Sentada frente al televisor veo y reviso las noticias que van y vienen, tomo un lápiz y empiezo a sacar cuentas de los votos de uno y otro candidato, cómputos que no me extrañan en absoluto, pero empecé a preocuparme de la segunda vuelta.
Dejé de lado el libro que estoy escribiendo. Nuevamente lo social se impone a lo personal y pensé compartir con ustedes mi reflexión sobre esta nueva vieja encrucijada histórica.
Volví al pasado, a la historia de nuestro pueblo, de la cual, aunque no lo creamos, somos parte. Formamos parte de esas grandes mayorías que en pos de un futuro mejor votamos por Salvador Allende. Hoy esa mayoría debe mantener los ojos bien abiertos, para distinguir a los que quieren el poder para seguir aumentando sus riquezas, como el Tío Rico McPato.
Me duele constatar que no hemos tomado conciencia de los profundos abusos de poder que nos han llevado a dejar inconclusa la batalla que ganamos todos, niños, jóvenes, hombres y mujeres, sacando de La Moneda al dictador, solo que nos limitamos a eso, quedando pendiente ganar la guerra combatiendo la herencia que nos dejaron y la cual nos sigue gobernando.
Nos dicen que esta sociedad es otra, que Chile es un país desarrollado, sin embargo, siguen existiendo los pequeños Cizarro, huérfano de padres y de la sociedad. Nuestros jóvenes en la “pobla” están cada día más hundidos en la pasta base, sin futuro y sin ilusiones. A los “pingüinos”, que nos llenaron de orgullo y esperanza los dejamos solos ¿qué hicimos aparte de mirar desde afuera?, ¿dònde estábamos?, ¿dónde estamos?
Sin duda que estamos donde los poderosos nos quieren, encadenados a la indiferencia, al individualismo, al consumismo, a colgarle las culpas a otros y no mirarnos a nosotros mismos, a confundir el oro con el oropel. Sí, somos un país distinto, hoy nuestros niños no mendigan un trozo de pan, hoy suplican por un poquito de ternura.
Hoy las instituciones, las organizaciones sociales, los partidos políticos están enfermos, también están donde los poderosos los quieren, desarraigados de su naturaleza, han cortado el cordón umbilical con su esencia, olvidando que, como dijera Allende “…la historia la hacen los pueblos, que con sus trabajadores, estudiantes, profesionales, científicos, los que laboran en todas las ramas del arte y la cultura, los jóvenes, las mujeres, nuestros niños, son los que nos liberarán de las cadenas que nos impiden vivir plenamente”.
Estamos donde los poderosos nos quieren, respondiendo a sus demandas de perdón y olvido. Nos hemos olvidado de las valiosas vidas de hombres, mujeres, jóvenes y niños asesinados, violados, torturados. Hemos olvidado los Hornos de Lonquén, a Lumi Videla arrojada a la Embajada de Italia después de haber sido ultrajada, torturada y asesinada, nos olvidamos de Neltume, de Víctor Jara, José Manuel Parada, Manuel Guerrero, Santiago Nattino, del sacerdote André Jarlán. Nos olvidamos de René Schneider, de Alberto Bachelet, de Carlos Prats y de tantos soldados asesinados por pasarle un cigarro al prisionero. Del niño Rodrigo Anfrunz.
Nos negamos a recordar el asesinato de Reinalda Pereira, embarazada de seis meses a quien torturaron tanto, tanto que suplicaba por el hijo que llevaba en su vientre, al cual quiso salvar diciéndoles que esperaba un hijo. Bastó eso para que la siguieran torturando con más furia, y como no moría tan rápido le colocaron una inyección envenenándola. Aun más, el niño siguió vivo dentro del vientre de su madre, como desafiando a los caníbales “dispárenme a mí ahora”.
Nos olvidamos de Miguel Enríquez, que con su claridad política, es muy difícil que se hubiera pronunciado contra sí mismo. Menos en estos tiempos de la historia del país.
En esta nueva vieja encrucijada nos hace falta recordar, revisar la historia y extraer las lecciones que no nos han dejado aprender. Por ejemplo, no recuerdo el año pero también se trataba de elecciones presidenciales. Por esos lejanos días el candidato era don Juan Antonio Ríos, el Partido Comunista de ese entonces acordó integrarse a la campaña nacional y se apersonaron al Comando, manifestando el acuerdo, pero no fueron aceptados. Los dirigentes comunistas no se amedrentaron, tampoco se tiraron al suelo con pataletas infantiles, al contrario tomaron el sartén por el mango y se dedicaron a recorrer Chile, llevando como bandera a don Juan Antonio Ríos, primando en ello lo que el país necesitaba en esos momentos, parar a la derecha. Lo que vendría después dependería de la capacidad de lucha del pueblo.
