Las cúpulas empresariales y la prensa afín no ocultaron su satisfacción tras el cambio de gabinete, el que con el curso de los días dejó en evidencia la desinstalación del modelo de Nueva Mayoría por las estructuras clásicas de la Concertación. Si ello es observable en Interior, con el ingreso del tradicional DC Jorge Burgos en reemplazo del G-90 y líder del bacheletismo Rodrigo Peñailillo, lo es con aún mayor evidencia en Hacienda. La salida de Alberto Arenas dejó el terreno libre para el ingreso a Teatinos 120 de una figura con un perfil clásico en este ministerio durante los últimos 25 años. La llegada del tecnócrata PPD Rodrigo Valdés desató el júbilo empresarial, el que a los pocos días ya ha tenido su correspondencia. Valdés la semana pasada durante una reunión en la Comisión de Trabajo de la Cámara reiteró que la reforma laboral, si bien seguirá en pie, no incluirá la negociación por rama.
En Interior el giro ha sido todavía más vehemente. A las pocas horas de asumir su cargo Burgos hizo declaraciones que, incluso, se desmarcaron de la línea discreta y ciertamente difusa que mantiene la presidenta. El ex diputado DC rechazó la posibilidad de una asamblea constituyente, en circunstancias que Bachelet había hablado semanas antes de un “proceso constituyente”. Al afirmar que “no la comparto”, expresaba el sentir de su partido y del sector más conservador de la coalición, abiertamente reacio a abrir la discusión y menos la participación ciudadana en la elaboración de la nueva constitución. El ex diputado es muy cercano al ex presidente de la DC Ignacio Walker y al conservador y poderoso matrimonio Martínez Alvear. Del actual presidente del partido, el senador Jorge Pizarro involucrado en las boletas ideológicamente falsas, jugó en una entrevista con un inteligente ejercicio retórico para elogiar y criticar al mismo tiempo: Yo, en su lugar, “habría renunciado por estar destruido, porque no tengo la fortaleza que Jorge tiene”.
En esta misma línea respondió el subsecretario del Interior, el PS Mahmud Aleuy, en el cargo desde marzo del 2014. Tras las declaraciones de Burgos, en una entrevista Aleuy dijo que a él tampoco le gustaba la asamblea constituyente. «El compromiso que asumió la candidatura de Michelle Bachelet es proceso constitucional, no una asamblea constituyente”, para agregar y apoyar a Burgos: «En eso no hay ninguna duda del ministro del Interior. No hay debate en el Gobierno sobre el inicio del proceso constituyente».
Ambas voces responden a claras posturas al interior de la Nueva Mayoría. Por un lado Burgos, alineado con su partido, y Aleuy, del sector Nueva Izquierda del PS y cercano a Camilo Escalona. Dos fuerzas que impugnan la asamblea constituyente y la participación ciudadana.
Represión renovada
Si en esta materia las señales desde Interior han sido claras, también lo son desde la función de la seguridad pública, cuyo cambio respecto al periodo de Peñailillo se hace evidente. Burgos asumió la cartera de Interior el 11 de mayo y desde entonces dos estudiantes han muerto asesinados en tanto Rodrigo Avilés, impactado por un chorro de agua lanzado por carabineros, permanece desde entonces en estado de extrema gravedad. Durante la manifestación del 21 de mayo en Valparaíso resultaron heridos por lo menos una decena de otros jóvenes y más de cien detenidos. La represión policial ha vuelto con fuerza a las calles como en los peores días del 2011.
Burgos puede haber registrado una marca para un ministro del Interior. No lleva ni un mes a cargo de esta cartera y no son pocas las organizaciones sociales que han pedido su salida tras la violenta agresión de la policía uniformada a Rodrigo Avilés.
