«El cambio climático es la mayor crisis que ha enfrentado la humanidad», alertó Sergio González Martineaux en una conferencia en la Universidad de Santiago. En el evento dio a conocer las conclusiones del IVº Informe del Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC), que destaca la culpa de la actividad humana en el calentamiento global. Este ingeniero agrónomo es partícipe del Premio Nóbel de la Paz 2007, como miembro del IPCC, entidad dependiente de la ONU y creada en 1988 para generar información acerca del cambio climático.
El Premio Nóbel fue entregado el año pasado a Al Gore, quien se auto presenta como el ex-casi presidente de Estados Unidos, y al IPCC, por “sus esfuerzos para construir y difundir un mayor conocimiento sobre el cambio climático causado por el hombre y poner las bases para las medidas para contrarrestar ese cambio”- según declaró en el otorgamiento el jurado.
El Ciudadano conversó con Gonzáles sobre la alternativa que representan las energías renovables frente a esa situación.
La semana pasada, usted dio a conocer las conclusiones del IV° informe del IPCC que destaca la responsabilidad humana en el calentamiento global ¿Constituyen esos resultados una novedad?
– El último informe de 2007 registra la información publicada al día de hoy y concluye que hay una certeza de 9 sobre 10 que haya interferencia humana en los sistemas climáticos. Entiendo que hay una serie de informes, sobre todo de entidades de Estados Unidos que alertaban sobre este tema. No somos los únicos. Pero si indudablemente nuestro informe es el que ha tenido más repercusiones a nivel mundial.
¿Y ahora cuales serían las soluciones? Usted evocó en particular el tema de las energías renovables.
– Estamos en una etapa en la cual aceptamos que estamos sufriendo un cambio climático que es derivado del calentamiento global, inducido por el ser humano debido a la emisión de gases a efecto invernadero por actividades humanas. La principal de ellas es la quema de fósiles. A la naturaleza le tomó miles de años efectuar una economía de carbono para depurar la atmósfera y esconder ese exceso en la profundidad de la tierra. Nosotros, a partir de la Revolución Industrial, lo estamos trasladando nuevamente a la atmósfera a una velocidad increíble. Por lo tanto, la gran solución si estamos hablando de contener el proceso, pasa por reducir significativamente el consumo de combustibles fósiles o ,idealmente, dejar de usar los combustibles de base fósil.
Entonces necesitamos nuevas fuentes
– Sí, hay que obtenerlo de otras fuentes y están las fuentes renovables. Es el caso de la energía eólica o solar, que a Australia, por ejemplo, le permite cumplir con metas auto impuestas que van más allá de las de Kyoto. Ellos tienen una gran provisión de sol -como nosotros en la zona norte- y confían en que echando a mano esa energía y cosechándola no van a necesitar entrar en otras energías que tienen algunos cuestionamientos.
En los últimos años han entrado con fuerza los biocombustibles.
– Originalmente era el simple uso de biomasa para generar calor. Hoy día, es la producción de etanol a partir de biomasa vegetal, fundamentalmente de plantas anuales como el maíz, la soja. Pero existe un gran debate porque ninguna solución es gratuita y hay que saberlo para poder tomar decisiones.
Justamente expertos en alimentación de la ONU echan en gran parte la culpa de la crisis alimenticia mundial al desarrollo de los biocombustibles.
– Sí, lo he escuchado reiteradamente esos días. A eso hay que sumarle que efectivamente hay dos grandes economías emergentes que son China e India, países en donde vive la mitad de la población mundial, o sea, casi 3 mil millones de persones. Hoy día, están teniendo un mayor poder adquisitivo y están entrando en nuevos mercados. Ahora no sabría decir que porcentaje de la crisis, si lo podemos llamar así, es debido al uso de la generación de biocombustibles y cuanto debido a la mayor importación por India y China.
Usted reiteró en varias ocasiones que los biocombustibles tenían más el objetivo de reducir la dependencia petrolera del país que de influir positivamente sobre el calentamiento global.
– Exacto. Yo creo que el caso de Chile es así. Nosotros somos un país que dependemos del petróleo extranjero y también de la hidroelectricidad que nos hace sufrir en periodos de sequía. Entonces, es conveniente contar con una fuente energética que sea menos dependiente de las variables climáticas. Sin embargo, la superficie cultivable del planeta ya se conoce y no es elástica. Por eso, hay que prever cual puede ser el impacto de la producción de los biocombustibles. Para que la industria de los biocombustibles funcione bien necesita de una gran superficie. A lo mejor, hay países que tienen una ventaja comparativa al respecto, porque pueden destinar una gran parte de las tierras a los biocombustibles sin que afecte a la dotación alimenticia, como es el caso de Argentina, Uruguay y Brasil.
