes de violencia. Y ¿qué hace la guerrilla? Pues acogerlos, no los va a dejar ahí a su destino, a su suerte.
Por otra parte, por ejemplo, puedo dar testimonio que son niños que no participan directamente de la confrontación bélica, que no están sometidos a los terribles riesgos del combate y que más bien desempeñan funciones logísticas que van acompañadas, entre otras cosas, pues esto es muy irónico, ya que la acusación de terrorismo a las FARC en materia de reclutamiento a menores es una verdadera ironía, porque lo que ve uno allá es a esos menores, que se han visto obligados a tomar esa decisión, aprendiendo a leer, a escribir, alfabetizándose en el mundo insurgente.
Entonces ¿cuál violación al derecho internacional humanitario se está constituyendo ahí? A mi modo de ver ninguna.
En fin, hay una serie de acusaciones que carecen totalmente de evidencia, no son más que una construcción mediática.
Otra de las acusaciones que se hacen a las FARC como parte de la campaña de desprestigio llevada en su contra, que se ha hecho más evidente desde el asesinato de Raúl Reyes, de Iván Ríos, las deserciones de personas que supuestamente tenían un alto rango en la estructura militar de las FARC como Karina o la traición de los dos comandantes en la famosa Operación Jaque, es que esta organización revolucionaria está desmoralizada, en vías de ser derrotada y que sus combatientes están ahí ya no por principios revolucionarios, sino solamente para delinquir. Tú que conoces de cerca a las FARC-EP y que has estado en campamentos guerrilleros ¿qué puedes decir al respecto?
Bueno, es evidente que a lo largo del año 2007 y 2008 y en desarrollo de una gigantesca operación militar que ha costado miles y miles de millones de dólares al gobierno de EE.UU. y al gobierno de Colombia, operación en la que se hacen uso de los más sofisticados aparatos de la tecnología moderna en el terreno bélico, las FARC recibieron una serie de golpes que, primero que todo, comprueban que el Estado colombiano y su gran aliado EE.UU. tienen que invertir sumas monstruosas de dinero para poder confrontar a su adversario, lo cual de entrada desmiente aquella idea de que en Colombia no hay un conflicto armado. Pero bien, recibieron golpes, es una guerra y en esa guerra hay momentos de desequilibrio de la balanza militar.
Recuerdo, por ejemplo, que en el año 98 las FARC asestaron más o menos 10 golpes de grandes proporciones a las fuerzas militares y llegaron a tener 500 soldados y policías en su poder como prisioneros de guerra. La balanza militar estaba decididamente a favor de la insurgencia. Entre otras cosas, algunos analistas dicen que fue eso lo que obligó al gobierno del presidente Pastrana a llegar a una negociación política que se conoció como la negociación del Caguán.
Ahora, los golpes sufridos por las FARC en este tiempo, indudablemente resintieron la estructura y, porque no, el ánimo de la insurgencia. Para una guerrilla cuyo gran mito fundacional, cuyo gran emblema, cuya luz era Manuel Marulanda Vélez, ya no tenerlo por supuesto que representaba un golpe anímico. Los episodios que usted menciona de la muerte en territorio ecuatoriano del Comandante Raúl Reyes, del posterior asesinato de Iván Ríos, etc., generaron también efectos en la estructura militar porque eran jefes guerrilleros y sobre sus hombros pesaban una cantidad de responsabilidades que había que reemplazar.
Pero le quiero decir Dax, yo como observador atento de esa realidad pronostiqué en aquellos momentos que a la guerrilla le iba a costar muchísimo tiempo y esfuerzo para reponerse de los golpes sufridos. Y en desarrollo de mi trabajo de reportería y de seguimiento del conflicto colombiano volví al mundo insurgente en varias ocasiones después de esos episodios y yo me he quedado verdaderamente sorprendido, atónito, diría yo, con la capacidad de recuperación que tiene la guerrilla. Quizás porque, digamos, su fuerza interior es muy grande o porque sus mitos fundacionales y sus propósitos son a prueba de todo o quizás porque también lo habían previsto todo.