Y así continuaron trabajando hasta que el pueblo unido, con porfía y voluntad, siempre mirando la brújula para no desviarse, realizamos la gran epopeya de terciar la banda presidencial a don Salvador Allende, causando la admiración del mundo entero, pero también el miedo de los poderosos de allá lejos por el norte, y también de los poderosos de este país. El cielo de nuestra Patria fue cubierto por la negra noche del fascismos, matando el alma nacional y asesinando lo mejor de nuestros compatriotas para continuar pisoteando y violando los derechos humanos de la Carta Universal de los Derechos del Hombre.
Pero el pueblo unido volvió a renacer de las cenizas, y como Cristo el Tiberiades caminó seguro por las aguas encrespadas.
Y hoy se nos presenta esta encrucijada, ser o no ser, votar o no votar. Tenemos razón para estar enojados, frustrados, desencantados, desengañados, pero podemos expresarlo y no desaparecerán tu esposo, tu esposa, tus hijos, tus amados. Podemos escupir esta rabia, es más, podemos transformarla en una gran y poderosa fuerza que nos acerque a esa vida en plenitud por la que tantos y tantas lucharon. Es hora de recuperar la memoria, de salir de la burbuja personal y volver a asumir nuestro rol de mayoría activa y transformadora de una sociedad más justa, solidaria y humana.
No podemos permitir que vuelvan a gobernarnos los que han asesinado la Verdad y la Justicia. No debemos darle “la pasá” a la Derecha, no porque sea la Derecha, sino porque está infectada por el virus pinochetista y… pensemos un poco ¿ustedes creen que los hijos de ellos van a votar en blanco?, ¿ustedes creen que sus hijos no se inscribieron en los registros electorales? No tienen de dónde sacar más votos y apelan a nuestro desencanto, a nuestras frustraciones, a nuestros desengaños, pero yo no he olvidado que son los mismos que asesinaron a Miguel Enríquez, a Allende, a la Reinalda, a la Lumi Videla, en fin esta carta no terminaría nunca si recuerdo en ella a todos los mártires que hoy tanta falta nos hacen en el hogar, en la calle, en la universidad, en el arte, en el canto, en el partido socialista, comunista, demócrata cristiano, el Movimiento de Izquierda Revolucionario.
Por todas las humillaciones, por todas las burlas, por todas nuestras frustraciones, por todos nuestros desengaños, por todos los que han abusado en nuestras propias filas, por los que nos roban la Verdad y la Justicia, por todos los chantas que pululan en las organizaciones que más parecen infiltrados que amigos, por los lobos piel de cordero, por los enemigos y explotadores de los trabajadores, por los que han hundido a nuestros amados jóvenes en el alcohol y la droga, por los que nos mojan y apalean en las marchas, por todas las jóvenes Músicas, no les demos en el gusto, por los profesores humillados, por Allende, por el padre de Eduardo Frei, querámoslo o no son dos Presidentes de Chile, Allende que se inmoló y no les dio en el gusto que lo asesinaran y Eduardo Frei que lo asesinaron tan brutalmente como asesinaron a los 119, a los de Lonquén, Mulchén, Caravana de la Muerte y no olvido a la valiente Arcadia Flores.
A estos que se creen dueños de nuestras vidas, si no me crees mírate las cadenas que llevas en tus tobillos. De ti, de nosotros depende que en honor a todos los que ya no están, y de todos los que estamos que pareciera que no hacemos Patria, démosle una lección pedagógica a quienes nos creen ignorantes (por no decir huevincas).
Marco, por tu voz brotó la voz de muchos de nosotros, continúa tu accionar para adelante, tienes mucho por ganar, más aún eres ya un ganador, lo mismo va para Alvaro Escobar. Al pueblo nunca se le han dado las cosas fáciles, los triunfos de nuestro pueblo se han hecho realidad con trabajo, constancia, con los ojos abiertos no confundiendo el oro con el oropel. En esta jornada tan impredecible, difícil pero no imposible, termina generosamente tu Lección Pedagógica a la Patria que como yo tanto amamos. Si otros no se pegan la cachá no importa, quiero ver a mi pueblo alegre como cuando gana la Chile o el Colo-Colo tomàndose las calles de la Patria, bailando, cantando, celebrando a la selección.
No le hagamos el juego a la selección anti nacional que quiere quedarse con la copa. Lección Pedagógica genial para tu pueblo, que a pesar de todo, pero por todo lo vivido, tengo la esperanza de que estemos aprendiendo a marchar por las anchas alamedas con una clara consigna ¡la Derecha no pasará!
“Que salga del corazón
de los hombres jornaleros
que antes de ser hombres son
y han sido niños jornaleros”
(Del poema “El Niño Jornalero” de Miguel Hernández)
Por Ana González de Recabarren