Tomar, lo que se llama tomar, es decir comprar un brebaje con contenido etílico y beberlo debe ser preferentemente acompañado. Cualquier bohemio que se respete sabe que de buenos amigos, una buena conversación, un pucho y qué se yo. Eso es lo que une todo y lo convierte, supongo en un ejercicio lo suficientemente agradable como para practicarlo constantemente.
Y asumo es su caso, estimado lector: Que ha vuelto a abrir esta nota intrascendente por la invitación de su título. Y es que cuando ya llevas un par de reuniones de este tipo, te das cuenta que siempre e inevitablemente la conversación llevará a tocar ciertos temas, así como la conversación nos guiará a convertirnos en lo que realmente somos, (o queremos ser en el momento, que es prácticamente lo mismo).
Así que con ustedes, cinco conversaciones que probablemente ya tuviste estando ebrio:
1. Los temas controversiales: Que quizá en otros países no son tema, pero Chile, que es lindo como un sol, nos ha regalado un montón de tópicos que aún son tabú y que por lo tanto siempre están en el umbral del conflicto.
Y es que siempre está esa persona. Esa única persona a la que le encanta hablar de este tipo de cosas, el aborto, la despenalización, el golpe, la educación gratis y tocar la fibra sensible de algunas otras que estén presentes. Normalmente son conversaciones entretenidas, en las que los distintos agentes están dispuestos a participar con entusiasmo – aunque no sepan mucho- de aquello que discuten. El tema es tomar. Y defender tu punto de vista, por supuesto.
Consejo milenario: Las cosas que ponen en juego la ética de la humanidad son para otros momentos. No te enojes. Es pa’ pasarlo bien.
2. La desventura amorosa: Es lo primero que sale a flote, porque nada mejor que el alcohol para diluir aquello que llamamos dignidad. Te acuerdas, de esa persona, ese maldito hijo de p*ta, te sientes apuñalado con el mismo ajo de la primera vez. Y es que muy en el fondo, te acuerdas porque la extrañas (o lo extrañas). Idealizas la situación. Te entristeces y por momentos te das valor – Algo en tu mente, o en tu vaso te dice que es buena idea- Es penca al otro día cuando te das cuenta de que no lo era.
También puede pasar que simultáneamente estos afectos que bordean las fronteras del cariño se conviertan en rabia, la rabia en llanto y el llanto en mensajes de whatsapp de los que probablemente te arrepientas al otro día.
Consejo milenario: mantén tu celular en el bolsillo, y no te sientas culpable. A todos nos ha pasado, y sí, a ti que estás leyendo esto no te ha pasado, te va a pasar.
3. Los proyectos del futuro que seguramente serán un éxito: Y puede pasarte con tus amigos de universidad, o con la gente que no ves hace un tiempo. El alcohol, por ese brevísimo y hermoso lapso de tiempo te ha convertido en un soñador, en un nuevo Steve Jobs. Y piensas que vas a vencer todas las barreras de este país neoliberal y segregado para imponer tu pensamiento que está fuera de la caja y vas a cambiar el mundo.
Tus amigos te apoyan. De hecho, piensan lo mismo. Ese momento de la noche es hermoso, en donde las posibilidades son infinitas y tú que un día común y corriente solo eres otro mortal con ganas de llegar a su casa y dormir siesta, hoy eres un visionario, un futuro magnate.
Consejo milenario: Anota esas ideas o por último busca en los recovecos de tu mente a ver si algo queda. Lo más importante es hacerlo, lamentablemente no se puede estar ebrio todo el tiempo así que esa convicción que ya está, debe salir.
4. Los planes a largo o corto plazo: Oye, ¿Y si hacemos un asado mañana? Y ¿si juntamos plata y nos vamos a recorrer no-se-dónde en verano? Vamos a la piscina y hacemos un día de campo. Hagamos una empresa. Y así, un montón de cosas de las cuales las lamentables posibilidades de que se cumplan son casi nulas. Pero es divertido decirlo, aunque la devastadora realidad sea que mañana estén todos postrados en sus habitaciones, sin plata y probablemente con muy pocas ganas de vivir.
5. Tus viejos. Siempre van a salir al baile. Para bien o para mal, siempre están ahí y hay un momento delicado y reservado de la noche para hablar de ellos. De las cosas ridículamente tiernas que hacen, de su vida, de la tuya.
Consejo milenario: Ya sería hora de ir asumiendo que son personas. Y que por lo tanto se equivocan. Y toman malas decisiones, como todos. Y hay que quererlos igual, o más.