Yo recuerdo mucho en mis viajes a entrevistar al Comandante Raúl Reyes, que yo le mencionaba con pesar o le hacía ciertas condolencias porque me enteraba del asesinato o de la muerte en combate de algún guerrillero que conociéramos los dos y él se sorprendía por mi preocupación. Decía “pero nosotros tenemos asumido que si estamos en una guerra lo más normal que puede suceder es la muerte”. Ellos tienen asumido eso desde que toman las armas y se enfrentan al Estado. También saben que una de las posibilidades, e incluso una de las mayores posibilidades de su vida, es la muerte. Entonces, yo no sé en realidad cuáles son los resortes o la suma de resortes que han hecho que hoy en día, después de semejantes golpes, las FARC estén nuevamente en una disposición combativa quizás mayor a la de hace unos años y que hayan tenido esta enorme capacidad de recuperación.
Yo creo que el discurso de este oficial de los altos mandos militares y del propio presidente Uribe en el sentido de que las FARC están a punto de ser exterminadas, a unas pocas horas de su disolución total, no es más que una aspiración de ellos, un sueño.
Pero yo lo he dicho con todas sus letras, y no lo digo como una consigna, sino lo digo como una realidad histórica, comprobable por la ciencia, por la historia, por la política que ¡las FARC son invencibles, son invencibles!
La otra discusión es si están en posibilidades o en capacidad de llegar al poder. Esa es otra discusión. Pero no las van a aniquilar. Y como no las van aniquilar, esto nos llevaría indefectiblemente a concluir, si somos seres humanos sensatos, pensando en un país, en el futuro de la sociedad colombiana y el ámbito latinoamericano, que la única salida es una negociación política, es la vía del diálogo, es la vía de la suscripción de un gran pacto de paz que le devuelva a los colombianos algo que es muy preciado y que no hemos podido acariciar durante cinco décadas, que es la paz y que nos deje ver el futuro de otra manera, no en esta terrible sensación permanente de belicismo y agresividad a la que nos tiene acostumbrado el gobierno de Uribe.
Muy pocas personas pueden tener acceso a una información objetiva, veraz de lo que realmente constituyen las FARC-EP. Esta situación ha permitido que la propaganda del imperialismo y de los regímenes narcoparamilitares colombianos haya pegado mucho en la gente que cuando escucha sobre las FARC, como ha internalizado de tal manera ese discurso de los poderosos, califiquen a esta organización como de terroristas. Como comunicador social ¿qué elementos consideras tú que caracterizan a esa propaganda y cómo enfrentar esa propaganda para que las personas comprendan mejor que son las FARC-EP?
Importantísima ésta pregunta Dax, porque yo creo que ahí está el nudo que hay que desatar. Yo creo que la sociedad colombiana está aterrorizada. El gran trabajo mediático conducido desde las más altas esferas del poder, económico sobre todo, es hacerle creer a la sociedad colombiana que hay un enemigo al acecho, que estamos en medio de los peores peligros y que hay que cerrar filas y que hay que estimular o apoyar aquella idea de que la única forma de acabar con ese monstruo que supuestamente está allá, listo para devorarse a la sociedad colombiana, es con todo los fuegos, con todos los hierros.
Fíjese que a la construcción de la amenaza terrorista de las FARC, que así la denomina el presidente Uribe, le han agregado otro gran demonio que tiene aterrorizada y paralizada a la sociedad colombiana. Hay movimientos de resistencia, hay gente en la calle y está la insurgencia armada, pero si usted se pone a ver en conjunto la sociedad colombiana, ésta está absolutamente paralizada y eso lo hacen también construyendo el otro demonio que es, ni más ni menos, que el presidente Chávez. Falta poco para que en las rutinas familiares de Colombia, aquella vieja amenaza a los niños de que si no se toman la sopa le traigo a yo no sé quien, se convierta en si no se toman la sopa le traigo a Chávez. Es impresionante el nivel de macartización, estigmatización y caricaturización que han hecho del presidente de Venezuela los medios colombianos.
