Algunas personas han planteado como fundamento para votar por Frei –y no anular el voto- el No al Punto Final, olvidando, sin embargo, que quienes han luchado persistentemente a favor de la impunidad en estos años han sido la derecha tradicional y LOS GOBIERNOS DE LA CONCERTACION. En efecto, desde 1990, con el Acuerdo-Marco, el liderazgo de la Concertación ha promovido -infructuosamente, gracias a diversos factores que sería largo analizar- el aval legislativo del decreto-ley de amnistía o leyes de sustantivas disminuciones de penas a autores de crímenes de lesa humanidad. Han sido los casos -además de dicho Acuerdo- del proyecto de ley Aylwin (1993); el proyecto de ley Frei (1995); el Acuerdo Figueroa–Otero (1995); el proyecto de la Comisión de DD. HH. del Senado (1998); el proyecto de ley de inmunidad (2003); el proyecto de rebaja de penas de senadores concertacionistas y aliancistas (2005); y su reflotamiento por el propio Gobierno de Bachelet (2007).
A lo anterior hay que añadir las disposiciones -desgraciadamente aprobadas en 48 horas por el Congreso, sin que la sociedad pudiera siquiera informarse… hasta el día de hoy- propuestas por Lagos y que ¡le prohiben al Poder Judicial interiorizarse de las denuncias de torturas efectuadas ante la Comisión Valech!; consagrando en la práctica la impunidad de la tortura en dictadura y violando de paso la Constitución, los tratados de DD. HH. y los principios más elementales del Derecho y la Justicia.
Asimismo, hay que tener presente los intentos de los Gobiernos de la Concertación de obstaculizar los procesos judiciales, ¡en casos de gran repercusión internacional y que afectaron a connotadas personalidades democráticas!, como los de Carmelo Soria (Ver «El Mercurio»; 27-9-1996), Carlos Prats (Ver «El Mercurio»; 9-6-1999) y Bernardo Leighton, en el que los Gobiernos de Frei Ruiz-Tagle, Lagos y Bachelet no hicieron nada para lograr la extradición de Contreras e Iturriaga, luego que la Justicia italiana los condenara a largas penas de cárcel; ni por abrir un proceso en Chile, luego que nuestra Corte Suprema rechazó el pedido de extradición italiano.
Para qué hablamos del caso Pinochet, donde el Gobierno de Frei Ruiz-Tagle hizo todo lo posible, exitosamente (¡superando evidentemente todo lo que un Gobierno de derecha política pudiera haber hecho en su favor en el ámbito internacional!), para salvarlo de una segura condena en Europa; y luego el Gobierno de Lagos logró su impunidad nacional, efectuando fuertes presiones públicas y privadas al Juez Guzmán y a los Tribunales en general, para que lo eximieran de juicio por manifiestamente falsas razones de salud mental.
Por razones de tiempo no me referiré en detalle al reiterado envío de agregados militares y embajadores gravemente involucrados en violaciones de derechos humanos y que le causaron enormes bochornos a la propia imagen de Chile en el exterior; ni a numerosos otros hechos que demuestran que los sucesivos Gobiernos de la Concertación han buscado persistentemente -más allá del discurso y las apariencias- lo que podríamos denominar «la impunidad en la medida de lo posible».
No podría, sí, dejar de referirme a un hecho reciente de la mayor gravedad. Se trata de la negativa de la generalidad de los senadores concertacionistas ¡de aprobar la virtual revocación del decreto-ley de autoamnistía en marzo del año pasado, desconociendo con ello incluso la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos de septiembre de 2006 (Caso Almonacid–Arellano) que obligaba al Estado chileno a hacerlo! En dicha votación, sólo Carlos Ominami y Alejandro Navarro aprobaron el proyecto; 11 senadores coalicionistas votaron en contra Y TODOS LOS PROPIAMENTE CONCERTACIONISTAS DE LA EPOCA –INCLUYENDO A FREI RUIZ-TAGLE- NO ASISTIERON; avalando con ello hasta el día de hoy la vigencia de dicho decreto de impunidad. (Ver Universidad Diego Portales; Facultad de Derecho; Centro de Derechos Humanos.- «Informe Anual sobre Derechos Humanos en Chile. 2009»; p. 31)
Es decir, la impunidad ha sido clara y eficazmente promovida, tanto por la derecha tradicional como por el liderazgo derechista de la Concertación, y notoriamente por Frei Ruiz-Tagle.
Por Felipe Portales
Especial para G80