ENERGÍA SOLAR
En materia de energía solar, quizás usted ha escuchado hablar del proyecto que apoya Ricardo Lagos, haciendo contactos con Al Gore. Hernán Sandoval y Patricio Rodrigo, de Chile Ambiente. Se trata de instalar una planta de energía termo solar en el norte del país. ¿Que le parece?
– Me parece bien. Desconozco los detalles del proyecto, leí informaciones de prensa solamente. Pero la energía solar es una energía que no genera residuos, a diferencia de la energía nuclear cuyos residuos son de muy difícil manejo. Además tiene el riesgo de algún episodio catastrófico como lo que ocurrió con Tchernobyl. La energía solar no está en esas condiciones: genera una energía absolutamente limpia y eso a mí, personalmente, me gusta mucho. Lo mismo me pasa con la energía eólica. Son formas de capturar o generar energías que no generan residuos. Sin embargo, entiendo que en el caso de la energía eólica hay gente que se opone a los paisajes con estos remolinos de viento.
En Chile, no está desarrollada la opción eólica.
– Me parece curioso porque tenemos una extensa costa y zonas que tradicionalmente son conocidas como muy ventosas, en la Vª Región por ejemplo, en la zona de los vinos en particular.
¿Que opina de la campaña de Ricardo Lagos, últimamente, en contra del calentamiento global? ¿No es raro considerando sus ambiciones políticas y lo lejano al tema de su experiencia de gobierno?
– Prefiero no omitir opiniones respecto de intenciones. Lo que yo he visto, en el último tiempo ha sido una subida del ex presidente a temas ambientales que no se le habían escuchados.
El motivo del rompimiento unilateral del Acuerdo de Chagual1 fue el desarrollo creciente de investigaciones sobre la energía nuclear. La gran mayoría de los ambientalistas rechazan esa opción energética pero usted la ve como una alternativa para Chile.
– No formo parte del movimiento ambientalista. Una cosa es tener formación en ciencias ambientales y otra es ser ambientalista. Sobre el Acuerdo de Chagual, aquí hubo una promesa de la presidenta cuando era candidata de que no se iba a hacer uso de la opción nuclear. Es una energía que tiene muchos reparos y mucha gente en el mundo la tiene considerada como Satanás. De hecho, en Australia, con todo su desarrollo y su auto impuesta reducción de emisiones, no tienen para nada considerado el nuclear. En Europa, se permite que se mantengan las centrales nucleares que estaban funcionando antes de estos acuerdos. Yo creo que ningún candidato puede comprometerse a hacer lo que no está seguro que pueda hacer después. Yo entiendo la posición de esas organizaciones ambientalistas que consideran que este acuerdo esta roto unilateralmente y que no son ellos los que lo están rompiendo al declararlo muerto. Pero todo gobierno tiene, no sólo el derecho, sino que tiene la obligación de analizar en profundidad todas las opciones posibles, y está la nuclear. Por lo tanto, tiene la obligación de hacerse la información para mejor decidir a futuro y no creo que haya gran presión a nivel del gobierno por establecer centrales nucleares ahora. Pero antes de definir la opción nuclear como opción valida e implementarla, hay muchas otras opciones de energías renovables que todavía no se han hecho usos. Sólo con la energía solar en el norte del país, se podría abastecer no a todo el país, pero una parte importante.
Otro tema que está presente en el Acuerdo de Chagual y del cuál usted habló durante la conferencia es la protección de los glaciares, que hace falta en Chile. ¿Cuales son los riesgos de esa situación?
– Yo no sé realmente que protección se les puede dar a los glaciares hoy día. Pero de los 2.200 glaciares, hay 2 solamente que no han demostrado reversión. El problema que está en la perdida de los glaciares y de las nieves en la cordillera es que se reducen las capacidades de embalse de agua, de regulación natural del derretimiento de las nieves y el aporte de agua para las épocas estivales. Si hoy día tenemos problemas de déficit hídrico en la Región Metropolitana, obviamente que se va intensificar.
¿Y qué le parece que en tales circunstancias se de visto bueno al proyecto Pascua Lama?