Entonces, en esa atmósfera de sociedad paralizada, que repito ha sido la gran construcción mediática y con eso te contesto a la primera parte de la pregunta, yo veo que no nos queda otro camino que de estimular y darle todo el apoyo, impulso, esfuerzo que sea posible a aquellas expresiones comunicativas que se salen del discurso oficial.
Hablábamos ayer contigo en la inauguración de este encuentro continental de periodistas de la cantidad de herramientas que hay al alcance ahora, y también hablábamos de la afortunada aparición de Telesur en el espectro electromagnético de nuestro continente. Y hablábamos hasta de las paredes, en fin, yo pienso Dax de que no nos queda otra de que si nos han desafiado a una guerra mediática, ¡a las armas mediáticas, con todos los fierros, con todas las herramientas a nuestro alcance!
Hay que contrarrestar de mil maneras este ataque tan horrible de que estamos siendo víctimas desde los medios de comunicación, no nosotros como revolucionarios, las sociedades, la sociedad colombiana en el caso nuestro y la sociedad latinoamericana que pareciera adormecerse un poco ante el excelente y exitosísimo proyecto comunicacional que impulsan las élites.
Esto también les tenemos que aprender. Yo no creo que vamos a apelar nunca a las inmundicias que apelan ellos y a las manipulaciones. Pero desde el punto de vista técnico, desde el punto de vista estético, de calidad, tenemos que aprender y utilizar muchos de esos recursos, porque repito, si algo tenemos que reconocer es que su tarea se ha logrado, ha sido eficaz. Es una porquería, es un atropello, es una cosa maquiavélica, pero eficaz. Entonces nos toca redoblar los esfuerzos con gran decisión, para ver si logramos revertir o nivelar la situación un poco en esta materia.
Parte de los ataques contra las FARC-EP constituye la criminalización de todas y todos quienes, de una u otra manera, manifestamos nuestro apoyo a la insurgencia colombiana. A ti te han calificado como un vocero de “los terroristas”. Esto ha conllevado a que incluso las propias organizaciones de izquierda e intelectuales que han expresado cierto respaldo a las FARC-EP, tengan miedo de hacerlo con mayor frontalidad, manteniéndose en silencio, mientras el imperialismo y la oligarquía vociferan lo que les place. ¿Qué hacer para enfrentar esta campaña de amedrentamiento, que conduce al silenciamiento?
Yo tengo una teoría sobre eso. Lo que buscan con esta tarea de criminalizar, estigmatizar y ponerle una etiqueta, un inri a las personas es básicamente amedrentarnos, para que nos ocultemos, nos escondamos, nos vayamos y, por ejemplo, yo que estoy en Colombia que me vaya para Ecuador, para Venezuela, que me abra para Europa o que si tu estás en Ecuador que te escapes para yo no sé dónde. Eso es lo que buscan, y por supuesto que ponen en peligro la vida de muchas personas y múltiples de esas calificaciones atrevidas y sin sustento que hacen sobre esas personas, organizaciones, equipos de trabajo, pueden derivar en tragedias.
El presidente Uribe dice en una rueda de prensa que fulano, fulano y fulano, refiriéndose a tres periodistas, entre ellos yo, “son unos voceros de la insurgencia y unos publicistas del terrorismo”. En Colombia hay más de diez locos que interpretan como una orden para asesinarlo a uno. Entonces qué pasa ahí. Las opciones repito son dos: me escondo, paso a la clandestinidad y empiezo hacer cosas que yo no conozco y no sé hacer y las haré mal o amplio mi escenario de acción y sigo haciendo mi trabajo y lo hago con más empeño, me hago más visible y haciéndome más visible de alguna forma me protejo.
Y bueno, hay que apelar también a las organizaciones internacionales que velan por estos temas de derechos humanos, a las organizaciones de periodistas de todo el mundo, a los pronunciamientos de las personalidades internacionales. Eso de alguna manera limita la capacidad de agresión que tiene el establecimiento contra las personas que hemos decidido enfrentarlo.
