Una masiva convocatoria tuvo la manifestación realizada el sábado pasado contra la Ley de Obtentores Vegetales, más conocida como Ley Monsanto, que de acuerdo a numerosas organizaciones ambientales beneficiará sólo a un pequeño grupo de empresas de la agroindustria en perjuicio de la semilla nativa y la soberanía alimentaria del país.
El cuestionado libelo fue detenido en los primeros meses de la administración de Michelle Bachelet, pero ahora descansa en el Ministerio de Agricultura para ser «reevaluado» por el gobierno. Su promulgación está amarrada al Tratado de Libre Comercio (TLC) que Chile suscribió con Estados Unidos, el cual obliga a ejecutar el tratado UPOV91.
La protesta, que se desarrolló de manera pacífica, congregó a cientos de personas en el Parque Bustamante y se movilizó a eso de las 16:00 horas por el centro de Santiago hasta Metro Los Héroes, donde se dio fin al capítulo chileno de la Marcha Mundial contra Monsanto.
Los asistentes demandaron que el Estado se haga cargo de los nuevos estudios dados a conocer por la OMS que encasillan al herbicida glifosato como un posible cancerígeno y replique de esta forma la respuesta de gobiernos europeos que han rechazado los transgénicos de Monsanto.
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