No es apreciado ni por la izquierda ni por los movimientos estudiantiles y sociales. Durante el primer gobierno de la Concertación de Patricio Aylwin fue asesor jurídico, jefe de gabinete y más tarde subsecretario de Guerra, en tiempos que el titular de Interior era el también DC Enrique Krauss. Más tarde, durante el gobierno de Ricardo Lagos asumió como subsecretario de Interior.
Pero es su función durante el gobierno de Aylwin la más polémica y tensionada por su persecución a sectores y movimientos de izquierda. Durante aquellos años fue miembro del
Consejo Coordinador de Seguridad Pública, creado en abril de 1991 y conocido como La Oficina, después del asesinato de Jaime Guzmán, ocurrido un año antes. Según señala El Mostrador de hoy, “la misión era infiltrar al FMPR y el Movimiento Lautaro –en septiembre de 1991 se produce el secuestro de Cristián Edwards– para crear una red de informantes. Marcelo Schilling, la cabeza de La Oficina, era el hombre operativo; Burgos fue el vínculo político con Krauss”.
Como dice un analista político no citado por ese medio: “Burgos tiene habilidades suficientes, pero no es un panzer; tiene militancia, pero no es sectario; tiene un paso por La Oficina, lo que significa que construyó cierto nivel de confianza con los arquitectos de la transición. Es como el más joven de la vieja guardia: un puente”.
Valdés, otro tecnócrata
Un reportaje aparecido en La Tercera el domingo pasado fusionaba en una sola figura a Burgos con Valdés. El diario veía, o quería levantar, la idea de un nuevo eje en el gobierno que conecte la acción política con la económica.
Si las palabras y acciones de Burgos están claras, desde Hacienda Valdés, a horas de arribar al ministerio, despidió al cuestionado director del Servicio de Impuestos Internos (SII) Michel Jorratt. En su reemplazo designó como subrogante a Juan Alberto Rojas, funcionario con más de 35 años de carrera que dio luz verde a la condonación del pago de impuestos de Johnson’s durante el gobierno pasado cuando el jefe del SII era el cuestionado Julio Pereira. Rojas, que según El Mostrador es cercano a la UDI, accedió a hacer la condonación, en circunstancias que el subdirector jurídico de la época, Mario Vila, y el mismo Pereira se habían desempeñado en la consultora Price Waterhouse Cooper (PwC) antes de llegar al SII. PwC, recordemos, era la firma que asesoraba a Johnson’s en temas tributarios para evitar pagar impuestos.
Valdés ha hecho su carrera en el sector financiero, aun cuando fue asesor de Hacienda en tiempos de Nicolás Eyzaguirre. Estuvo en el Banco Central hasta el 2008 y desde entonces fue nombrado como economista jefe del banco de inversión Barclays Capital en EE.UU. Posteriormente trabajó en el FMI. Una trayectoria similar a los anteriores titulares de Hacienda visados por las cúpulas empresariales.
Tras su llegada, el discurso de Hacienda ha girado con renovado énfasis en el crecimiento económico y en sus herramientas de estímulo, lo que es una continuidad con todos los anteriores ministros de esta cartera y su impronta neoliberal. El fin de los privilegios y de la desigualdad, son parte de la historia. Valdés, que ha mantenido hasta el momento discreción en cuanto a los mecanismos que empleará, sostuvo este martes una reunión con el presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), Alberto Salas. En la oportunidad, dijo que “estamos plenamente de acuerdo en que las políticas de corto plazo -como la política fiscal- están haciendo ese esfuerzo, pero nos falta trabajar ahora en cómo movilizar más aún la inversión privada”.
Hace más de una década atrás, durante el gobierno de Ricardo lagos y cuando el ministro de Hacienda era Nicolás Eyzaguirre, la economía chilena, tal como ahora, registraba muy bajas tasas de crecimiento. La solución, propuesta por el empresariado y la Sofofa, fue la infame Agenda Pro Crecimiento, que no fue otra cosa que una nueva vuelta de tuerca al modelo neoliberal.
En el clima actual, no es lo que la gran mayoría de los chilenos quiere.