– Si asociamos lo anterior con el proyecto Pascua Lama, se evidencia que no funciona la toma de decisiones de mitigación para proyectos en regiones en la política ambiental. Las COREMA son responsable, siendo ellas una instancia de carácter político, porque congregan fundamentalmente a los SEREMI regionales y al intendente regional, autoridades políticas nombrados por la autoridad central. Eso lo constatamos no solamente en el caso de Pascua Lama sino también en la planta generadora de gas en Peñalolén en una zona de preservación ecológica, y en otros proyectos a los cuales la ciudadanía se opone. Esos proyectos van generalmente disociados de la preservación ambiental, que muchas veces obligaría a quitarle el acelerador al desarrollo económico.
Hace poco resurgió un proyecto de ley, presentado por Alberto Espina y otros 4 senadores que prevea la liberalización de los cultivos transgénicos en el territorio chileno. Eso provocó mucha inquietud por parte de organizaciones ambientalistas. ¿Cuál es su posición al respecto?
– Los cultivos transgénicos son altamente productivos y se le han incorporado códigos de resistencia en distintas factores ambientales. No tengo una opinión muy formal al respecto porque aún me pregunto ¿Cuál es el riesgo de la transgenia? Realmente es que sus genes empiezan a ciclar en sistemas naturales y de alguna forma afectan, más que la salud de la gente porque eso no se ha demostrado, los nichos de vida natural. Creo que falta información objetiva sobre el tema. Estamos actuando por un lado desconociendo que puede haber algún riesgo y por otro lado, se esta escarbando esa posibilidad de riesgo. Falta información que nos diga que en tal parte del mundo ocurrió un problema con los transgénicos o no.
Entonces antes de tener esa información, quizás pueda ser peligroso liberar el cultivo transgénico.
– Sí. Sin información, no debería hacerse. Mientras no se genera información objetiva por parte de la autoridad, no debería liberalizarse el uso de los transgénicos.
Luego de la cerrada defensa del gobierno a los productores salmoneros, Flavia Liberona -directora ejecutiva de Terram- declaró que habíamos entrado “en un segundo tiempo en el cuál el gobierno ha abandonado los temas del medio-ambiente”. ¿Que le parece esa declaración ?
– No tengo opinión al respecto. Lo que si me llama la atención siempre es que nunca el análisis de la situación es completa sino que es bastante parcializada. En el caso de las salmoneras ocurrió lo mismo que con la gran expansión de las plantaciones forestales para las cuales nunca nadie dijo que esos cultivos estaban propensos a sufrir incidencia de plaga. Y de repente exploto la polilla del pino. Lo mismo pasa con la salmonicultura: son cultivos artificiales y como todo cultivo artificial, son muy propensos a sufrir esta incidencia violenta de algún patógeno que ha ocurrido en otras partes. Lo que yo veo es que en todas las situaciones que tienen un componente ambiental, el tema no ha sido tratado en forma integral sino que se ha dado prioridad a un tema, prácticamente omitiendo cualquier problema que pueda tener. Eso puede tener un costo e incluso en proyectos que se hacen en beneficio al ambiente. Sin embargo no opino acerca de si el gobierno está haciendo lo que le corresponde o no.
¿En Chile falta conciencia ecológica ?
– Es un poco contradictorio, porque nuestro desarrollo en lo que es la concientización ambiental es bastante dispareja: en unos casos se va violentamente, tiene un desarrollo rápido, y en otros está aletargado. Ahora si uno compara épocas, cuando salí del colegio, la conciencia que había del medio ambiente en comparación con la que tenemos hoy día, no tienen comparación alguna. Se ha ido avanzado, y eso se debe a pulsos: el anti-nuclearismo en China, una falta de alimentos importante, la muerte de los cisnes en la Región de los Ríos. Si nos comparamos con los países de Europa occidental, indudablemente tenemos bastante menor desarrollo de conciencia pública. A ellos les ‘ayudó’ tener 2 grandes guerras mundiales que les hizo muy eficientes de los pocos recursos que tuvieron en algún momento y, además, sienten la estrechez del espacio en función de la población que tienen. Pero eso es un contra sentido. De repente, hay un turista de Finlandia que trata de sacar la oreja de un Moai. Una cosa impensable. A mí, chileno, no se me ocurriría hacer lo mismo con un patrimonio arqueológico o natural de otro país.
Margaux Collet