Yo me sitúo del lado de los que consideran que ante esos ataques hay que crecer y censuro, aunque en muchos casos lo entiendo, lo acepto, pero me parece que no es el camino adecuado, el exilio, el desaparecer de la escena, callarse y asumir esa actitud.
Otra acusación vertida contra las FARC-EP es la de que esta organización mantiene secuestrados a un sinnúmero de personas en campos de prisioneros en la selva, sonde se les maltrata, se les veja e incluso se les tortura. Tú que has tenido oportunidad de estar en esos lugares ¿puedes contarnos cuál es la realidad sobre las cárceles de las FARC-EP?
Ese tema de la supuesta crueldad en el tratamiento a los prisioneros de guerra, me parece que es otra gran construcción mediática.
Vamos a ver.
Evidentemente las imágenes del cautiverio, yo he grabado varias de ellas, es más creo que el ochenta por ciento de las imágenes que salen del cautiverio son mías, yo he estado allí, he estado varias veces, son imágenes bastante fuertes. Estamos hablando de personas que pasan su cautiverio en la profundidad de la selva, en condiciones atmosféricas difíciles, en condiciones de salubridad complicadas, con dificultades de alimentación muchas veces, en épocas de verano con dificultades de agua, lugares donde entra muy poco sol, están en la mitad de la manigua, repito, y, digamos que desde el punto de vista del impacto visual son muy fáciles de usar con el fin que tú quieras.
Yo me acuerdo, por ejemplo, cuando yo saqué unas imágenes en el canal Caracol, donde yo trabajaba, de los 500 soldados que te decía estuvieron prisioneros de la guerrilla. Cuando saqué esas imágenes saqué un documental y el canal me lo censuró, no lo dejó salir al aire, pero se quedó con mis imágenes. Yo denuncié la censura y me echaron. Pero los “hijuemadres” se quedaron con las imágenes y entonces empezaron a poner en mitad de pantalla campos de concentración nazis en la Alemania de la Segunda Guerra Mundial y en la otra parte de la pantalla las imágenes mías, haciendo un símil, una analogía entre los campos de concentración nazis y los lugares donde estuve. ¡Nada que ver! Era una utilización, una manipulación. Yo puse una demanda a Caracol por eso, porque entre otras cosas estaban poniendo en peligro mi vida como si yo hubiera ido a esos lugares para ese propósito.
Pero bien, voy hablarle un poquito de las condiciones del cautiverio. La figura esa me causa sentimientos encontrados. Yo entiendo que es la guerra, la confrontación y que son personas que caen en medio de la conflagración en esta situación. Pero es una situación extrema que es muy fácil de manipular y de convertir en una mala imagen para la insurgencia.
Advierto que son las mismas condiciones en las que están los guerrilleros. Las personas que están en cautiverio desayunan, almuerzan y comen lo mismo que los guerrilleros. Son personas que reciben atención médica, yo he visto atención odontológica, he visto que desde el punto de vista de su rutina no reciben maltrato, no son objeto de ensañamiento por parte de sus captores y hasta he visto situaciones de familiaridad, de camaradería y de amistad, de alguna forma, entre unos y otros.
Ahora bien, se han presentado por supuesto, como se presenta en las cárceles del Estado, casos de intentos de fuga o casos de indisciplina o casos que ponen en riesgo la seguridad de los demás.
¿Cuál es la respuesta que se le da a un preso que se insurrecta en una cárcel cualquiera del mundo? Es el castigo y castigos tenebrosos. Calabozo, aislamiento, etc.
¿Qué le pasa a un preso en cualquier cárcel del mundo que intente fugarse? Pues la orden es impedir que se fugue y si se fuga, seguramente que correrá con graves consecuencias para su vida.
Lo mismo sucede allá, porque para la insurgencia se trata de prisioneros. Entonces si un grupo de prisioneros intenta fugarse, al otro día del intento fallido de fuga, amanece encadenado. Si un grupo de presos o un preso hacen cosas que ponen en peligro la seguridad de los demás y también de la insurgencia y de los guerrilleros que les cuidan pues reciben un castigo. Claro, eso, por supuesto, en el relato, en la utilización mediática que se hace del asunto resulta como algo supremamente cruel e inhumano.
Pero aparte de advertir que me resulta muy doloroso encontrar esas situaciones, creo que se ha magnificado ese tema con un ánimo, repito, de dar una apariencia de crueldad que estoy seguro yo, no existe en la insurgencia y si existe, existe como hechos aislados, como hechos que además son punibles por estatutos y reglamentos de ellos.
Para desprestigiar a las FARC-EP, la campaña propagandística del imperialismo y la oligarquía colombiana señala permanentemente que en las filas de ésta organización se maltrata a las mujeres. Tú tuviste oportunidad de conocer a Lucero, la “bellísima Lucero”, la compañera de Simón Trinidad. Cuéntanos algo sobre esa excepcional mujer.
(Jorge Enrique Botero se siente conmovido al escuchar el nombre de Lucero. Sus ojos se llenan de lágrimas)
Hombre, Dax, me haces sentir un largo escalofrío por mi cuerpo. Solamente escuchar el nombre de Lucero me causa una gran emoción íntima, interna.
Lucero es una típica representante de las jóvenes colombianas que llegan a la insurgencia por la vía de la política. Ella es una muchacha que en su época de estudiante se forma políticamente, ingresa a las filas de la Juventud Comunista, actúa en la legalidad y va viendo caer a su alrededor a todos sus compañeros de lucha que no están echando tiros, sino que están en la brega política legal.
Lucero proviene de una pequeña población de la Costa Atlántica colombiana. Ingresa a la Unión Patriótica y va viendo cómo todos sus dirigentes se van muriendo a tiros. Tiene la fortuna de encontrarse con un frente guerrillero comandado por Simón Trinidad y ante la eventualidad de morirse o abandonar la lucha, prefiere optar por otra manera de seguir atendiendo a sus ideales.
¿Maltrato? Jamás he observado, es muy posible, estamos hablando de hombres y mujeres que tienen sentimientos y a los hombres les dan celos y a las mujeres les dan celos. Es posible que haya habido episodios medio melodramáticos, incluso violentos entre parejas, así como actitudes machistas, sin lugar a duda.
Pero, por ejemplo, un episodio de violencia sexual contra una guerrillera es lo menos probable que yo me pueda imaginar en el mundo. Porque un episodio de violencia sexual contra una guerrillera es inevitablemente castigado con la pena máxima o si un guerrillero se sobrepasa o actúa de una manera agresiva contra mujeres de la población civil, también es objeto de fortísimos castigos.
No he visto una organización social o un grupo social donde en la práctica los roles femenino y masculino se hayan invertido totalmente a como sucede en la sociedad capitalista. Ahí los roles están totalmente equilibrados. La elaboración de los alimentos, el lavado de la ropa lo ejercen los hombres y ahí viceversa las mujeres no sólo cargan su fusil, sino que se disponen para las tareas más duras de abrir caminos, de abrir trincheras.
Desde el punto de vista práctico, de la rutina diaria de la guerrilla el concepto y la práctica del machismo no existe. Yo creo que algunos de los lugares donde más he visto evolucionada y realizada a la mujer es en el mundo insurgente.
Me río mucho de toda esa habladuría que hay sobre el maltrato a las mujeres y las mujeres objeto sexual y que las mujeres para poder ingresar tienen que pasar por los brazos de los comandantes. Eso me resulta novelado totalmente. Lo que se busca es desestimular el ingreso de las muchachas a la insurgencia y busca crear la sensación de que eso allá es un infierno machista, en el cual la mujer no es sino un objeto sexual para satisfacer los instintos de los demás. Pero yo creo que ellos se mueren de la risa allá y de la rabia también de oír esas versiones, porque el lugar donde mejor he visto yo a las mujeres es allá.
Gracias Jorge. Mi cariño, respeto y admiración para ti por tu convicción revolucionaria y tu consecuencia como profesional del periodismo, metido en el movimiento mismo de lo social y no sólo en los escenarios de las industrias mediáticas.
Gracias a ti.
Por Dax Toscano Segovia
Especial para ARGENPRESS.info